Poesia

F. Santiago: Soneto

abril 20, 2008

«Soneto»

Yo quiero ser el eco que retumba
en la noche que envuelve al lapidario,
y estrepitar encima de las tumbas
y oler a muerto, y oler a columbario.

Yo quiero ser la voz del campanario
que truena fuerte y luego se derrumba,
yo quiero ser soldado mercenario,
y ver matar, sin que matar me incumba.

Yo quiero habitar siempre el cementerio
y ser manajar de rigidos gusanos,
yo quiero ser un miembro de su imperio,
yo quiero ver los huesos de sus manos,
Y escuchar los horrendos improperios
que me lancen con gritos infrahumanos.

F. Santiago.

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  • Reply Triana agosto 4, 2008 at 8:15 pm

    Soneto V

    Soneto V

    No te toque la noche ni el aire ni la aurora,
    sólo la tierra, la virtud de los racimos,
    las manzanas que crecen oyendo el agua pura,
    el barro y las resinas de tu país fragante.
    Desde Quinchamalí donde hicieron tus ojos
    hasta tus pies creados para mí en la Frontera
    eres la greda oscura que conozco:
    en tus caderas toco de nuevo todo el trigo.
    Tal vez tú no sabías, araucana,
    que cuando antes de amarte me olvidé de tus besos
    mi corazón quedó recordando tu boca
    y fui como un herido por las calles
    hasta que comprendí que había encontrado,
    amor, mi territorio de besos y volcanes.

    Pablo Neruda

  • Reply Triana agosto 6, 2008 at 11:04 am

    De la brevedad engañosa de la vida

    Menos solicitó veloz saeta
    destinada señal, que mordió aguda;
    agonal carro por la arena muda
    no coronó con más silencio meta,

    que presurosa corre, que secreta,
    a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
    fiera que sea de razón desnuda,
    cada Sol repetido es un cometa.

    ¿Confiésalo Cartago, y tú lo ignoras?
    Peligro corres, Licio, si porfías
    en seguir sombras y abrazar engaños.

    Mal te perdonarán a ti las horas:
    las horas que limando están los días,
    los días que royendo están los años.

    Luis de Góngora y Argote.

  • Reply Triana agosto 6, 2008 at 10:17 pm

    A

    Marchitas ya las juveniles flores,
    Nublado el sol de la esperanza mía,
    Hora tras hora cuento y mi agonía
    Crecen y mi ansiedad y mis dolores.

    Sobre terso cristal ricos colores,
    Pinta alegre tal vez mi fantasía,
    Cuando la triste realidad sombría
    Mancha el cristal y empaña sus fulgores.

    Los ojos vuelvo en incesante anhelo,
    Y gira entorno indiferente el mundo,
    Y entorno gira indiferente el cielo.

    A ti las quejas de mi mal profundo,
    Hermosa sin ventura, yo te envío:
    Mis versos son tu corazón y el mío.

    José de Espronceda

  • Reply Triana agosto 13, 2008 at 2:26 am

    ¿Qué otra cosa es verdad sino pobreza
    en esta vida frágil y liviana?
    Los dos embustes de la vida humana,
    desde la cuna, son honra y riqueza.

    El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
    en horas fugitivas la devana;
    y, en errado anhelar, siempre tirana,
    la Fortuna fatiga su flaqueza.

    Vive muerte callada y divertida
    la vida misma; la salud es guerra
    de su propio alimento combatida.

    ¡Oh, cuánto, inadvertido, el hombre yerra:
    que en tierra teme que caerá la vida,
    y no ve que, en viviendo, cayó en tierra!

    F. de Quevedo y Villegas.

  • Reply Triana agosto 15, 2008 at 12:54 am

    La Cautiva

    Ya el sol esconde sus rayos,
    el mundo en sombras se vela,
    el ave a su nido vuela,
    busca asilo el trovador.
    Todo calla: en pobre cama
    duerme el pastor venturoso,
    en su lecho suntuoso
    se agita insomne el señor.

    Se agita: mas ¡ay! reposa
    al fin en su patrio suelo,
    no llora en mísero duelo
    la libertad que perdió:
    los campos ve que a su infancia
    horas dieron de contento,
    su oído halaga el acento
    del país donde nació.

    No gime ilustre cautivo
    entre doradas cadenas,
    que si bien de encanto llenas,
    al cabo cadenas son.
    Si acaso triste lamenta,
    en torno ve a sus amigos,
    que, de su pena testigos,
    consuelan su corazón.

    La arrogante erguida palma
    que en el desierto florece,
    al viajero sombra ofrece,
    descanso y grato manjar:
    y, aunque sola, allí es querida
    del árabe errante y fiero,
    que siempre va placentero
    a su sombra a reposar.

    Mas ¡ay triste! yo cautiva,
    huérfana y sola suspiro,
    el clima extraño respiro,
    y amo a un extraño también;
    no hallan mis ojos mi patria;
    humo has sido mis amores;
    nadie calma mis dolores,
    y en celos me siento arder.

    ¡Ah! ¿Llorar? ¿Llorar?… no puedo,
    ni ceder a mi tristura,
    ni consuelo en mi amargura
    podré jamás encontrar.
    Supe amar como ninguna,
    supe amar correspondida;
    despreciada, aborrecida;
    ¿No sabré también odiar?

    ¡Adiós, patria! ¡adiós, amores!
    la infeliz Zoraida ahora
    sólo venganzas implora,
    ya condenada a morir.
    No soy yo del castellano
    la sumisa enamorada,
    soy la cautiva cansada
    ya de dejarse oprimir.

    José de Espronceda

  • Reply Triana agosto 19, 2008 at 2:23 am

    Mudanzas
    El humo que formó cuerpo fingido,
    que cuando está más denso para en nada;
    el viento que pasó con fuerza airada
    y que no pudo ser en red cogido;

    el polvo en la región desvanecido
    de la primera nube dilatada;
    la sombra que, la forma al cuerpo hurtada,
    dejó de ser, habiéndose partido,

    son las palabras de mujer. Si viene
    cualquiera novedad, tanto le asombra,
    que ni lealtad ni amor ni fe mantiene.

    Mudanza ya, que no mujer, se nombra,
    pues cuando más segura ,quien la tiene,
    tiene polvo, humo, nada, viento y sombra.

    F. Lope de Vega y Carpio

  • Reply Triana agosto 21, 2008 at 3:02 am

    SONETOS

    1

    A las flores

    Éstas que fueron pompa y alegría
    despertando al albor de la mañana,
    a la tarde serán lástima vana
    durmiendo en brazos de la noche fría.

    Este matiz que al cielo desafía,
    Iris listado de oro, nieve y grana,
    será escarmiento de la vida humana:
    ¡tanto se emprende en término de un día!

    A florecer las rosas madrugaron,
    y para envejecerse florecieron:
    cuna y sepulcro en un botón hallaron.

    Tales los hombres sus fortunas vieron:
    en un día nacieron y espiraron;
    que pasados los siglos, horas fueron.

    2

    A las estrellas

    Esos rasgos de luz, esas centellas
    que cobran con amagos superiores
    alimentos del sol en resplandores,
    aquello viven, si se duelen dellas.

    Flores nocturnas son; aunque tan bellas,
    efímeras padecen sus ardores;
    pues si un día es el siglo de las flores,
    una noche es la edad de las estrellas.

    De esa, pues, primavera fugitiva,
    ya nuestro mal, ya nuestro bien se infiere;
    registro es nuestro, o muera el sol o viva.

    ¿Qué duración habrá que el hombre espere,
    o qué mudanza habrá que no reciba
    de astro que cada noche nace y muere.

    Pedro Calderón de la Barca

  • Reply Triana agosto 23, 2008 at 9:04 pm

    Gasta sombrero de castor y viejas botas,
    luce un bigote menos Groucho que Chaplin,
    sin él mi vida hubiera sido más idiota,
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.
    Rasca el piano y la guitarra a su manera,
    sopla una armónica, canta con la nariz,
    she’s like a woman me tiró por la escalera,
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.
    Los de la Expo lo han sacado en rogativas,
    claro que sé quién me ha robado el mes de abril,
    no hay mejor musa que un amor a la deriva,
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.
    Look talibán de trovador de Minnesota,
    del Greenwich Village al Olimpo de París,
    atina más si desafina cualquier nota,
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.
    Aunque un mal día le besó el anillo al papa
    se lo perdono porque blowing in the wind
    porque sacude el corazón por la solapa
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.
    Hace unos años nos cruzamos por la calle,
    llevaba puesta su camisa de arlequín,
    no me atreví a balbucear nunca te calles,
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.
    Por su diván cruza la noche una autopista,
    brilla en su cuello una medalla de carmín,
    el escenario es el hogar del trapecista,
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.
    No esperes nunca que vomite o finja un hola,
    genio y figura, Kansas City es Chamberí,
    si muere el cielo, si es agosto y estás sola,
    dicen que Dylan anda suelto por aquí.

    Joaquin Sabina

  • Reply Triana agosto 25, 2008 at 2:23 pm

    Sonetos.-

    I
    Tuvo mi corazón, encrucijada
    de cien caminos, todos pasajeros,
    un gentío sin cita ni posada,
    como en andén ruidoso de viajeros.
    Hizo a los cuatro vientos su jornada,
    disperso el corazón por cien senderos
    de llana tierra o piedra aborrascada,
    y a la suerte, en el mar, de cien veleros,
    Hoy, enjambre que torna a su colmena
    cuando el bando de cuervos enronquece
    en busca de su peña denegrida,
    vuelve mi corazón a su faena,
    con néctares del campo que florece
    v el luto de la tarde desabrida.

    II
    Verás la maravilla del camino,
    camino de soñada Compostela
    —¡oh monte lila y flavo!—, peregrino,
    en un llano, entre chopos de candela.
    Otoño con dos ríos ha dorado
    el cerco del gigante centinela
    de piedra y luz, prodigio torreado
    que en el azul sin mancha se modela.
    Verás en la llanura una jauría
    de agudos galgos y un señor de caza,
    cabalgando a lejana serranía,
    vano fantasma de una vieja raza.
    Debes entrar cuando en la tarde fría
    brille un balcón de la desierta plaza.

    III
    ¿Empañé tu memoria? ¡Cuántas veces!
    La vida baja como un ancho río,
    y cuando lleva al mar alto navío
    va con cieno verdoso y turbias heces
    Y más si hubo tormenta en sus orillas,
    y él arrastra el botín de la tormenta,
    si en su cielo la nube cenicienta
    se incendió de centellas amarillas.
    Pero aunque fluya hacia la mar ignota,
    es la vida también agua de fuente
    que de claro venero, gota a gota,
    o ruidoso penacho de torrente,
    bajo el azul, sobre la piedra brota.
    Y allí suena tu nombre ¡eternamente!

    IV
    Esta luz de Sevilla… Es el palacio
    donde nací, con su rumor de fuente.
    Mi padre, en su despacho.—La alta frente,
    la breve mosca, y el bigote lacio—.
    Mi padre, aun joven. Lee, escribe, hojea
    sus libros y medita. Se levanta;
    va hacia la puerta del jardín. Pasea.
    A veces habla solo, a veces canta.
    Sus grandes ojos de mirar inquieto
    ahora vagar parecen, sin objeto
    donde puedan posar, en el vacío.
    Ya escapan de su ayer a su mañana;
    ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
    piadosamente mi cabeza cana.

    V
    Huye del triste amor, amor pacato,
    sin peligro, sin venda ni aventura,
    que espera del amor prenda segura,
    porque en amor locura es lo sensato.
    Ese que el pecho esquiva al niño ciego
    y blasfemó del fuego de la vida,
    de una brasa pensada, y no encendida,
    quiere ceniza que le guarde el fuego.
    Y ceniza hallará, no de su llama,
    cuando descubra el torpe desvarío
    que pedía, sin flor, fruto en la rama.
    Con negra llave el aposento frío
    de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
    y turbio espejo y corazón vacío!

    Antonio Machado

  • Reply Triana agosto 28, 2008 at 11:44 am

    SONETO III- LA MAR EN MEDIO Y TIERRAS HE DEJADO…

    La mar en medio y tierras he dejado
    de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
    y yéndome alejando cada día,
    gentes, costumbres, lenguas he pasado.

    Ya de volver estoy desconfiado;
    pienso remedios en mi fantasía,
    y el que más cierto espero es aquel día
    que acabará la vida y el cuidado.

    De cualquier mal pudiera socorrerme
    con veros yo, señora, o esperallo,
    si esperallo pudiera sin perdello;

    mas de no veros ya para valerme,
    si no es morir, ningún remedio hallo,
    y si éste lo es, tampoco podré habello.

    Garcilaso de la Vega.

  • Reply Triana septiembre 1, 2008 at 12:13 am

    Diálogo entre Babieca y Rocinante

    «¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?»
    «Porque nunca se come y se trabaja.»
    «Pues, ¿qué es de la cebada y de la paja?»
    «No me deja mi amo ni un bocado.»

    «Anda, señor, que estáis muy mal criado,
    pues vuestra lengua de asno al amo ultraja.»
    «Asno se es de la cuna o la mortaja.
    ¿Queréis verlo? Miradlo enamorado.»

    «¿Es necedad amar?» «No es gran prudencia.»
    «Metafísico estáis.» «Es que no como.»
    «Quejaos del escudero.» «No es bastante.

    ¿Cómo me he de quejar, en mi dolencia,
    si el amo o escudero o mayordomo
    son tan rocines como Rocinante?»

    O le falta al amor conocimiento,
    o le sobra crueldad, o no es mi pena
    igual a la ocasión que me condena
    al género más duro de tormento.

    Pero si Amor es dios, es argumento
    que nada ignora, y es razón muy buena
    que un dios no sea cruel. Pues ¿quién ordena
    el terrible dolor que adoro y siento?

    Si digo que sois vos, Fili, no acierto;
    que tanto mal en tanto bien no cabe,
    ni me viene del cielo esta ruina.

    Presto habré de morir, que es lo más cierto:
    que al mal de quien la causa no se sabe,
    milagro es acertar la medicina.

    Miguel de Cervantes

  • Reply Triana septiembre 5, 2008 at 12:17 am

    Canta en la noche, canta en la mañana,
    ruiseñor, en el bosque tus amores;
    canta, que llorará cuando tú llores
    el alba perlas en la flor temprana.

    Teñido el cielo de amaranto y grana,
    la brisa de la tarde entre las flores
    suspirará también a los rigores
    de tu amor triste y tu esperanza vana.

    Y en la noche serena, al puro rayo
    de la callada luna, tus cantares
    los ecos sonarán del bosque umbrío;

    y vertiendo dulcísimo desmayo
    cual bálsamo suave en mis pesares,
    endulzará tu acento el llanto mío.

    José de Espronceda

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