«He tendido cuerdas de campanario a campanario; guirnaldas de ventana; cadenas de oro de estrella a estrella, y bailo.»
AR
«Obreros»
Ah, esta cálida mañana de febrero. El sur inoportuno vino a reavivar nuestros recuerdos de indigentes absurdos, nuestra joven miseria.
Henrika llevaba una falda de algodón a diamantes blancos y marrones como del siglo pasado, un gorro con lazos y un fular de seda, con todo lo cual le daba un aspecto más triste que un luto. Paseábamos por el extrarradio. El cielo estaba nublado, y el viento Sur excitaba todos los olores desagradables de los jardines devastados y de los prados secos.
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