«… Paseando un día a orillas del Guadalquivir con un amigo -Ben Ammar, jugaban a completar poemas, entretenimiento inconcebiblemente popular en la sociedad andalusí de la época. Al levantarse una ligera brisa sobre el río, Mutamid dijo: “El viento teje lorigas en las aguas…”
Esperaba la respuesta de su compañero, cuando ambos oyeron:
“¡Qué coraza si se helaran!”
… Era una voz oculta en los juncos. Tras ellos descubrieron a una joven bellísima llamada Rummaykiya, que resultó ser esclava de un arriero.
Mutamid la llamó a palacio, enloqueció de amor y la hizo su esposa, tomando el nombre de Itimad.
Cuando al-Mutamid fue depuesto, Rumaikiyya partió con él al exilio.
(De la biografía de Al-Mu’tamid de Miguel José Hagerty en «Al Mu‘tamid»)
«El vino de Al-Mutamid»
Por más que recorro Sevilla,
no encuentro ya palmeras que te dieran sombra,
naranjos que surtieran tu mesa.
Continue Reading…