Manuel Alcantara. «Premio Joaquín Romero Murube»
«Mira que cosa tan rara: Pasé la noche
contigo estando solo en mi cama…»
Manuel Alcantara. Malaga, 10 de Enero de 1928.
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Málaga en el año 2000
«Tras recibir el premio, Alcántara ha resaltado que Joaquín Romero Murube es un «patricio de la Bética romana», y ha confesado que no está seguro de que él, un «aprendiz de poeta», merezca que su nombre figure en su biografía.
El Presidente de la Junta de Andalucia que le entrego el premio dijo de Alcantara: «es un columnista sin tapujo, de trazo firme y audaz, y ha sentenciado: «Es un periodista de raza que ha hecho de su libertad un signo distintivo».
El presidente del jurado, Enrique Barrero, explica que o que Alcántara «ha ganado el premio por la calidad literaria de su artículo, la personalidad del autor, uno de los mejores escritores españoles contemporáneos aunque en este caso se haya premiado su faceta periodística, y el tema elegido, al rescatar a un sevillano excepcional.»
El X Premio «Joaquín Romero Murube», que está dotado con 6.000 euros, ha sido concedido a Alcántara por su artículo «Cansinos vuelve a Sevilla», publicado en el diario Sur el pasado 27 de junio y dedicado al novelista y poeta sevillano Rafael Cansinos Assens.
El jurado ha estado compuesto por Enrique Barrero González, Antonio Burgos, Ignacio Camacho, Jacobo Cortines y José Miguel Santiago.
Este galardón ha sido concedido en ediciones anteriores a Ignacio Camacho, Manuel Ramírez, Arturo Pérez-Reverte, Francisco Pleguezuelo, Joaquín Caro Romero, Antonio Burgos, Carlos Colón, Carlos Herrera y Juan Manuel de Prada.
Mas abajo podeís leer el Texto integro del árticulo por el que se le ha concedido el premio, pero a mi sobre todo me gusta y me quedo con el poeta y sus poemas:
«Soneto para acabar un amor»
He quemado el pañuelo por si acaso
se pudiera tejer de nuevo el lino.
Le sobra la mitad del vaso al vino
y más de media noche al cielo raso.
Tenía que pasar esto. Y el caso
es que estando yo siempre de camino
y estando tú parada, no te vi y no
me ha cogido el amor nunca de paso.
Puede que salga a relucir la historia
porque nunca se acaba lo que acaba,
que se queda a vivir en la memoria.
Echa a andar el amor que te he tenido
y se va no sé dónde. Donde estaba.
De donde no debiera haber salido.
«Soneto para empezar un amor»
Ocurre que el olvido, antes de serlo,
fue grande amor, dorado cataclismo;
muchacha en el umbral de mi egoísmo,
¿qué va a pasar? mejor es no saberlo.
Muchacha con amor, ¿dónde ponerlo?
Amar son cercanías de uno mismo.
Como siempre, rodando en el abismo,
se irá el amor, sin verlo ni beberlo.
Tumbarse a ver qué pasa, eso es lo mío;
cumpliendo años irás en mi memoria,
viviendo para ayer, como una brasa,
porque no llegará la sangre al río,
porque un día seremos sólo historia
y lo de uno es tumbarse a ver qué pasa.
«Soneto para esperarte en una cafeteria»
Resulta que la historia estaba escrita
cuando yo quise hacerla a mi manera.
Cuando yo no quería que volviera
resulta que la historia resucita.
Resulta que en el tiempo de la cita
tendrán que hacer un banco de madera.
Al corazón le viene bien la espera,
quién sabe si además la necesita.
Azafatas de vuelo alicortado
van del café a las piñas tropicales
por aires ciudadanos y ruidosos.
Arriba el tiempo nuevo ha presentado
sus fluorescentes luces credenciales
y enrolla pergaminos luminosos.
«Amanecer»
Una vez más reaparece
el día de ayer, ya dado
por muerto y por enterrado.
Otra vez desaparece
el silencio y me amanece
otra vez a nuestro lado.
No sé si será pecado.
A mí no me lo parece.
En este día cualquiera
párate a ver cómo canta,
antes que me vaya fuera,
mi corazón en tu mano
y tu boca en mi garganta
por la mañana temprano.
«Biografía»
Lo mejor del recuerdo es el olvido…
Málaga naufragaba y emergía…
Manuel, junto a la mar, desentendido;
yo era un niño jugando a la alegría.
Ahora juego a todo lo que obliga
la impuesta profesión de ser humano,
y a veces, al final de la fatiga,
enseño a andar palabras de la mano.
Ser hombre es ir andando hacia el olvido
haciéndose una patria en la esperanza;
cuerpo a cuerpo con Dios se está vendido
y a gritos no se alcanza.
( Dentro de poco se dirá que fuiste,
que alguien llamado así, vivió y amaba…)
Ser hombre es una larga historia triste
y un buen día se acaba.
Desde mis veinticinco historias vengo.
Nada me importó nada.
Pero cualquier capítulo lo tengo
miniado en letra triste y colorada.
Un hombre hecho y deshecho
os habla. Soy distinto cada año.
Tengo un desconocido por el pecho.
Sí. Miradme a los versos. No os engaño.
Tengo el sombrío bosque de la frente
esperando que llueva;
mientras, el alma suena bajo el puente,
y cuando el alma suena es que a Dios lleva.
Vuelvo a andar el camino desandado
y en mi paso resuenan las cadenas.
Recuerda el corazón acostumbrado…,
¡qué buen fisonomista de las penas!
Unas pocas palabras me mantienen:
duda, esperanza, amor… Siempre me pierdo…
Amor, duda, esperanza… Siempre vienen…
La ilusión, si la he visto, no me acuerdo.
Lo mejor del recuerdo es el olvido…
Málaga naufragaba y emergía…
Manuel, junto a la mar, desentendido;
hubo una vez un niño en la bahía.
Y hay un hombre de pie sobre mis huellas
indefenso y sonoro, a ras del suelo,
que se irá mientras hacen las estrellas
propaganda de Dios allá en el cielo.
«Arcangel de la pereza»
Un arcángel me ronda indiferente,
oigo sus alas cerca de mi aliento;
un arcángel me ronda, yo lo siento
con el peso del aire por mi frente.
El me enseñó a decir «inútilmente»
y a darle los propósitos al viento;
su espada, del metal del desaliento
se hundió en mi voluntad desobediente.
Arcángel rondador de la desgana,
que se lleva el dolor que no me tomo
para traerlo el día de mañana…
Sujetas van las penas por las bridas,
enjaezadas, dolientes, nobles, como
las mulas al final de las corridas.
Sólo la ociosidad es mi tarea.
Las morunas naranjas, gajo a gajo,
vierten su antiguo zumo, y en el tajo
se ha vuelto perezosa la pelea.
Si esto es vivir, que venga Dios y vea
cómo ando con la vida cuesta abajo…
Que cuesta estar de pie mucho trabajo
para después marcharse adonde sea.
El naufragio que llevo entre las sienes,
que es verdad que no cabe en cualquier río,
me trae a mal traer… Y aquí me tienes
contándole una historia a los desiertos,
machacando la vida en hierro frío,
hablando de la muerte con los muertos.
Lo sabe el corazón. Que no se diga
que el corazón no sabe lo que tiene.
Sobre su propia muerte se sostiene
pero la sangre a veces se fatiga.
Cansado y todo dice Dios que siga
habitando el vacío, que se llene
de noches y de nada… Mientras viene
uno se echa a dormir. Pereza obliga.
Con la genealogía de los trinos
cantando está la antigua voz del arte
a la insegura sombra de la suerte,
la memoria se llena de caminos
pero no llegaré a ninguna parte
con este corazón de mala muerte.
«De mi una guitarra»
Cuando yo me haya ido
-qué triste que me vaya-
de esta madera mía
que me hagan una guitarra.
Cuando termine la muerte,
si dicen: «¡A levantarse!»,
a mí que no me despierten.
Que por mucho que lo piense,
yo no sé lo que me espera
cuando termine la muerte.
Que yo me conformo siempre,
y una vez acostumbrado
a mí que no me despierten.
Para encontrarme conmigo
vuelvo a salir a la calle,
calle del tiempo perdido.
Para encontrarme contigo
estoy buscando en el suelo
las huellas de su sonido.
Para encontrarme con nadie
me pongo a mirar arriba,
¡Auxilio, que Dios me ampare!
Mis cuentas no están cabales:
me falta una golondrina
y me sobran tres cristales.
Mira qué cosa tan rara:
pasé la noche contigo
estando solo en mi cama.
En este día cualquiera
párate a ver cómo canta,
antes que me vaya fuera,
mi corazón en tu mano
y tu boca en mi garganta
por la mañana temprano.
Ponte a vivir como loco:
ama, ríe, bebe, olvida.
Puesto a vivir todo es poco
por más que dure la vida.
El mar no puede morir,
se quedará navegando
aunque no haya nadie aquí.
Si otros no buscan a Dios
yo no tengo más remedio:
me debe una explicación.
No digo que sí o que no.
Digo que si Dios existe
no tiene perdón de Dios.
No digo que no o que sí.
Digo que me gustaría
que Él también creyera en mí.
Yo no le guardo rencor.
Si le encuentro alguna vez
nos perdonamos los dos.
Mi pobre tierra no puede
darme lo que estoy buscando.
Nadie da lo que no tiene.
Yo no culpo a Andalucía,
sé muy bien que a su esperanza
le pasó lo que a la mía.
Averigua quién te dio
esas ganas de morirte.
Ha tenido que ser Dios.
Ha tenido que ser Dios
un día que estaba triste.
No tiene otra explicación.
«En aquél tiempo»
Yo tuve el corazón capaz de lluvia.
Ocurría febrero con sus alas
y el tiempo digital nos puso juntas
las manos y los ojos y los cuerpos:
toda la tierra que el amor excusa.
Igual que el viento en las banderas altas
se comportó en nosotros esta música.
Me fui quedando acompañado y cierto,
entendido en los bosques de mi jungla,
leñador orgulloso de raíces
que no debieron nunca estar ocultas.
Lo de siempre se puso a ser distinto:
el mar entero cupo en una urna,
el hielo de los vasos provenía
de una lejana nieve, nuestra y única,
mis manos migratorias se quedaron
a vivir en tu tierra más profunda
y en mi boca, de siempre descontenta,
dimitían de pronto las preguntas.
Presenciadas por dos cambian las torres,
la muerte aplaza sus gestiones últimas
y estar vivo se agita y condecora.
La muerte debe ser como un espejo
donde uno mira y mira sin ver nunca.
Ven cerca. Más. Que entre los dos no quepa
ninguna muerte ni ninguna duda.
Te hablo desde febrero y desde siempre:
sabemos del amor por lo que alumbra,
por lo que tuerce y acrecienta y rige,
por su forma de andar en la penumbra…
Y así, sobre semanas perseguidas
izamos con esfuerzo nuestra alma.
«Este jueves»
Este jueves depende de tu boca.
Debes cuidarlo igual que un parque a un niño,
como cuida el otoño cada hoja
y le procura el aire necesario
para que se reúna con las otras.
Mira este jueves. No lo sabe. Míralo
acercarse a nosotros entre sombras.
y ocupar la ciudad como un ejército
que no pensara nunca en su derrota.
Será jueves en todo. Está de paso
pero quiere vivir de luces propias.
Entrará en la oficina de mañana,
a mediodía contará sus horas
y se quedará al norte de las cartas
que desde que se escriben son remotas.
Mira cómo se acerca hasta nosotros:
viste de azul y herencias sigilosas,
establece su número y su luna
¡el tiempo siendo jueves en las cosas!
Cuídalo tú que puedes, no le dejes
que tal día haga un año en la memoria.
Mira cómo se acerca a la ventana
sin saber que depende de tu boca.
Para pasar un día con nosotros
ha salido este jueves de sus sombras.
El articulo por el que se le ha otorgado el «Joaquín Romero Murube»
«Cansinos vuelve a Sevilla»
«PUDO ser intérprete en Babel. Entre otros dones, tenía el don de las lenguas y hablaba y escribía todos los idiomas conocidos, incluso los que sólo conocía él. El azar, o el destino, o el carácter, vaya usted a saber, hizo que viviera gran parte de su recatada y generosa vida, fuera de su Sevilla, pero el hábito no hace al monje y Cansinos Assens tuvo el hábito de escribir todos los días, de espaldas o quizá de perfil a eso que llaman éxito. Así que se convirtió en un monje tibetano de la literatura que vivía cerca del viaducto madrileño.
Tuvo que ser Borges el que lo proclama ser su maestro. Ahí es nada: tener un discípulo confeso que llega a ser el Homero de la Pampa. Rafael Cansinos fue poeta, novelista, ensayista y traductor. Las historias que Schahrasad la persa le contó en su armoniosa lengua al neurótico rey Schariar jamás han sido trasvasadas al castellano en un vaso más limpio. Es como si don Rafael hubiera estado allí desde la víspera de la noche mil. «Se han descubierto las fuentes del Nilo, pero aún están sin descubrir las fuentes de las «Mil y una noches»», dice. Cansinos nos dejó al morir un archivo de más de 40.000 documentos. Sevilla, siempre presente en su magna obra, los acogerá en el convento de Santa Clara. Sevilla no abandona a sus hijos, vivan donde vivan, no pueden abandonar a Sevilla.
En «La novela de un literato», que es el más importante catálogo de personajes que poblaron una época de la vida española, habla Cansinos de «el divino fracaso». Confiesa, sin ninguna clase de petulancia, que jamás pensó que la literatura fuera una cosa práctica, ni un medio de vida. «No hay olvido», dijo su paisano Luis Cernuda. Visitar su fundación entre manuscritos, proclamas ultraístas, imaginería religiosa y dedicatorias, será como visitar un monasterio. Aunque el monje esté ausente.»
Biografía y Bibliografía en la web de la «Fundación Manuel Alcántara»
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Gracias Triana por hacerme participe y cómplice de esta maravillosa poesía. Grato es… conocer, leer y sentir la esencia mística de la lírica de Manuel Alcántara.
Un honor, mis congratulaciones a él por regalarnos estas poesías y a ti por invitarme a pasearme en su lírica.
Un abrazo,
Hermoso Blogs, cada parte que forma el todo de su agradable composición y presentación es una delicia a nuestros ojos y a nuestra alma.
Me gusta esa mezcla de tópicos y matices que sabiamente combinas, entrelazados unos a otros con el canto, la lírica, el diseño, el humor, los recuerdos, la solidaridad… en fin, Triana este Blog habla de tí y mucho… Bravo!!!
Me satisface la invitación a compartir y departir en su interior, acompañadas de una rica taza de café, esa te la brindo yo!
Un abrazo,
Bienvenida Garfie, pasa ponte comoda y compartamos ese café que ya sabes siempre agradezco.
Este blog solo es como esa cajita que todos tenemos donde guardamos lo que más amamos, incluidos los bellos recuerdos.
Un beso.
Premio bien merecido.Me parece un gran poeta y nó un «aprendiz de poeta» como el humildemente se desribe.
Gracias Triana.
Como todos los seres inteligentes, la humilidad es una constante en los genios y los sabios y para ser una de las dos cosas, es necesario ser inteligente.