[…] El cielo no volvió ni fue ya claro.
La gente se hizo dura,
y a los niños dejaron de querernos…»
EC
«Los trenes»
A mi tío Candelas López
que trabajábamos entonces en el campo
Aquel invierno estuve sarmentando
la viña de mi abuelo, Eladio López,
el que volvía del campo sin camisa
y sin blusa por dar a los mendigos,
pues él creía que el hombre bien merece
ser hermano de todos, no otra cosa.
¿Qué más iba a decir?; aquel invierno
estuve sarmentando aquella viña
que era pequeña, y más de los ajenos,
viendo brillar la escarcha de diciembre
que era fría y hermosa y, tío Candelas,
el podador, hermano de mi madre,
con sus ojos de campo me observaba
mirando el horizonte allá perdido
por detrás de los pájaros volantes.
Tenía yo nueve años. Trabajaba
sin muchas fuerzas. Yo pensaba entonces
en cosas como estas que ahora escribo:
en lo estrecho de pecho que es el hombre
en los tiempos de guerra y de venganza,
cuando la gente aguanta las pezuñas
con odio, acobardada, sin defensa;
todo esto es verdad que lo pensaba
mientras los trenes de Madrid-Valencia
pitaban y yo ataba mis gavillas,
helado y mal vestido, ya hace años…
A pesar que el recuerdo llega turbio
como un documental retrospectivo
con las caras borrosas, todavía
veo que me miraba tío Candelas
atentamente, sí, que me ayudaba
a valerme otras veces o citábame
palabras de la Biblia entre aquel frío
del 40 y su hambre o que rimaba
su coplilla octosílaba manchega:
«Sobrino Eladio, te digo
que no te entretengas tanto
en mirar por Riozáncara
los trenes que van pasando.»
Era que a dos kilómetros pasaban
muchos desconocidos en los trenes,
era que el mundo estaba en otra parte
y nadie ve la vida ni se entera
de casi nada, y era que las gentes
mal se conocen entre sí ni se aman
lejos unos de otros… Yo veía
el tren muy negro y largo en la llanura,
silbante, con su humo y sus bolliscas*,
pasar hacia otro mundo de esperanza,
no de engaño y de luto, pues los pobres
dan en creer en la milagrería,
en que unas gentes vendrán a salvarles
en un tren como aquellos que pasaban;
dan en creer los pobres esas cosas
cuando son niños, siempre trabajando
y sin salir del pueblo para nada.
Eladio Cabañero
De: Recordatorio, 1961
Recogido en: Palabra compartida (Antología poética)
Ed. Biblioteca de autores manchegos – Diputación de Ciudad Real 2014©
ISBN: 978-84-7789-312-7
*Bolliscas: Ceniza o pavesa que vuela en el aire.
Eladio Cabañero López nació en Tomelloso, Ciudad Real, el 6 de diciembre de 1930.
Su padre, fotógrafo y maestro de profesión, había sido militante socialista y presidente de la Casa del Pueblo, motivo por el que fue fusilado por el régimen franquista tras la guerra civil, en 1940.
Con sólo cuatro libros publicados, se le incluye entre los poetas más valiosos y representativos de la Generación del 50′, desde que en 1963, le fuera concedido el Premio Nacional de Literatura por Marisa Sabia y otros poemas.
Más tarde, obtuvo el Premio de la Crítica por la primera antología de su obra: Poesía 1956-1970.
Su nombre aparece en varias de las más importantes antologías de su época a partir de Nuevos poetas españoles, que corrió a cargo de Luis Jiménez Martos en 1961, en la que recoge las voces de once poetas, entre los que se encuentran, los considerados imprescindibles de la citada generación, entre ellos están poetas de la talla de Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Carlos Sahagún, Ángel González, y el propio Eladio Cabañero.
según palabras de Manuel Rico, la poesía de Eladio Cabañero: «Es poesía de la experiencia, es poesía de lo cotidiano, tiene un claro componente emotivo —y ético— y es, en síntesis, un peculiar modo de conocer, tanto la realidad como el propio fenómeno creador»
Murió en Madrid, el 22 de julio de 2000.
También de Eladio Cabañero en este blog:
«Eladio Cabañero: Los trenes»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Compañera»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: La carta»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Serenidad»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: El encuentro»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: El andamio»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Cardencha de otoño»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Las tinajas»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: La Mancha al sol»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Ese hombre del puente»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: El hombre»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: La despedida»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: El pan»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: El hombre»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: A Luis Cernuda en su muerte»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Bien sabes tú que hay alguien que se encarga…»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Antes cuando la infancia»: AQUÍ
«Eladio Cabañero: Ocaso»: AQUÍ
Bibliografía poética:
Desde el sol y la anchura Ayuntamiento de Tomelloso – 1956.
Una señal de amor – Madrid Ed. Rialp, 1958. – Accésit Premio Adonais en 1957.
Recordatorio – Madrid – Ed. Taurus, 1961. (Reeditado en 1995 por Ediciones La Palma)
Marisa Sabia y otros poemas – Madrid – Ed. Gráficas Halar – 1963, por el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura de ese mismo año.
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