María Rosa Vicente: Escalera de ratas

«… Tenemos el pelaje cubierto
de estrellas de hojalata…»
MRV

«Escalera de ratas»

Serpiente de lo inhóspito
esperando un instante
para romper
los moldes de lo etéreo:
masa informe de las ratas
escalonadamente
escalonadas.
Infectáis las raíces de lo árboles
con vuestro agrio veneno
de escorpión
macilento,
rompéis los ojos de las amapolas,
y destrozáis
la cáscara de la naranja.
Portadoras del mal,
ratas gordas y flacas;
las unas llenas de ambición despierta
y las otras de miedo sometido.
Esta verde escalera
donde se junta el mármol con el polvo,
lo blanco con lo negro,
lo azul con lo amarillo,
es una cárcel roja de penumbra
donde las ratas
juegan a ser dioses.
Los ojos son cristales
maliciosos de envidia.
Marcadas en la piel
están las señas del infierno.
Vosotras, ratas,
vais como la culebra
que trepa y que se esconde,
tiráis la piedra
y ocultáis la mano.
Yo,
loco de las montañas azules,
os contemplo
y me río
¿Que rata seré yo?
¿esa blanca
que lleva pajarita de cuadros
y chistera?
¿Aquella con el rosario prendido
en el hocico?
¿O esa que arrastra
todas las envidias del mundo?
¿Aquella que no piensa
y es arrastrada por el que es más fuerte?
¿Aquella azul que vive por un sueño?
¿O una asquerosa rata negra salvaje?
¿Dónde estaré sentado?
¿en el divino mármol o en el polvo maldito?…
NO ME IMPORTA.
Sé
que si soy blanca estaré arriba
y si negra, debajo.
Sé
que si soy morada
tendré ganado el cielo en las iglesias.
Sé
que si soy lavarán mi cerebro,
no tendré ni opinión, ni voz, ni voto,
y tendré un número por nombre.
Por eso…
¿Qué me importa saberlo?
Tarde o temprano
me tocará enterarme.
No sé si comeré o me comerán.
Pero ahora
prefiero seguir loco y transparente.

María Rosa Vicente

De: «Escalera de Ratas» – 1977

*La imagen es un óleo de Vincent van Gogh

María Rosa Vicente nació en Madrid en 1959.
Su infancia y adolescencia transcurrieron en Don Benito, Badajoz.
Cursó la carera de Filología Hispánica en Salamanca.
Desde 1987 reside en el Puerto de Santa María, Cádiz.
Fue ganadora del Premio Adonais en 1977 por «Canto de la distancia»