«Me extravié en el cielo.
Qué puedo hacer?
Quien esté cerca ¡conteste!…»
OM
Recordando al poeta simbolista ruso en el aniversario de su muerte.
«Porque no supe retener tus manos…»
Porque no supe retener tus manos,
porque traicioné la dulzura de tus labios salados,
debo aguardar el alba en la acrópolis dormida.
¡Cómo odio el hedor de los viejos troncos!
Los guerreros aqueos ensillan a oscuras sus caballos,
sus mordientes sierras se aferran a los muros,
nada calma el seco tumulto de mi sangre,
y no hay para ti ni nombre, ni sonido, ni molde.
¿Cómo pude pensar que volverías? ¿Cómo osé
pensarlo?
¿Por qué me separé de ti antes de tiempo?
Aún no se disipó la sombra ni cantó el gallo,
ni hendió la madera el hacha ardiente.
En los muros la resina destila cual lágrima
transparente
y la ciudad siente sus costillas de madera,
pero la sangre afluye a las escalas y al asalto se lanza.
Tres veces soñaron los guerreros esta imagen seductora.
¿Dónde está la querida Troya? ¿Dónde la casa del rey,
de la doncella?
Será destruido el alto nido de Príamo.
Y caen las flechas como lluvia seca de madera,
y otras flechas, como avellanos, crecen en la tierra.
La última estrella, picadura indolora, se apaga,
la golondrina gris de la mañana llama a la ventana
y el lento día se remueve como un buey entre la paja,
y luce en las calles, arrugadas por tan largo sueño.
Osip Mandelstam
De: «Tristia y otros poemas» – 1920
Traducción de Jesús García Gabaldón
Prólogo de Joseph Brodsky
Ediciones Igitur 2000©
ISBN: 978-84-921831-8-0
Ósip Emílievich Mandelshtám nació en Varsovia, Imperio ruso, el 15 de enero de 1891.
Poeta ruso de origen judío-polaco y miembro de la corriente acmeísta, una derivación del simbolismo ruso que reaccionaba contra él. Con el tiempo evolucionó hacia posiciones individuales, como la síntesis del simbolismo, el futurismo y el acmeísmo.
Tras escribir un poema contra Stalin, fue desterrado a los Urales donde fracasó en un intento de suicidio, después de pasar varios años en Voronezh, en los que continuó escribiendo, aunque en condiciones muy difíciles, volvió, siendo de nuevo arrestado en 1938, y condenado a cinco años de trabajos forzados en un campo de Vladivostok, donde murió el 27 de diciembre de 1938.
Su nombre estuvo prohibido en la Unión Soviética durante 20 años.
Impresionante relato de Sergio Bufano sobre la muerte de Osip Mandelstam:
“El poema nunca escrito”
… Mandelstam prefería mantener distancia de esa estética que más tarde se encaminaría con paso militante hacia el realismo socialista.
En el mes de diciembre de 1938, en un campo de prisioneros de la Unión Soviética, la temperatura congelaba la respiración y la conciencia de los comisarios políticos. Los 25 grados bajo cero no perdonaban nada. Implacables, solidificaban las lágrimas y no dejaban llorar, aunque no por ello impedían la tristeza. Al menos la tristeza del poeta Osip Mandelstam, o lo que quedaba de él al cabo de algunos años de permanencia en ese desierto helado en donde sólo el aullido del viento apaga el aullido de los lobos.
En una barraca de madera que dejaba filtrar por sus ranuras los puñales de aire hirientemente fríos, durmió mal, como siempre, y despertó cuando la luz plomiza del lejano noroeste de Rusia, cerca del río Kolima, amagaba con aparecer, pero no aparecía. El sol era en su memoria un círculo delgado y frágil, que se desvanecía detrás de cada ráfaga blanca; Mandelstam ya no recordaba ni un sólo día de verano. Ni una primavera. Olvidado el color verde del pasto, el amarillo de las hojas de otoño, el rocío de las noches estivales, había olvidado también la agradable sensación del calor cuando se levantó de su camastro y salió hacia el galpón para tomar el té que le servirían sus guardianes.
No llegó a cruzar la calle y cayó muerto, probablemente agradecido por la generosidad de la naturaleza que le impedía seguir viviendo. Ya era hora de morir. Por fin, la muerte le abría las puertas de la libertad para escapar del tormento de su cuerpo sometido.
Cuerpo que nunca más apareció. En alguna fosa común que todavía hoy comparte con cientos de intelectuales, revolucionarios o campesinos disconformes, los restos del poeta se han congelado sesenta y cuatro inviernos. Nunca más se supo de él. No hay memoria que pueda rescatar sus huesos.
Y nunca, además, fue posible comprender el gesto que lo condujo a la cárcel y la muerte.
San Petersburgo
Sergio Bufano
También de Osip Mandelstam en este blog:
«Ósip Mandelshtám: Qué puedo hacer con este cuerpo mío irrepetible…»: AQUÍ
«Ósip Mandelshtám: Me extravié en el cielo»: AQUÍ
«Ósip Mandelshtám: La tristeza inexpresiva…»: AQUÍ
«Ósip Mandelshtám: Yo he regresado a mi ciudad, que conozco»: AQUÍ
«Osip Mandelstam: Porque no supe retener tus manos…»: AQUÍ
«Osip Mandelstam: Poema (Sin título)»: AQUÍ
Bibliografía poética:
La piedra – 1913
Tristia – 1922
Cuadernos de Moscú – 1930-1935
Cuadernos de Voronezh – 1935-37
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