Poesia

Francisco de Quevedo: A quien la buena dicha no enfurece…

septiembre 8, 2023


Enseña el camino más seguro para la virtud, y quita el velo engañoso a la riqueza.
FQ

Un día como hoy murió uno de los más grandes escritores del Siglo de Oro español, Francisco de Quevedo, en su memoria uno de sus sonetos:

«A quien la buena dicha no enfurece…»

A quien la buena dicha no enfurece,
ninguna desventura le quebranta;
camino, Fabio, por la senda santa,
que no en despeñaderos permanece.

Huye el camino izquierdo, que florece
con el engaño de tu propia planta;
pues cuanto en curso alegre se adelanta,
tanto en mentidas lumbres te anochece.

Huye la multitud descaminada;
deja la culpa espléndida, y, seguro,
a virtud dará el fin de la jornada.

Y si al engaño, en la opulencia oscuro,
aplicas luz, harás que te persuada
que el oro es cárcel con blasón de muro.

Francisco de Quevedo

De: Parnaso español

Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, nació en Madrid, el 14 de septiembre de 1580.
Noble, político y uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura española, perteneciente al Siglo de Oro, y uno de los autores más destacados de la literatura universal.
Hijo de una familia de hidalgos de origen cántabro, nació con serias deformidades en los pies y miope, por lo que su infancia fue solitaria e infeliz, rodeado de la nobleza y gentes potentadas de la sociedad madrileña, su madre era dama de la reina, y su padre, secretario de la hermana del rey Felipe II, María de Austria, tuvo que soportar las burlas de otros niños, lo que le llevó a refugiarse en la lectura.
Mostrando de forma precoz su gran inteligencia fue enviado a estudiar al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, y posteriormente a la Universidad de Alcalá de Henares, donde estudió Teología, sin llegar a ordenarse, y lenguas antiguas y modernas.
En una estancia de la Corte en Valladolid circularon los primeros poemas de Quevedo que parodiaban los de Luis de Góngora, el poeta cordobés lo detectó con rapidez, y comenzó sus ataques, con una serie de poemas, a los que Quevedo contestó, siendo ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cordobés.
Sin embargo diversas fuentes dudan de esa famosa enemistad, y sostienen que esas controversias eran ejercicios habituales en la poesía barroca; sí existía una sustancial diferencia es sus respectivas obras entre el estilo conceptista de Quevedo y el culteranismo de Góngora,
Góngora nunca nombra a Quevedo y las atribuciones de las sátiras de uno y otro son bastante dudosas; a la muerte de Góngora, Quevedo era un escritor casi inédito.
La obra poética de Quevedo, que está constituida por unos 875 poemas, presenta ejemplos de casi todos los subgéneros de su época: poesía satírico-burlesca, amorosa, moral e inmoral, una parodia de la poesía heroica (el Poema de las necedades y locuras de Orlando, no concluido), poemas de circunstancias, descriptivos, religiosos (entre los cuales destacan sus impresionantes Salmos) y fúnebres. Pero además incluye poemas metafísicos y filosóficos de carácter neoestoico. Aproximadamente, un 40 % de sus textos son satíricos; si a ello se le añade el hecho de que muchos de ellos circularon públicamente en vida del autor a través de copias manuscritas, se explica la fama de crítico severo y mordaz de su época con que se conoce, en parte, a Quevedo.
La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la antología conocida con el nombre de Primera parte de las flores de poetas ilustres de España; incluye diecisiete poemas. Pero el resto fue publicado en forma póstuma en dos obras: El Parnaso español (1648) y Las Tres Musas Últimas Castellanas (1670). También se conservan dos manuscritos que coleccionaron sus obras: el llamado Cancionero antequerano y el Cancionero, de 1628.
Ostentó los títulos de: Señor de La Torre de Juan Abad y Caballero de la Orden de Santiago.
Murió en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645.

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