«…nada paga el llanto de ese niño
cuyo globo se escapa entre las casas.»
EM
«El olor de la herejía»
¿Fue Miss Petrus, secretaria y hagiógrafa
de Tyrrell, su amante? Sí, fue la respuesta
del barnabita, y un movimiento gélido de horror
serpenteó entre los familiares, los amigos y otros
ocasionales huéspedes.
Yo, apenas un niño, permanecí indiferente
a la cuestión; el barnabita era
un discreto tapeur de pianoforte
y a cuatro manos, quizá a cuatro pies,
zapateamos o cantamos
«En esta tumba oscura» y otros varios
divertimientos.
Que desprendiera un tufo de herejía
parecía ignorarlo la familia. Muerto
y ya olvidada la persona, supe
que estaba suspendido a divinis y quedé boquiabierto.
¿Suspendido de qué? ¿De qué cosa y por qué?
¿A medio aire, en fin, sujeto con un hilo?
¿Sería lo divino un gancho o colgadero?
¿Entra por el olfato como cualquier olor?
Sólo más tarde comprendí el sentido
de la expresión y ya no me quedé
suspendido de aliento. Aún me parece ver
al viejo fraile en la pineda,
que ardió hace tiempo, inclinado sobre textos miasmáticos,
bálsamo para él. Y nada en el olor recuerda
lo demoníaco o lo divino, soplos de voz o pneumas,
de los que sólo queda huella en algunos papeles ilegibles.
Eugenio Montale
Traducción de José Ángel Valente
Eugenio Montale nació en Génova, Italia, el 12 de octubre de 1896.
Poeta, ensayista y crítico de música, recibió el Premio Nobel del Literatura en 1975.
Murió en Milán, el 12 de septiembre de 1981.
También de Eugenio Montale en este blog:
«Eugenio Montale: Encuentro»: AQUÍ
«Eugenio Montale: Sestear pálido y absorto…»: AQUÍ
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