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Hospital de los Venerables Sacerdotes
Barrio de Santa Cruz. Sevilla.
Se trata de un edificio barroco que consta de dos plantas donde, se localizan el templo y la residencia en sí, que cesó con tal función en la década de 1970.
Su historia tuvo sus inicios cuando la Hermandad de El Silencio, la más antigua de las que procesionan en la Semana Santa sevillana, decidió a partir del año 1627 amparar a los sacerdotes ancianos, pobres e impedidos.
Para tal fin alquiló una casa en la que daban cobijo, asistencia y manutención a estos. En el año 1673 la misma hermandad fundó otra, cuyo fin sería el de cubrir exclusivamente la tarea que venían desempeñando desde el año 1627, decidiéndose construir un hospital.
La tarea fue emprendida por el canónigo de la catedral de Sevilla, Justino de Neve en 1675.
Con los medios aportados por la hermandad fundadora, la limosna y facilidades de los monarcas, la institución se mantenía, pero llegado el año 1805 la institución llegó a su límite, casi no tenía medios para sustentarse.
En el año 1840 el hospital se convirtió en fábrica de tejidos, por lo que los hospedados fueron trasladados a una de las salas del Hospital de la Caridad que habilitaron para ellos. Las quejas de la hermandad fundadora consiguieron que en el año 1848, bajo una Real Orden, le fueran devueltos sus bienes, regresando los venerables sacerdotes de nuevo a su antiguo hogar. La Plaza de los Venerables es llamada así desde el año 1868.
Cuenta con un patio sevillano (que puede parecer también un claustro conventual), con una fuente central escalonada con gradas circulares que están decoradas con azulejos, se encuentra a un nivel más bajo por problemas de abastecimientos de agua. Alrededor del patio hay galerías de arcadas asentadas sobre columnas de mármol toscano con base ática, de modelo vignolesco. La pila central fue diseñada por Bernardo Simón de Pineda y realizada por Francisco Rodríguez, los azulejos de su primera etapa fueron realizados por Melchor Moreno.
Al lado oriental del patio estaba la enfermería baja. Es un salón rectangular con arquería central, los arcos están decorados con yesería con símbolos que se pueden relacionar con la advocación del Hospital de San Pedro, hoy se utiliza como Sala de Exposiciones.
También es destacable la escalera que está cubierta por una bóveda elíptica decorada con yeserías barrocas.
En la planta alta hay otra sala de idénticas características en la planta baja, conocida como enfermería alta, que en principio se usaba como cobijo en épocas de frío. Estaba comunicada con el coro de la iglesia. En su ángulo sudeste se encuentra la torre mirador superior al refectorio alto, que está cubierta con armadura de estilo mudéjar.
El antiguo Refectorio y la Sala de Cabildos de invierno, en el piso superior, han sido acondicionados para ser respectivamente la Biblioteca y el Gabinete de Estampas.
Otra de sus características es el color que lo adorna, constrastando el blanco de la cal con el rojo del ladrillo de pilastras, arquitrabes y cornisas.
La iglesia es de una sola nave cubierta por bóveda de medio cañón con lunetas y arcos fajones.
Dentro de la iglesia se pueden ver pinturas murales al fresco realizadas por Valdés Leal. Las del presbiterio representan la invención de la Santa Cruz, las del techo de la sacristía forman un pequeño espacio con perspectiva (trampantojo); a cada lado del presbiterio hay pinturas realizadas por Valdés Leal y su hijo Lucas Valdés: en la del lado derecho se representa a San Fernando entregando la mezquita al Arzobispo y en la del lado izquierdo se muestra a San Fernando ante la Virgen de la Antigua.
Las urnas relicarios que aquí se encuentran y los cobres son de procedencia flamenca; las pinturas sobre mármol de la Inmaculada y de la Virgen con el Niño fueron realizadas por Sassoferrato. Las pinturas que cubren la bóveda y los muros fueron realizadas por el hijo del pintor, Lucas Valdés. Simulan tapices y representan el Triunfo del Pontificado.
En el retablo mayor, que data de 1889, se puede admirar la Apoteosis de San Fernando, también obra de Lucas Valdés. A cada lado están representados San Clemente y San Isidoro, realizados por Virgilio Mattoni. Las figuras en relieve de San Juan Bautista y San Juan Evangelista se atribuyen al maestro de la imaginería sevillana Juan Martínez Montañés y datan de la primera mitad del siglo XVII. También es de destacar el lienzo central del retablo de San Jerónimo, que en principio se atribuía a Herrera «el viejo»,aunque posteriormente se ha comprobado que data de mediados del siglo XVII.
Las figuras de San Fernando y San Pedro, situadas debajo del coro, fueron realizadas por Pedro Roldán.
En el retablo de la Concepción se encuentra la figura de San Esteban, que aunque es una obra anónima del siglo XVII, se atribuye a Martínez Montañés. Los retablos son obra de Juan de Oviedo. El púlpito, realizado con mármoles policromados y ricas maderas es obra de Francisco de Barahona. Bartolomé Esteban Murillo que era gran amigo de Justino de Neve, y del que este fue importante mecenas, también pintó una obra para el hospital, una de sus más importantes Inmaculadas, que tras ser requisada durante la invasión napoleónica y llevada a Francia, fue recuperada por el estado español, estando albergada actualmente en el Museo del Prado de Madrid.
Desde el año 1991 el Hospital es sede de la Fundación Focus-Abengoa (Fondo de Cultura de Sevilla), que lo restauró entre los años 1987 y 1991. Para ello también tuvo que intervenir el cardenal Carlos Amigo Vallejo dando su autorización. El edificio fue inaugurado por la reina Sofía, el 5 de noviembre de 1991, con una muestra dedicada a la pintura sevillana del Siglo de Oro.
También está habilitado como centro cultural de exposiciones, y en él se celebran conciertos, conferencias y seminarios.
El edificio está situado en uno de los más bellos barrios de Sevilla, el de Santa Cruz, en una plaza cargada de historia, la de la Hostería del Laurel, en la que José Zorrilla sitúa varias escenas de su «Don Juan Tenorio«. Así mismo en una casa situada frente a la hostería una lápida de mármol se cuenta cómo en esa casa escribió Tirso de Molina su «Burlador de Sevilla».
Fuente: Guia de Sevilla.
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Triana, es bueno regresar a casa, ya tranquilos, disfrutar de esta arquitectúra que es hospitalaria a mas no poder, y con éste topico, muletilla, me detengo en la fuente que es una verdadera delicia, es casi un foro isabelino donde el agua y su cadencia representará el acto del movimiento y la plenitud del que sacia en agua la vista de la espiritualidad; abluciones mentales delante de esta fuente tengo.
La iglesia es un relicario, y me llama la atención la brillantes de los retablos, impecablemente limpios, pormenor que contrasta con la mayoría de los retablos que he visto en Portugal, donde estan oscuros, tenebrosos, temperamento de los pueblos, en México es un poco como tu Andalucía, que el oro brille y la plata a relucir y el duende danzando en las sonrizas que de llanto sabemos un tonel.
Me imagino que para tomar las fotos de la cúpula llevas tripie y telefoto. Excelentes fotos. Realizas un guión?, una secuencia?
Un abrazo barroco
Sergio Astorga
Último post en la Web de…sergio astorga…Concierto
Sergio, si ese antiguo hospital es una joya, todo él, cada rincón, cada zócalo, ese patio con ese corredor de arcadas altas y poderosas, un lugar donde sentarse placidamente a leer arrullados por la música del agua de la fuente y el olor a las flores frescas de sus macetas y arbustos.
No he hablado de las Salas de exposición porqué no se permite hacer fotos, pero están tan bien restauradas y cuidadas que no te imaginas como lucía ayer que estuve viendola el efebo de Antquera, escultura romana en bronce del siglo I o la Venus de Italica (Sevilla), ya la había visto, pero la retiran el día 28 y quería verla una vez más. En otra de las dependencias, está la permanente de la Fundación Focus, que ya cuenta con algunas obras de autentico valor, de Velazquez, Alonso Cano, Murillo y Roelas, entre otras.
La iglesía es punto y a parte, por si sola, merece una visita en exclusiva y detenerse en cada fresco, cada óleo o cada talla teniendo todo el tiempo del mundo. En cuanto a la cámara te diré que llevaba una digital normal, de bastante resolucción, 11 megas, pero normal. Las fotos de las bovedas, todas a pulso y dejandome casi el cuello en el intento hasta conseguir un encuadre más o menos aceptable, otro día iré despacio para hacerlas más secuenciadas, y no, no llevo guón, voy haciendo lasz fotos, según avanzo, y en casa las ordeno siguiendo mi maltrecha memoria, espero que podaís venir algún día e ir a verla, se que te va a gustar.
Un abrazo con pan de oro y yeserías barrocas.
Precioso y enorme el hospital
las fotos muy bonitassss 😀
Magníficas las fotos, y tu información, como siempre, inmejorable y muy de agradecer, nos haces viajar sin movernos del sillón. Está claro, como dice la canción, que Sevilla tiene un color especial. Un abrazo.
Gracias, miles, Triana que llenas mis ojos. Mi madre adoraba el Barrio de Santa Cruz y Sevilla entera. La última vez que fui a los Venerables, siempre con ella, todavía era yo detractora de ese barroco en blaco que me recordaba tartas de merengue cursis. Y ahora que lo aprecio en tus fotos, cuánta belleza y qué maravillosa paz en ese patio con los pensamientos en flor.
Gracias, Triana. Adoro esos mosaicos.
Un abrazo nostálgico.
Izaskun
Si Lola, es grande porqué además de que en áquella época no había problemas de terreno, la mano de obra muy barata, y una época dorada en cuanto a ártistas y artesano, llegó a albergar a cientos de sácerdotes, todo el que llegaba a la vejez y lo necesitaba.
Un beso.
Maribel, si que lo tiene, y lo tiene de un color, pero con muchos tonos, y en cada uno de ellos, la vista se recrea, siglos cargados de arte en sus calles, plazas y casas.
Gracias por tus comentarios siempre hálagadores.
Un beso.
Izaskun como no adorar Santa Cruz, cuando entras por el Callejón del Agua o por Refinadores, o por las Murallas del Alcazar o por Mateo Gago, da igual, la magía te prende y ya no te suelta, de día las flores y la luz, de noche la luna sobre la muralla y el olor a los jazmines.
En cuanto al bárroco, tiene grandes admiradores y grandes detractores, lo que está claro es que a nadie deja indiferente, hubo un tiempo que a mi tampoco me entusiasmaba, y ahora me quedo horas mirando cada detalle descubirendo cosas que antes me habían pasado desapercibidas.
Espero que puedas venir pronto y comentarlo juntas mientras tomamos un café en la hostería.
Un abrazo esperándote.