Poesia

Rainer María Rilke: Primera elegía, de Las elegías de Duino

noviembre 8, 2012

«Las elegías de Duíno»

Primera elegía

¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes
angélicas? Y aun si de repente algún ángel
me apretara contra su corazón, me suprimiría
su existencia más fuerte. Pues la belleza no es nada
sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces
de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente
desdeña destrozarnos. Todo ángel es terrible.
Así que me contengo, y me ahogo el clamor de la garganta
tenebrosa. Ay, ¿quién de veras podría ayudarnos? No
los ángeles, no los hombres, y ya saben los astutos
animales que no nos sentimos muy seguros en casa,
dentro del mundo interpretado. Nos queda quizás
algún árbol en la loma, al cual mirar todos los días;
nos queda la calle de ayer y la demorada lealtad
de una costumbre, a la que le gustamos, y permaneció,
y no se fue. Oh, y la noche, y la noche, cuando el viento
lleno de espacio cósmico nos roe la cara:
¿Para quién no permanecería aquélla, la anhelada,
la tierna desengañadora, ahí, dolorosamente próxima
al corazón solitario? ¿Es más suave con los amantes?
Ay, ellos sólo se ocultan uno a otro su suerte.
¿Todavía no lo sabes? Arroja el espacio que abarquen
tus brazos hacia los espacios que respiramos; quizá
los pájaros sientan el aire ensanchado con un vuelo más íntimo.

Sí, las primaveras de veras te necesitaban. Varias
estrellas te pedían que las rastrearas. Se alzaba
en el pasado una ola hacia ti, o cuando pasabas
por una ventana abierta, se te entregaba un violín.
Todo esto era una misión, ¿pero fuiste capaz de cumplirla?
¿No estabas siempre distraído por la esperanza, como
si todo ello te anunciara a una amada?
¿Dónde intentas alojarla, si en ti los grandes pensamientos extraños
entran y salen, y con frecuencia se quedan durante la noche?.
Pero si sientes anhelos, canta pues a las amantes; no es,
en absoluto, suficientemente inmortal su famoso
sentimiento. Aquéllas que casi envidias, las abandonadas,
las encuentras mucho más amantes que las saciadas.
Empieza siempre de nuevo la alabanza siempre inalcanzable.
Piensa: el héroe sigue en pie, aun el ocaso fue para él
sólo un pretexto para ser: su último nacimiento.
Pero a las amantes la exhausta naturaleza las recoge
en su seno, como si no hubiera fuerzas para lograr esto
dos veces. ¿Has pensado lo suficiente en Gaspara Stampa,
y lo que puede sentir cualquier chica a quien el amado
abandonó, frente a tan elevado ejemplo de mujer amante:
¿Llegaré a ser como ella? ¿Estos, los más antiguos
dolores, no deberán, por fin, darnos fruto? ¿No es
tiempo ya de que, al amar, nos liberemos del amado y,
temblorosos, resistamos, como la flecha resiste al arco,
para ser, unidos en el salto, algo más que la sola
flecha? Porque el permanecer está en ninguna parte.

Voces, voces. Corazón mío, escucha, como sólo los santos
escuchaban; la enorme llamada los alzaba del suelo;
pero ellos seguían de rodillas, de modo imposible,
sin darse cuenta: de tal manera escuchaban. No
que pudieras soportar la voz de Dios, lejos de eso, pero
escucha el soplo, las noticia incesante que se forma
del silencio. Murmura hasta ti desde aquellos que han
muerto jóvenes. ¿Acaso su destino no se dirigió siempre
tranquilamente a ti, en Roma y Nápoles, cuando entrabas
en alguna iglesia? O una inscripción sublime se grababa
para ti, como hace poco la lápida de Santa María Formosa?
¿Qué quieren de mí? Debo apartar en silencio
la apariencia de injusticia que a veces estorba un poco
el puro movimiento de sus espíritus.

Realmente es extraño ya no habitar la tierra,
ya no ejercitar las costumbres apenas aprendidas;
a las rosas, y a otras cosas particularmente promisorias,
ya no darles el significado del futuro humano; ya no ser
aquél que uno fue en interminables manos angustiadas
y hasta hacer a un lado el propio nombre, como un juguete
roto. Extraño, ya no seguir deseando los deseos. Extraño,
ver todo lo que tenía sus propias relaciones, aletear
tan suelto en el espacio. Y estar muerto es doloroso,
y lleno de recuperación, de modo que uno rastree
lentamente un poco de eternidad. Pero todos los vivos
cometen el mismo error de diferenciar demasiado
tajantemente. Los ángeles (se dice) con frecuencia no
sabrían si andan entre los vivos o entre los muertos.
La corriente eterna arrastra siempre consigo todas
las edades a través de las dos zonas y atruena sobre ambas.

Finalmente ya no nos necesitan, los que partieron
temprano, uno se desteta dulcemente de lo terrestre, como
uno se emancipa con ternura de los senos de la madre.
Pero nosotros, que necesitamos tan grandes secretos,
nosotros que tan frecuentemente obtenemos del duelo
progresos dichosos, ¿podríamos existir sin ellos?
¿Es inútil el mito de que, en la antigüedad, durante
las lamentaciones fúnebres por Linos,
una atrevida música primitiva se abrió paso en la árida materia
inerte; y entonces, por primera vez, en el espacio
sobresaltado, en el que un muchacho casi divino de pronto
se perdió para siempre, el vacío produjo esa vibración
que ahora nos entusiasma y nos consuela y ayuda?

Rainer Maria Rilke

De: «Las elegías de Duino», 1923
Traducción de Jaime Ferrero Alemparte

Rainer María Rilke nació el 4 de diciembre de 1875, en Praga, Bohemia, República Checa.
Está considerado como uno de los poetas más importantes tanto en lengua alemana como de toda la literatura universal, obra dotada de un preciso estilo lírico, en el utiliza imágenes simbólicas y reflexiones espirituales.
Sus obras más conocidas y notables, son, “Elegías de Duino” y “Sonetos a Orfeo”.
En prosa destacan: “Cartas a un joven poeta” y los “Cuadernos de Malte Laurids Brigge”.
Escribió indistintamente en alemán y francés.
Murió a consecuencia de una leucemia en un hospital de Val-Mont, Suiza, el 29 de diciembre de 1926.

También de Rainer María Rilke en este blog:

«Rainer María Rilke: Soledad»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Día de otoño»: AQUÍ

«Rainer Maria Rilke: Sepulcro de una muchacha joven»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Avance»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: La pantera»: AQUÍ

«Rainer Maria Rilke: Las rosas»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Los saltimbanquis»

«Rainer María Rilke: No alcéis ninguna lápida…»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: A la esperada»: AQUÍ

«Rainer Maria Rilke: La muerte de la amada»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Oh, aliento, tú, invisible poema…»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Por ti, para que tú un día llegaras…»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Un día tomé entre mis manos…»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: De Los sonetos de Orfeo»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Oraciones de las muchachas a María»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Hora grave, de El libro de las imágenes»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: El poeta, de Nuevos poemas»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Canciones de los ángeles»: AQUÍ 

«Rainer María Rilke: Infancia, de Libro de las imágenes»: AQUÍ

«Rainer María Rilke: Primera elegía, de Las elegías de Duino»: AQUÍ

«Rainer Maria Rilke: El simbolismo y la lírica en la poesía – Canción de amor – Frases y citas»: AQUÍ 

Bibliografía poética:

Leben und Lieder (Life and Songs) (1894)
Larenopfer (Lares’ Sacrifice) (1895)
Traumgekrönt (Dream-Crowned) (1897)
Advent (Advent) (1898)
Mir zur Feier (To me Only Celebration) (1909)
Das Stunden-Buch (The Book of Hours)
Das Buch vom mönchischen Leben (The Book of Monastic Life) (1899)
Das Buch von der Pilgerschaft (The Book of Pilgrimage) (1901)
Das Buch von der Armut und vom Tode (The Book of Poverty and Death) (1903)
Das Buch der Bilder (The Book of Images) (4 Parts, 1902-1906)
Neue Gedichte (New Poems) (1907)
Duineser Elegien (Duino Elegies) (1923)
Sonette an Orpheus (Sonnets to Orpheus) (1923)
*La imagen es de Metin Demiralay la lírica en la poesía»: AQUÍ

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  • Reply Bitacoras.com noviembre 8, 2012 at 9:56 pm

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: “Las elegías de Duíno” Primera elegía ¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes angélicas? Y aun si de repente algún ángel me apretara contra su corazón, me suprimiría su existencia más fuerte. P……

  • Reply Las rosas, de Rainer Maria Rilke | Trianarts septiembre 17, 2013 at 8:02 pm

    […] “Rainer María Rilke: Primera elegía, de Las elegías de Duino”: AQUÍ […]

  • Reply Recordando a Rainer Maria Rilke: Sepulcro de una muchacha joven | Trianarts diciembre 4, 2013 at 1:17 am

    […] “Rainer María Rilke: Primera elegía, de Las elegías de Duino”: AQUÍ […]

  • Reply Rainer María Rilke: La pantera | Trianarts marzo 19, 2014 at 10:21 pm

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  • Reply Mi recuerdo a Rainer María Rilke: Un día tomé entre mis manos… | Trianarts diciembre 29, 2014 at 3:07 am

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