«Eros ha sacudido mis entrañas
como un viento abatiéndose en el monte
sobre las encinas.»
SL
«En la distancia»
De veras, quisiera morirme.
Al despedirse de mí llorando,
me musitó las siguientes palabras:
“Amada Safo, negra suerte la mía.
De verdad que me da mucha
pena tener que dejarte.” Y yo le respondí:
“Vete tranquila. Procura no olvidarte de mí,
porque bien sabes que yo siempre estaré a tu lado.
Y si no, quiero recordarte lo que tú olvidas:
cuantas horas felices hemos pasado juntas.
Han sido muchas las coronas de violetas,
de rosas, de flor de azafrán y de ramos de aneldo,
que junto a mí te ceñiste. Han sido muchos los
collares que colgaste de tu delicado cuello, tejidos
de flores fragantes por nuestras manos.
Han sido muchas las veces que derramaste
bálsamo de mirra y un ungüento regio sobre mi cabeza.”
Safo de Lesbos
Safo de Mitilene, o Safo de Lesbos (en griego, Σαπφώ; en eolio, Ψάπφω), nació en Mitilene, Lesbos, hacia 650- 610 a. C.
Pasó toda su vida en la isla griega de Lesbos, a excepción de un corto exilio en Sicilia, entonces Siracusa, en 593 a. C. a causa de las luchas aristocráticas en las que probablemente se encontraba comprometida su familia perteneciente a la oligarquía local.
Son muy pocos los datos biográficos que se conocen sobre ella, perteneció al parecer a una familia noble y fue contemporánea del poeta lírico Alceo, de quien se cree que fue su amante. Se casó con un hombre rico de la isla de Andros y tuvo una hija llamada Cleis; sólo se conocen algunos poemas y fragmentos extraídos de citas tardías, y a través de papiros.
En realidad la mayor parte de los datos que sabemos de su vida, han sido deducidos de sus poemas.
Los poemas que han llegado a nuestros días indican que Safo enseñó su arte a un grupo de mujeres jóvenes, con las que mantuvo una estrecha relación y para las que compuso sus odas nupciales cuando la abandonaron para casarse.
Una leyenda muy dudosa sostiene que, tras ser rechazada por el joven Faón, se arrojó desde un acantilado en Léucade (en la costa occidental de Grecia). La creencia en este supuesto suicidio de Safo fue propiciada por el poeta latino Ovidio y más tarde sería retomado por los artistas románticos del siglo XIX.
Su fama hizo que Platón se refiriera a ella dos siglos después de su muerte como la décima musa.
Su «Oda a Afrodita», es su poema más conocido, y posiblemente el único que nos ha llegado entero, gracias a que fue citado por Dionisios de Halicarnaso
Murió, probablemente en Léucade en 580 a.C.
En el siglo XX (2004) se descubrió un papiro con nuevos fragmentos de sus poemas. En estas composiciones Safo se introduce en un tema que aparece
frecuentemente en varios poetas griegos: la lamentación por el paso de tiempo y los efectos de la vejez en su cuerpo y carácter.
Toda su poesía sobresale por tener una exquisita belleza y gran sensualidad, en la que destacan su perfección formal y la intensidad de la emoción; sus poemas hablan de la pasión amorosa como una fuerza irracional que se apodera del ser humano y se manifiesta en los celos, el deseo y la nostalgia.
También de Safo de Lesbos en este blog:
«Safo de Lesbos: Poema de amor»: AQUÍ
«Safo de Lesbos: Oda a Afrodita»: AQUÍ
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