Literatura

Angel Ganivet: De, Idearium español

marzo 4, 2014

«…No digamos nada de la Iglesia, emblema de la tradición, que sólo se
interesa por conservar los principios y… los privilegios…»

AG

«…en una de las innumerables revueltas estudiantiles que agitaron la vida escolar de mi tiempo, no recuerdo en cuál, en una que sería provocada, como de costumbre, por las reacciones gubernativas (…) se reveló un nuevo orador que desde lo alto de una reja nos arengó, nos entusiasmó y nos inflamó a los incipientes revolucionarios (…) En la reunión se hallaban dos señores viejos atraídos por la curiosidad, y tengo muy presente que el uno dijo: “este muchacho llegará a ministro”; “¿en qué te fundas?” – repuso el otro-, “porque lo que yo creo que está diciendo es una sarta de disparates”; “porque los dice bien, y además tiene una agilidad sorprendente para encaramarse en sitios altos; repito que ministro tenemos».
AG

“Idearium español”

(Fragmentos)

Muchas veces, reflexionando sobre el apasionamiento con que en España ha sido defendido, y proclamado el dogma de la Concepción Inmaculada, se me ha ocurrido pensar que en el fondo de ese dogma debía de haber algún misterioque por ocultos caminos se enlazara con el misterio de nuestra alma nacional; que acaso ese dogma era el símbolo ¡símbolo admirable! de nuestra propia vida, en la que, tras larga y penosa labor de maternidad, venimos á hallarnos á la vejez con el espíritu virgen; como una mujer que, atraída por irresistible vocación á la vida monástica y ascética y casada contra su voluntad y convertida en madre por deber, llegara al cabo de sus días á descubrir que su espíritu era ajeno á su obra, que entre los hijos de la carne el alma continuaba sola, abierta como una rosa mística á los ideales de la virginidad […]

Toda nuestra Historia demuestra que nuestros triunfos fueron debidos más a nuestra energía espiritual que a nuestra fuerza puesto que nuestras fuerzas siempre fueron inferiores a nuestras obras; no pretendemos hoy trocar los papeles y confiar a un poder puramente material nuestro porvenir.
Antes de salir de España hemos de forjar dentro del territorio ideas que guíen nuestra acción, porque caminar a ciegas no puede conducir más que a triunfos azarosos y efímeros, y a ciertos y definitivos desastres. […]

Y lo más original de este modo de expresión fue que, por nacer del choque de dos fuerzas, tenía que ser reflejo de ambas. Los españoles, al celebrar sus hazañas, lo hacían con espíritu cristiano, pues que con él y por él combatían; pero el ropaje de sus conceptos era en gran parte ajustado a la usanza mora.
El espíritu de los árabes, llegaba entonces a su apogeo, y era natural que influyese sobre el de los españoles, si ya no bastara el contacto de varios siglos y la guerra misma, que suele ser el medio más eficaz que tienen los pueblos para ejercer sus recíprocas influencias. De esa poesía popular, cristiana y arábiga a la vez, arábiga sin que lo arábigo desvirtúe lo cristiano, antes, dándole más brillante entonación, nacieron las tendencias más marcadas en el espíritu religioso español: El misticismo, que fue la exaltación poética, y el fanatismo, que fue la exaltación de la acción. El misticismo fue como una santificación de la sensualidad africana, y el fanatismo fue una reversión contra nosotros mismos, cuanto terminó la Reconquista, de la furia acumulada durante ocho siglos de combate. El mismo espíritu que se elevaba a los más sublimes conceptos, creaba instituciones formidables y terroríficas; y cuando queremos mostrar algo que marque con relieve nuestro carácter tradicional, tenemos que acudir, con aparente contrasentido, a los autos de fe y a los arrebatos de amor divino de Santa Teresa.

Angel Ganivet

Ángel Ganivet García nació en Granada, el 13 de diciembre de 1865.
Escritor y diplomático, está considerado por su incertidumbre vital y por su angustia espiritual, como precursor simbólico de la Generación del 98.
Sumido en una profunda depresión se suicidó tirándose desde un barco, al Río Dvina de Riga, Letonia, ciudad de la que era cónsul, el 29 de noviembre de 1898.

También de Ángel Ganivet en este blog:

«Poesía erótica: Si Me Fueras Fiel… de Ángel Ganivet»: AQUÍ

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