Un haiku, según el que se considera padre de esta forma de verso, es: «un poema breve, casi siempre de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos, de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente». Esta regla no obstante es numerosas veces obviada, incluso por el mismo Basho.
En el «Día Mundial de la Poesía» y recordando a Japón, cuna del haiku, en estos momentos duros por los que está pasando, algunos de estos bellos y haikus para enviarles toda nuestra fuerza:
En el estanque
ruido de una rana
que se sumerge
Basho
Esperanza perdida
pequeño amanecer.
Despiadado
Al puente del Riachuelo
el perro trajo en su boca
un pedazo de luna
Callejeando
con las nubes blancas
al borde del sombrero
Entré a la casa
con la luna llena
en el bolsillo
El cielo del invierno
es una tabla de plomo
apoyada en un árbol seco
Tomiji Kubota
Sobre la arena
escritura de pájaros:
memorias del viento
Luna, reloj de arena
la noche se vacía
la hora se ilumina
Octavio Paz
Gajos acuosos
aparecen quebrados
delicia negra
La pelusienta
cabeza rancia sin sol
hambre de panzas
Bajaste de mi
olor de piernas sueltas
y vuelan hadas
Mariana Avalos
Sopla el poniente,
y al oriente se apilan
las hojas secas
Basho
Un viejo estanque;
Se zambulle una rana,
ruido de agua.
Basho
Los días lentos
se apilan, evocando
un viejo antaño.
Un aguacero:
se agarran a las yerbas
los gorriones.
Buson
De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque
Issa
La gota de agua
cayendo, cayendo,
se sueña Niágara.
J. J Tablada
Son claro-oscuros
tus instantes
de no llegar
pasan furtivos los instantes
esta noche
sin primavera
fantasmas sin tres
Estaciones perpetuas
en el viajero
escucha a un niño
y resguarda sus sueños
como a ti mimso
Cuerpos vacios
tengo el alma cerrada
la boca abierta
Cerezos blancos
tejen paisajes de nieve
cuanta soledad
Puedo quitarle
a esta tarde de marzo
la húmeda faz
¡Despierta!- me dijiste
en la mitad de la noche
en la mitad de tu sueño
Qué distinto el otoño
Para mí que voy
Para ti que quedas.
Sobre las hojas verdes
Que cubren la montaña
El sol pasea.
Llega el otoño
Paso los días pintando
Flores y yerbas.
Camino caluroso
Sobre esa piedra
Descansan todos.
Confusas
Entre los pétalos
Alas de pájaros.
Nos separamos
Y ahora me quedo solo
A la sombra del árbol.
Volvió de la comedia
Pero aún no se ha quitado
Las ropas de fiesta.
Corté una rama
Y clareó mejor
Por la ventana.
Agotó el camino del verano
Y se interna en la montaña
Tirando del carro.
La hierba reverdece
Sin ayuda de nadie
La flor florece.
En medio del estanque
Recobra la vida
Una hierba.
Lluvia de primavera
Bajo el paraguas
Mirando la tienda.
Primavera
En la hierba tumbado
Hojas repaso.
En el pedregal
Doblegada y lánguida
La manzanilla.
Se ve nevar
Por el agujero
De la puerta.
Revuelo de mariposas
Trocando caminos
Y canciones de cuna.
Rostro cuarentino
Labios de carmín
Estrenando el año.
Inmovil, en el lecho,
mi viaje por Japon,
da lluvias del sol.
De estos, desconozco su autor
La pintura es de Cristina Alejos Cañada
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