«…Gaviotas en la playa, pero quién
las ve, y adónde volarán…»
FBE
Las sombras del verano
Aquel verano, delicado y solemne, fue la vida.
Fue la vida el verano, y es ahora
como una tempestad, atormentando
los barcos fantasmales que cruzan la memoria.
Alguien retira flores muertas
del cuarto de los invitados
y hay una luz cansada tendida sobre el suelo,
como un dios malherido, y van yéndose coches
en que agitan pañuelos unos niños.
Trae la noche
un viento helado y bronco que es el viento
del pasado, y en la terraza esparce
hojas secas y rosas y periódicos, mientras miro
el sepulcral avance del mar sobre la arena,
llevándose y trayendo troncos viejos,
hierros llenos de algas, y algún juguete roto.
Ahora recorro
ciudades que son una ciudad sola, y siempre oscura,
cargado de maletas, sin dinero,
buscando un hotel sin nombre
donde alguien me espera
para revelarme aquello que no quiero saber,
para darme una llave…
Oigo esta noche
tu cuerpo desplomarse en la piscina,
y las risas festivas
de los amigos, encendiendo bengalas.
Y estoy
de pronto en una calle, esperándote
para acudir al piso de las citas furtivas
olor a tabaco rancio.
Se muere el mar de otoño
y hay niños que apuñalan las estatuas
y las olas arrastran candelabros, sables rotos.
Alguien que no conozco me persigue llorando
-pero sé que el verano fue la vida.
Llega un balón rodando hasta mis pies,
a la mesa en que escribo.
Unos niños,
con los ojos vacíos, me hablan
y es un eco trasmundano
el que tienen sus voces, que resuenan
en el jardín, como un disco incesante
cada noche, en la memoria.
Estoy de nuevo
en la ciudad entenebrada que nunca he visitado,
buscando direcciones
que dicta la memoria confusa -y un papel
con cifras de teléfonos que suenan
en salones vacíos.
Me he sentado
en un cafetín del muelle a descansar
y alguien comenta a gritos no sé qué
de una niña suicida que encontraron
con las muñecas abiertas, y una carta a sus padres…
Se marchaban los coches cuando el sol declinaba,
mientras yo recogía los juguetes
y el mar iba volviéndose más frío,
verde y bronco.
-
-
- Oigo pasos
-
- casa no hay nadie.
-
mi memoria recorre, descalza, el laberinto.
Felipe Benítez Reyes
En: «La mala compañía» – 1989
Consorci d’Editors Valencias
ISBN: 978-84-7575-355-8
Felipe Benítez Reyes nació en Rota, Cádiz en 1960.
Cursó estudios de Filología Hispánica en las Universidades de Cádiz y Sevilla.
Reside en su ciudad natal.
Tiene entre otros:
Premio Ciudad de Melilla, por «Vidas improbables», 1995.
Premio Nacional de Poesía, por «Vidas improbables», 1996.
Premio de la Crítica, por «Vidas improbables», 1996
Premio Nadal, por «Mercado de espejismos», 2007.
Bibliografía poética:
Paraíso manuscrito (Calle del Aire. Sevilla, 1982).
Los vanos mundos, (Maillot Amarillo. Granada, 1985).
Pruebas de autor (Renacimiento. Sevilla, 1989).
La mala compañía (Mestral. Valencia, 1989).
Poesía 1979-1987 (Hiperión. Madrid, 1992).
Sombras particulares (Visor. Madrid, 1992).
Vidas improbables (Visor. Madrid, 1995).
Paraísos y mundos. Poesía reunida (Hiperión. Madrid, 1996).
El equipaje abierto (Tusquets. Barcelona, 1996).
Escaparate de venenos (Tusquets. Barcelona, 2000).
Trama de niebla (Tusquets, 2003) reúne los poemas de Paraíso manuscrito, Los vanos mundos, Pruebas de autor, La mala compañía, Sombras particulares, El equipaje abierto y Escaparate de venenos. Además incluye la sección «Poemas dispersos», que recoge versos publicados en varias publicaciones y algunos poemas hasta ahora inéditos.
La misma luna (Visor, Madrid, 2007).
Las identidades (Visor, Madrid, 2012).
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