Relatos Breves

Maribel Romero Soler: Los parásitos de la cordura

septiembre 13, 2009

«Los parásitos de la cordura» 

Se oyó un trueno ensordecedor y la anciana, sentada en la mecedora de mimbre con la cabeza echada hacia atrás, salió de su letargo con el rostro desencajado. Conocía muy bien aquel sonido y la potente luz que lo precedía. El mismo que cincuenta años antes se había encargado de arrancarle de los brazos a su pequeño hijo haciéndolo volar por los aires como una paloma púrpura, el mismo que la había dejado casi sin familia, sin hogar y sin sueños. El mismo. Hay cosas que no se olvidan, aunque el mundo gire y en cada vuelta trate de borrar sus errores. Hay recuerdos que se instalan en la mente como parásitos que van chupando de la cordura hasta acabar con ella.

Intentó levantarse, pero ya no era la mujer joven que corría hacia el refugio cada vez que sonaba una alarma. Ni siquiera la madre coraje que sacó adelante a la única hija que le quedó viva, que trabajó en el campo, en la fábrica, en la mina y si hizo falta en el burdel. Ahora era un conjunto de huesos rígidos cubiertos por una piel antigua y castigada, unos ojos opacos y una mente ida. Ésa era ahora. Una vieja triste a la que trasladaban cada mañana desde la cama a la mecedora y cada tarde desde la mecedora a la cama. Una anciana cuidada por una asistenta que en aquel momento no estaba en casa. La joven Paula le había dado permiso para que se marchara media hora antes. Ella volvía pronto de la universidad.
Se oyó un nuevo trueno, una nueva detonación, y la mujer, inmóvil desde hacía tres años, se agarró a los brazos de la mecedora y se puso en pie. El miedo es valiente. Avanzó unos pasos y cogiéndose a los muebles logró salir de la habitación. Ridícula y titubeante como un cómico ebrio. Tenía que proteger a su nieta. “¡Todos al suelo! ¡Las manos sobre la cabeza!”. La mente se le llenó de gritos, de frases pronunciadas por voces desconocidas. Consiguió alcanzar el dormitorio de Paula. No estaba. Quizás ella ya se hubiera escondido. Sí, seguro que se habría escondido, ella era una muchacha lista. Otro trueno terrible la obligó a flexionar las rodillas, fosilizadas a golpe de años y sufrimiento, y arrastrándose como un soldado en el campo de batalla consiguió esconderse debajo de la cama. Allí, a oscuras, con las manos unidas sobre la nuca y el corazón botando contra el suelo como una pelota de goma, notó que le faltaba el aire. Allí, bajo un somier de láminas y entre cuatro patas de madera se le acabó el oxígeno que almacenaba en los pulmones y su cuerpo volvió a agarrotarse. Esta vez para siempre.

Cinco minutos más tarde se abría la puerta de la casa y una voz excitada comenzaba a flotar en el ambiente. Era Paula.
—¡Abuela, vengo hecha una sopa! No te puedes ni imaginar la tormenta que se ha desencadenado en un momento, me ha cogido en plena calle y sin paraguas. ¡Abuela, abuela!… ¿Abuela?

Maribel Romero Soler

En su blog: «Ocurrió en Febrero«

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No Comments

  • Reply Bitacoras.com septiembre 13, 2009 at 2:53 am

    Información Bitacoras.com…

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  • Reply Tweets that mention Maribel Romero Soler. “Los parásitos de la cordura” | Triana -- Topsy.com septiembre 13, 2009 at 11:01 pm

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  • Reply sergio astorga septiembre 14, 2009 at 6:58 am

    Triana, buena tu «escolha» al traer este texto de Maribel donde la cordura pierde lo único que tiene.
    Texto largamente comentado y sigue dando tela.

    Un abrazo de tronío.
    Sergio Astorga

  • Reply Triana septiembre 14, 2009 at 8:07 am

    En efecto Sergio, este texto da para mucho y es que Maribel es fantástica.
    Un abrazo amaneciendo.

  • Reply Maribel septiembre 16, 2009 at 4:23 pm

    Gracias a ambos, da gusto teneros como amigos.
    Abrazos.

  • Reply Triana septiembre 17, 2009 at 1:00 am

    Para mi es un lujazo teneros a los dos y gracias a tí por darme el privilegio de guardar tus micros en esta casita de amigos.
    Un beso grande.

  • Reply Perro Guardián, la nueva obra de Maribel Romero Soler | Trianarts febrero 7, 2012 at 10:07 pm

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