«Como un oasis blanco era mi día
Secretamente en él yo navegaba
Unicamente el viento me seguía»
«En nombre»
En nombre de tu ausencia
Construí con locura una gran casa blanca
Y a lo largo de sus paredes te lloré.
«Como un oasis blanco era mi día
Secretamente en él yo navegaba
Unicamente el viento me seguía»
En nombre de tu ausencia
Construí con locura una gran casa blanca
Y a lo largo de sus paredes te lloré.
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Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello.
Henry F. Amiel
Nació en Teherán, en 1976.
Se graduó como diseñador y estudió con el mejor pintor hiperrealista de Irán, Morteza Katouzian, perfeccionando una minuciosa técnica de realismo casi fotográfico. Continue Reading…
«…Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte…»
No pudieron matar tu memoria…
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
Continue Reading…
«Granada es la única ciudad del mundo que entierra sus ríos y mata a sus poetas…»
Enrique Morente
Se acerca el aniversario del asesinato de Federico, aún duele recordar como nos lo quitaron, es un dolor vivo que se acentua siempre cuando llega a nuestra tierra el calor de agosto. Sin embargo los verdugos no lograron que su memoria se quedara en aquel camino de la Vega de Granada, entre Viznar y Alfacar, está presente siempre en su poesía y en nuestro recuerdo.
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno Continue Reading…
«…Décadas de piel. De repente el hombre es décadas de piel, urna
de frenesí y
perdición, y la aorta
de vivir es tristeza,
de repente yo mismo soy tristeza…»
Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir
mi Lebú en dos mitades de fragancia, lo escucho,
lo huelo, lo acaricio, lo recorro en un beso de niño como entonces,
cuando el viento y la lluvia me mecían, lo siento
como una arteria más entre mis sienes y mi almohada.
«…Hubo una hora iluminada por el sol, y los más altos dioses
no pueden jactarse de nada mejor
que de haber contemplado a su paso esa hora.»
Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores.
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