«Nunca más te daré el tiempo puro
que en días demorados yo tejí…»
«Ausencia»
En un desierto sin agua
En una noche sin luna
En una región sin nombre
O en una tierra desnuda
«Nunca más te daré el tiempo puro
que en días demorados yo tejí…»
En un desierto sin agua
En una noche sin luna
En una región sin nombre
O en una tierra desnuda

«La noche, la noche deslumbrante,
que junto a las esquinas retuerce sus caderas…»
Vida tras vida, fueron
Olvidando los hombres Continue Reading…
«A la soledad me vine
por ver si encontraba el río
del olvido.
Y en la soledad no había
más que soledad sin río…»
RA
Vendrá.
Vendrá.
Lo ha escrito.
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«La justicia y la igualdad, condenadas a vivir separadas. Yo las quiero juntas.»
EG
A la salida de San Salvador, y yendo hacia Guazapa, Berta Navarro encontró una campesina desalojada por la guerra, una de las miles Continue Reading…
«…Cuando en el tiempo que es más leve el sueño
Y más suave cubre las pupilas,
Junto a mí vino, y me miró a la cara…»
Canto XXXIII
Como en noche callada,
Sobre el campo argentado y la laguna,
Donde aletea el céfiro Continue Reading…
«El viento teje lorigas en las aguas»
Al Mutamid
Mohammad ben Abbad – Al Mutamid, nació en Beja, Portugal, en 1040.
Hay pocas vidas tan de novela y además tan consagradas a la poesía como la del ultimo rey sevillano de los abadies, Mohammad ben Abbad, Almutamid. Su abuelo Mohammad ben Qasim, fundador de la dinastía, llegó al poder en 1035.
Almutamid era el más apuesto, sensible, valeroso, delicado y feroz. Habría sido uno de tantos príncipes guerreros en la España de los reinos de taifas si a su hermano mayor no lo hubiera mandado ejecutar su propio padre por supuesta traición o simple cobardía en una operación militar de conquista. Mutamid quedó automáticamente convertido en heredero y como tal había sido quizá designado secretamente por su padre.
Paseando un día a orillas del Guadalquivir con un amigo -Ben Ammar, jugaban a completar poemas, entretenimiento inconcebiblemente popular en la sociedad andalusí de la época. Al levantarse una ligera brisa sobre el río, dijo Mutamid: «El viento teje lorigas en las aguas».
Esperaba la respuesta de su compañero, cuando ambos oyeron:
«¡Qué coraza si se helaran!».
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