«…¿Batallas? ¡No! Pasiones. Y pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,
de dolores de pueblos con esperanzas de hombres!…»
CV
«Batallas»
Hombre de Extremadura,
oigo bajo tu pie el humo del lobo,
el humo de la especie,
el humo del niño,
el humo solitario de dos trigos,
el humo de Ginebra, el humo de Roma, el humo de Berlín
y el de París y el humo de tu apéndice penoso
y el humo que, al fin, sale del futuro.
¡Oh vida! ¡oh tierra! ¡oh España!
¡Onzas de sangre
metros de sangre, líquidos de sangre,
sangre a caballo, a pie, mural, sin diámetro,
sangre de cuatro en cuatro, sangre de agua
y sangre muerta de la sangre viva!
Extremeño, ¡oh, no ser aún ese hombre
por el que te mató la vida y te parió la muerte
y quedarse tan solo a verte así, desde este lobo,
cómo sigues arando en nuestros pechos!
¡Extremeño, conoces
el secreto en dos voces, popular y táctil,
del cereal: ¡que nada vale tánto
como una gran raíz en trance de otra!
¡Extremeño acodado, representando al alma en su retiro,
acodado a mirar
el caber de una vida en una muerte!
¡Extremeño, y no haber tierra que hubiere
el peso de tu arado, ni más mundo
que el color de tu yugo entre dos épocas; no haber
el orden de tus póstumos ganados!
¡Extremeño, dejásteme
verte desde este lobo, padecer,
pelear por todos y pelear
para que el individuo sea un hombre,
para que los señores sean hombres,
para que todo el mundo sea un hombre, y para
que hasta los animales sean hombres,
el caballo, un hombre,
el reptil, un hombre,
el buitre, un hombre honesto,
la mosca, un hombre, y el olivo, un hombre
y hasta el ribazo, un hombre
y el mismo cielo, todo un hombrecito!
Luego, retrocediendo desde Talavera,
en grupos de a uno, armados de hambre, en masas de a uno,
armados de pecho hasta la frente,
sin aviones, sin guerra, sin rencor,
el perder a la espalda
y el ganar
más abajo del plomo, heridos mortalmente de honor,
locos de polvo, el brazo a pie,
amando por las malas,
ganando en español toda la tierra,
retroceder aún, y no saber
dónde poner su España,
dónde ocultar su beso de orbe,
dónde plantar su olivo de bolsillo!
Más desde aquí, más tarde,
desde el punto de vista de esta tierra,
desde el duelo al que fluye el bien satánico,
se ve la gran batalla de Guernica.
¡Lid a priori, fuera de la cuenta,
lid en paz, lid de las almas débiles
contra los cuerpos débiles, lid en que el niño pega,
sin que le diga nadie que pegara,
bajo su atroz diptongo
y bajo su habilísimo pañal,
y en que la madre pega con su grito, con el dorso de una lágrima
y en que el enfermo pega con su mal, con su pastilla y su hijo
y en que el anciano pega
con sus canas, sus siglos y su palo
y en que pega el presbítero con dios!
¡Tácitos defensores de Guernica!
¡oh débiles! ¡oh suaves ofendidos,
que os eleváis, crecéis,
y llenáis de poderosos débiles el mundo!
En Madrid, en Bilbao, en Santander,
los cementerios fueron bombardeados,
y los muertos inmortales,
de vigilantes huesos y hombro eterno, de las tumbas,
los muertos inmortales, de sentir, de ver, de oír
tan bajo el mal, tan muertos a los viles agresores,
reanudaron entonces sus penas inconclusas,
acabaron de llorar, acabaron
de esperar, acabaron
de sufrir, acabaron de vivir,
acabaron, en fin, de ser mortales!
¡Y la pólvora fue, de pronto, nada,
cruzándose los signos y los sellos,
y a la explosión salióle al paso un paso,
y al vuelo a cuatro patas, otro paso
y al cielo apocalíptico, otro paso
a los siete metales, la unidad,
sencilla, justa, colectiva, eterna.
¡Málaga sin padre ni madre,
ni piedrecilla, ni horno, ni perro blanco!
¡Málaga sin defensa, donde nació mi muerte dando pasos
y murió de pasión mi nacimiento
¡Málaga caminando tras de tus pies, en éxodo,
bajo el mal, bajo la cobardía, bajo la historia cóncava,
indecible,
con la yema en tu mano: tierra orgánica!
y la clara en la punta del cabello: todo el caos
¡Málaga huyendo
de padre a padre, familiar, de tu hijo a tu hijo,
a lo largo del mar que huye del mar,
a través del metal que huye del plomo,
al ras del suelo que huye de la tierra
y a las órdenes ¡ay!
de la profundidad que te quería!
¡Málaga a golpes, a fatídico coágulo, a bandidos, a
infiernazos,
a cielazos,
andando sobre duro vino, en multitud,
sobre la espuma lila, de uno en uno,
sobre huracán estático y más lila,
y al compás de las cuatro órbitas que aman
y de las dos costillas que se matan
¡Málaga de mi sangre diminuta
y mi coloración a gran distancia,
la vida sigue con tambor a tus honores alazanes,
con cohetes, a tus niños eternos
y con silencio a tu último tambor,
con nada, a tu alma,
y con más nada, a tu esternón genial!
¡Málaga, no te vayas con tu nombre!
¡Que si te vas,
te vas
toda, hacia ti, infinitamente toda en son total,
concorde con tu tamaño fijo en que me aloco,
con tu suela feraz y su agujero
y tu navaja antigua atada a tu hoz enferma
y tu madero atado a un martillo!
¡Málaga literal y malagueña,
huyendo a Egipto, puesto que estás clavada,
alargando en sufrimiento idéntico tu danza,
resolviéndose en ti el volumen de la esfera,
perdiendo tu botijo, tus cánticos, huyendo
con tu España exterior y tu orbe innato!
¡Málaga por derecho propio
y en el jardín biológico, más Málaga!
¡Málaga en virtud
del camino, en atención al lobo que te sigue
y en razón del lobezno que te espera!
¡Málaga, que estoy llorando!
¡Málaga, que lloro y lloro!
César Vallejo
De: España aparta de mí este cáliz – II – 1939 (Publicación póstuma)
Recogido en: Cesar Vallejo Poesías completas
Ed. Visor – Colección Poesía 2008©
ISBN: 978-84-9895-002-1
César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, Perú, el 16 de marzo de 1892.
Está considerado como uno de los más grandes e innovadores de entre los poetas del siglo XX y según el crítico Thomas Merton «el más grande poeta después de Dante«, llamado también el poeta del «dolor humano», revolucionó en la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente.
Aunque practicó la narrativa, el teatro y el ensayo, es en la poesía donde alcanza su más brillante forma de expresión, esta se puede dividir en tres etapas: la modernista, de la que destaca «Los heraldos negros», el vanguardismo, de la que quizá su obra más notable es «Trilce» y la revolucionaria y comprometida representada sobre todo por dos títulos, «Poemas humanos» y «España, aparta de mí este cáliz», estos últimos de publicación póstuma, a cargo de la viuda del poeta, en la que englobó textos que había dejado Vallejo, que tituló «Poemas humanos», publicados en en París en julio de 1939; No obstante de «España, aparta de mí este cáliz», el propio Vallejo lo dejó finalizado, siendo publicado en enero de ese año en España.
Murió el 15 de abril de 1938, un Viernes Santo con llovizna en París, no un jueves, como quiso vaticinar en su poema «Piedra negra sobre una piedra blanca».
En su funeral, las palabras de despedida corrieron a cargo de su gran amigo Louis Aragon.
Fue inhumado en el cementerio de Montrouge, posteriormente, el 3 de abril de 1970, su viuda, Georgette, pudo cumplir uno de los sueños más queridos del poeta, trasladando sus restos al cementerio de Montparnasse, donde se puede leer su epitafio: «He nevado tanto para que duermas.»
También de Cesar Vallejo en este blog:
«César Vallejo: Piedra negra sobre una piedra blanca»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: La copa negra»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Los desgraciados»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Piensan los viejos asnos»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Los nueve monstruos»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Sombrero, abrigo, guantes»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: El pan nuestro»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Parado en una piedra»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Los arrieros»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Enereida»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Pequeño responso a un héroe de la República»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Imagen española de la muerte»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Batallas»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Imagen española de la muerte»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Ausente, de Los heraldos negros»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Los mendigos pelean por España…»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: La Rueda del hambriento»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Absoluta»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: A mi hermano Miguel»: AQUÍ
«César Vallejo: Y no me digan nada»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: El poeta a su amada: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Hoy me gusta la vida mucho menos…»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Los heraldos negros»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Desnudo en barro»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Altura y pelos, de Poemas humanos»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Cuídate, España, de tu propia España»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Amor prohibido»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: España, aparta de mi este cáliz»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: Ausente, de Los heraldos negros»: AQUÍ
«Cesar Vallejo: La violencia de las horas»: AQUÍ
Bibliografía poética:
– Los heraldos negros – 1919
– Trilce – 1922
– España aparta de mi este cáliz – 1937-1938
– Poemas en prosa – 1939 (Publicación póstuma)
– Poemas humanos – 1939 (Publicación póstuma)
*La fotografía es de un encinar en una dehesa de Extremadura.
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