Poesia

César Vallejo: Los nueve monstruos

febrero 24, 2022


«El placer de sufrir, de odiar, me tiñe
la garganta…»

CV

«Los nueve monstruos»

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido!

¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

3 de noviembre de 1937

César Vallejo

De: “Poemas humanos” – 1923-1938
Recogido en: “César Vallejo Poesías completas”
Editorial Losada 1949©
Reeditado de noviembre de 2013
ISBN de esta última edición: 978-950-03-5351-9

César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, Perú, el 16 de marzo de 1892.
Está considerado como uno de los más grandes e innovadores de entre los poetas del siglo XX y según el crítico Thomas Merton «el más grande poeta después de Dante«, llamado también el poeta del «dolor humano», revolucionó en la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente.
Aunque practicó la narrativa, el teatro y el ensayo, es en la poesía donde alcanza su más brillante forma de expresión, esta se puede dividir en tres etapas: la modernista, de la que destaca «Los heraldos negros», el vanguardismo, de la que quizá su obra más notable es «Trilce» y la revolucionaria y comprometida representada sobre todo por dos títulos, «Poemas humanos» y «España, aparta de mí este cáliz», estos últimos de publicación póstuma, a cargo de la viuda del poeta, en la que englobó textos que había dejado Vallejo, que tituló «Poemas humanos», publicados en en París en julio de 1939; No obstante de «España, aparta de mí este cáliz», el propio Vallejo lo dejó finalizado, siendo publicado en enero de ese año en España.
Murió el 15 de abril de 1938, un Viernes Santo con llovizna en París, no un jueves, como quiso vaticinar en su poema «Piedra negra sobre una piedra blanca».
En su funeral, las palabras de despedida corrieron a cargo de su gran amigo Louis Aragon.
Fue inhumado en el cementerio de Montrouge,  posteriormente, el 3 de abril de 1970, su viuda, Georgette, pudo cumplir uno de los sueños más queridos del poeta, trasladando sus restos al cementerio de Montparnasse, donde se puede leer su epitafio: «He nevado tanto para que duermas.»

También de César Vallejo en este blog:

«César Vallejo: Sombrero, abrigo, guantes»: AQUÍ

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«César Vallejo: El poeta del dolor humano – Espergesia – Trilce – Fue domingo en las claras orejas de mi burro…»»: AQUÍ

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«César Vallejo: Los heraldos negros»: AQUÍ

«César Vallejo: Desnudo en barro»: AQUÍ

«César Vallejo: Altura y pelos, de Poemas humanos»: AQUÍ

«César Vallejo: Cuídate, España, de tu propia España»: AQUÍ

«César Vallejo: Amor prohibido»: AQUÍ

«César Vallejo: España, aparta de mi este cáliz»: AQUÍ

«César Vallejo: Ausente, de Los heraldos negros»: AQUÍ

«César Vallejo: La violencia de las horas»: AQUÍ

Bibliografía poética:

– Los heraldos negros – 1919

– Trilce – 1922

– España aparta de mi este cáliz – 1937-1938

– Poemas en prosa – 1939 (Publicación póstuma)

– Poemas humanos – 1939 (Publicación póstuma)

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1 Comment

  • Reply Bitacoras.com marzo 16, 2016 at 12:57 am

    Información Bitacoras.com

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