Historia de Sevilla 1: Orígenes, Ispal
Sevilla tiene su origen en la antigua Ispal; todas las investigaciones apuntan que la fundación de Sevilla se sitúa en un terreno elevado junto al río Guadalquivir en el siglo VIII a.C. El poblado tartesso, Ispal, desarrolla un comercio activo con navegantes griegos, fenicios y cartagineses, quienes arriban a la ciudad de Ispal a través del río Guadalquivir desde la desembocadura de Sanlúcar de Barrameda en busca de oro y otras materias primas.
La cultura tartessa inventa el bronce, perfecciona la navegación y elabora el primer estado político de Occidente. Precisamente, gracias a la explotación de minas de oro y plata y a su comercio con los fenicios, el pueblo tartesso alcanza un grado de riqueza y desarrollo admirado por los historiadores griegos.
La victoria de Alalia en Córcega en 535 a.C. de los púnicos-etruscos frente a los griegos focenses, elimina el comercio de Tartessos con los griegos focenses -sucesores de los fenicios en sus relaciones con Tartessos-; ésta entonces inicia su decadencia. En 500 a.C. la cultura tartésica finalmente desaparece; los pueblos turdetanos podrían haber continuado su herencia
Una posible explicación a la desaparición de Tartessos reside pues en la decadencia de los fenicios en su dominio del Mediterráneo y el poderío de la alianza púnico-etrusca frente a los griegos foceos; ello catapulta la expansión de los púnicos, quienes invaden Tartessos y destruyen su capital; una maniobra más de dominar el comercio en el mediterráneo. No obstante, si se trata de un colapso derivado de los ataques cartagineses o si fue producto de la decadencia económica de su actividad comercial, es algo que por el momento no se puede resolver.
A raíz de la primera guerra púnica, allá por 241 a.C. los cartagineses pierden el control sobre sus principales posiciones en el Mediterráneo y Turdetania (la Andalucía de la época) después de sufrir por espacio de más de dos siglos y medio el yugo cartaginés, aprovecha para sublevarse.En 237 a.C. desembarca en Cádiz el propio Almicar Barca para sofocar la revuelta; vence a los insurgentes apoyados por fuerzas mercenarias celtíberas. No obstante, todavía en 216 a.C. se evidencian algunos levantamientos y sublevaciones de los pueblos turdetanos.
2.- Híspalis, la Sevilla Romana.
En 206-205 a.C. los romanos expulsan a los cartagineses, en el contexto de la Segunda Guerra Púnica y tras la batalla de Ilipa, y proclaman a la ciudad, denominada por los Romanos: Hispalis, como la provincia de la Bética. Tras conquistar Cartagena (209 a.C.) y privando a Cartago de un puetro principal para mantener el esfuerzo de la guerra en Italia, Publio Escipión se adentra Guadalquivir abajo, sometiendo a los reductos cartagineses que, apoyados en muchas ocasiones en los propios indígenas, se oponían al avance romano. Caen las plazas de Cástulo, Baecula, Ilipa y Carmo ante el avance de Publico Escipión, quien funda, cerca de Sevilla, la primera colonia romana de España, Italica.
Es una época próspera para la ciudad; se expande considerablemente y se edifica de modo notable (i.e. circo, termas, teatro, acueducto, etc.). Más aún, el proceso de desarrollo y riqueza de Hispalis se acentúa tras el triunfo de César sobre Pompeyo en la Guerra Civil. Hacia el s. I a.C. Hispalis se dota de una muralla y logra el título de Colonia Iulia Romula Hispalis (Iulia por su propio nombre; Romula por el de Roma; e Hispalis por estar edificada sobre postes cavados en el suelo). Hispalis, a orillas del río Guadalquivir, se puede considerar la capital comercial e industrial de corte hispano-romana: italica, a escasos kilómetros de Hispalis y fundada por Escipión en 206 a.C., es la ciudad residencial puramente romana.
En la actualidad, de las construcciones edificadas en Hispalis, apenas se conservan unas columnas (en la calle Mármoles), restos de un templo, y los arcos del acueducto situado en la Calle Luis Montoto.
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Al igual que en el resto de la Bética, el cristianismo prendió en la ciudad de Hispalis a partir de principios del siglo I d.C. Muestra del fervor cristiano, en el siglo III se produce el martirio de las Santas Justa y Rufina (patronas de Sevilla) al defender la fe cristiana y negarse a adorar a un ídolo de Salambó.
3.- Spali, la Sevilla visigoda.
En el año 411 d.C., los vándalos silingos se apoderan de la provincia Bética. La toma de Híspalis se produce en el 426 d.C. por parte del vándalo Gunderico. Las vándalos entran en Sevilla provocando notables destrozos en el rico tejido urbano de la ciudad levantado por los romanos durante sus siete siglos de permanencia. Los vándalos se instalan en campamentos provisionales llamados Vandalen haus, palabra que da origen a Vandalaus, luego Andalaus y finalmente Andalucía.
Estos puebos no abandonaron la región hasta el 429 d.C.; no obstante, no tardan en ser reemplazados por los suevos, dirigidos por Réquila. La ciudad consiguió recuperarse de estas invasiones, hasta que a mediados del siglo VI llegan los visigodos. Híspalis pasó entonces a llamarse Spali.
Mayor repercusión tuvo la etapa de dominación visigoda en que Spali es elegida por Amalarico como capital del imperio visigodo, título que se mantiene hasta la llegada al poder de Atanagildo que la traslada a Toledo. Los enfrentamientos por el poder y la religión, entre arrianos y cristianos, se suceden durante años. Hacia el año 573 d.C. el príncipe cristiano Hermenegildo se rebela contra su padre Leovigildo, arriano, rebelión que provocó su derrota y muerte en el 583 d.C., y la toma de la ciudad por Leovigildo.
Desde este momento el esplendor de la ciudad se mantuvo principalmente en el plano cultural gracias a la labor desempeñada por los obispos San Leandro (impulsor de la unidad nacional al lograr la conversión del monarca Recaredo en el III Concilio de Toledo, 589 d.C.) y San Isidoro (autor de las Etimologías, gran enciclopedia que compendiaba el saber de su tiempo y obra de enorme influencia en la cultura europea).
En esta turbulenta época de la ciudad de Sevilla, sobresale notablemente la figura del monarca Recaredo; durante su reinado la ciudad conoce una espléndida bonanza cultural. Se amplían las murallas; se crean nuevos barrios y se edifican palacios e iglesias.
4.- Isbiliya, la Sevilla árabe.
El final del imperio visigodo coincide con la llegada al poder del rey Don Rodrigo. En 711 d.C. tiene lugar la batalla en la laguna de Janda, la batalla de Guadalete. Organizado el avance de los árabes, Tarik se dirige a Toledo por Málaga y Córdoba y Muza se encamina a Sevilla y Portugal. En el año 712 d.C. Sevilla fue conquistada, al mando del caudillo Musa ibn Nusayr, y de nuevo se rebautiza; esta vez con el nombre de Isbiliya (que el vulgo pronunciaba shbilya, de donde procede su nombre actual) y también bautizan el «Río Grande» (Guad-al-Quivir).
Isbiliya disfrutó de una gran riqueza cultural; aun dependiendo del califato de Córdoba, Isbiliya era una de las ciudades más importantes de Al-Andalus (nombre árabe de Andalucía). En ella se levantan mezquitas, de las que aún se conservan sus alminares convertidos en campanarios de iglesia (i.e. Santa Catalina, San Gil, San Andrés, San Marcos, etc.).
La caída del califato cordobés en 1013-1035 d.C. promueve la aparición de los Reinos de Taifas, uno de los cuales tiene su sede en Isbiliya. En esa época Isbiliya disfruta de una época de esplendor y hegemonía sobre el resto de reinos taifas bajo el reinado de Al Mutamid (hijo de Ben Abbás), rey culto, amante de las artes y las letras. Bajo su reinado Isbiliya se convierte en foco cultural de primera magnitud; acoge a grandes poetas (i.e. Aben Amar, Abd El Chalil), se crean escuelas de música, etc. Además, debemos destacar las habilidades militares y el buen gobierno de Al Mutamid.
No obstante, para frenar la expansión de Alfonso VI, yerno de Al Mutamid casado con su hija Zaida y rey de Castilla y León, los reyes musulmanes de Badajoz, Granada e Isbiliya acuerdan solicitar el auxilio del exterior; concretamente a los bereberes africanos: los almorávides. A la postre, el poder almorávid se vuelve contra los propios reinos taifas; aquellos se adueñan de Isbiliya en 1091 d.C. Destierran a Al Mutamid y lo encierran en Tánger.
La extremada rigidez religiosa y la intolerancia social impuesta por esta dinastía desencanta al pueblo, quien se organiza en movimientos independentistas; al mismo tiempo se produce un éxodo de mudéjares hacia el norte. Todo ello incita la posterior llegada de los almohades, quienes desembarcan en Cádiz en 1146 d.C.
Los almohades sitúan a Isbiliya como capital administrativa de Al-Andalus. Llegan los días de bienestar y prosperidad, entremezclados con otros de inquietud, a causa de las frecuentes incursiones castellanas en el territorio y de las periódicas crecidas del Guadalquivir. No obstante, ello no impide que los almohades desarrollen un importante programa constructivo (i.e. alcázares, mezquitas, La Giralda, la Torre del Oro, etc.) en el que hay que destacar la edificación de una mezquita mayor donde hoy se alza la imponente catedral así como la construcción del Puente de Barcas, con el fin de unir la ciudad con el Aljarafe y el Barrio de Triana.
Tras la victoria de los cristianos en las Navas de Tolosa (1212 d.C.), el imperio almohade se resiente notablemente; hacia el año 1220 d.C. el poder almohade camina hacia su total declive. De esta época son la Torre del Oro y la reparación de las murallas romanas con fines defensivos.
5.- La Sevilla medieval.
No obstante, pese a los esfuerzos de los almohades, Fernando III conquista Córdoba, Écija y Estepa; Sevilla queda pues aislada siendo gobernada por un consejo. En 1248 d.C. los musulmanes entregan las llaves de la ciudad de Sevilla y entra triunfalmente en la ciudad el Rey Fernando III. Sevilla se convierte en sede de la Corte. Las armas y el sello de Sevilla representan al rey San Fernando presidiendo un tribunal, con una espada desnuda levantada en la mano derecha y en la izquierda un globo del mundo, entre San Leandro y San Isidoro.
La reconquista de Sevilla no supuso que los artesanos y comerciantes salieran de la ciudad; por el contrario, la actividad continuó. El puerto de Sevilla era un importante punto intermedio entre Italia y otros países bálticos y los puertos más importantes del norte de África.
Si bien los musulmanes son obligados a abandonar la ciudad, éstos regresan al poco tiempo al conocer que Alfonso X, hijo y sucesor de Fernando III, muestra mayor tolerancia; también permitió el asentamiento de los judíos. Escritor, intelectual y protector de las artes y las ciencias, impulsó un gran florecimiento aunando las tres grandes culturas, árabe, judía y cristiana. Alfonso X el Sabio siente verdadera debilidad por Sevilla, viéndose correspondido con creces por sus habitantes. En recuerdo de esa cogida Alfonso X lega el famoso NO&DO (no madeja do … no me ha dejado).
En el año 1401, el cabildo de la Catedral de Sevilla adopta un acuerdo que marca la historia religiosa de la ciudad: la construcción de la Catedral, que se convirtió en el templo gótico más grande del mundo y el tercero en extensión de toda la Cristiandad. En el siglo XV se culmina la conquista cristiana y Sevilla se convierte en sede de la Santa Inquisición.
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