Poesia

Sor Juana Inés de la Cruz: Al que ingrato me deja…

abril 17, 2024


[…] Con que con docta muerte y necia vida
viviendo engañas y muriendo enseñas.

SJIC

Recordando a La Décima Musa, en el aniversario de su muerte.

«Al que ingrato me deja…»

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.

Sor Juana Inés de la Cruz

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en en San Miguel de Nepantla, Amecameca, México, el 12 de noviembre de 1651.
De padre vasco y madre mexicana, le tocó vivir en una época en la que la influencia de la literatura española era casi absoluta, culteranismo acentuado con el estilo gongorino y la predominancia de escribir casi exclusivamente en verso, un autor de la época apostillaba:  en tal época hablar claro era un pecado, y en verso es casi toda la producción de Sor Juana.
Antes de profesar había sido dama de la esposa del virrey Mancera.
En plena madurez literaria, criticó al Padre Vieyra, portugués de origen, jesuita, un sermón, y lo impugnó sosteniendo lo  relativo a los límites entre lo humano y lo divino, entre el amor de Dios y el de los hombres, lo que dio motivo a que el Obispo de Puebla, D. Manuel Fernández de Santa Cruz (Sor Filotea), le escribiera pidiéndole que se alejara de las letras profanas y se dedicara por entero a la religión. Sor Juana se defendió en una larga misiva autobiográfica, en la cual abogó por las  derechos culturales de la mujer y afirmó su derecho a criticar  y a impugnar el tal sermón. No obstante, obedeció, y al efecto  entregó para su venta los cuatro mil volúmenes de su biblioteca (quitapesares, como la llamaba), sus útiles científicos y sus instrumentos musicales, para dedicar el producto de ellos a fines  piadosos. Cuatro años mas tarde, atendiendo a sus hermanas enfermas de fiebre, se contagió y murió, el 17 de abril de 1695.
No sólo tuvo la influencia de Góngora, en su teatro es clara la de Calderón de la Barca.
Ha pasado a la Historia con los significativos nombres con que la critica la ha bautizado: La Décima Musa, Fénix de México y La Monja Mexicana.

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