Artemisia Gentileschi: El caravaggismo violento

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Artemisia Gentileschi

Artemisia Lomi Gentileschi nació en Roma, Italia, el 8 de julio de 1593.
Hija del también pintor toscano Orazio Gentileschi, del que tomó el puro rigor del dibujo, el acento dramático y los grandes efectos teatrales en sus obras, influencias todas del gran Caravaggio.

Tras residir en Florencia de 1614 a 1620, se estableció en Roma entre 1620 y 1627, tiempo en el que realizó breves viajes a Génova y Venecia.
En 1630 está ya situada documentalmente en Nápoles, donde abrió su taller, manteniéndose siempre en estrecho contacto con Massimo Stanzione.

En la citada ciudad, desarrolló la mayor y más notable producción, llegando a ser en una de las figuras más importantes de la ciudad, ejerciendo su influencia en todo el medio napolitano, especialmente en sus contemporáneos en la ciudad, entre ellos: el propio Stanzione, Finoglia y Cavallino.

Entre 1638 y 1639 viajó a Londres, donde se encontraba trabajando su padre, tiempo en el que no dejó de pintar, recibiendo y realizando numerosos trabajos para la nobleza inglesa.
Su primera obra firmada y con fecha es una de las muchas versiones que realizó del pasaje: «Susana y los viejos», de 1610, cuando contaba con tan solo diecisiete años de edad, y que ya mostraba dos de las temáticas más recurrentes en su pintura, las heroínas y el desnudo femenino.

Sus numerosos viajes la situaron en lugar de privilegio para el conocimiento y la valoración tanto de la pintura contemporánea como de los máximos ejemplos del siglo anterior.
Su formación caravaggista, estilo suavizado por su padre, supo también reproducir del mismo, su elegancia, utilizando unos tonos más dramáticos que aquél.

Así mismo utilizó unas variedades cromáticas y lumínicas de una forma que los caravaggistas no habían sabido trabajar hasta entonces.
Está considerada como una de los más importantes y más completos pintores barrocos de su época; impuso su arte en una época en la que las mujeres pintoras no eran fácilmente aceptadas.

Su temática fundamental fueron  escenas históricas, religiosas y mitológicas, estos últimos temas, poco adecuados para ser tratados por una mujer en su época.
Retocó algunas obras de su padre, que tras su mano ofrecieron un realismo del que carecían, añadiéndoles una atmósfera dramática, acentuando el claroscuro a la manera de Caravaggio, y contribuyendo así a que este estilo madurase.

Representa de esta forma un «caravaggismo violento».
Vivió en Nápoles, Florencia, Venecia, incluso en Londres.
Murió en Nápoles, hacia 1654.

En el Museo del Prado de Madrid podemos ver una de sus mejores obras: «Nacimiento de san Juan Bautista», de 1635, considerada por Roberto Longhi como el más logrado estudio lumínico de interior de toda la pintura italiana del siglo XVII.

*Entrada publicada el 5 de abril de 2011. Ha sido actualizada con más obras el 8 de julio de 2024.