«El poeta nombra las estrellas; el filósofo, el cielo; el teólogo, a sus dioses; el científico, las galaxias. Todos miran hacia
arriba, pero ninguno de ellos hace otra cosa que señalarse a
sí mismo.»
CHM
«La orina de los hombres»
1
Suave deslizarse del tren en las vías. Como
peinando cabellera. Larga. Lisa. De reflejos pla-
teados. Suave. Ojos en la vía contigua. En un raíl.
Uno sólo. Hasta el mareo. Entonces elevarlos.
Hacia la extensión verde. Palida. Suave.
también. Y agua bordeada por sauces como
lenguas adentrándose en la tierra. llana. Sua-
ves. También. Otros invadidos por nidos de acebo
sujetos a los troncos. Algunos secos. Como falan-
ges de esqueletos, muchos, reunidos, dedos sin
carne. Hacia el cielo, sobre él.
2
Como estatua africana. Mujer hermosa en
carnes expandida. Deseo de dormir en el regazo,
observación remitiendo, bajo el manto. Abun-
dante y seguro. Mujer extensa, posicionada.
3
… elle en peut plus, tu vois… elle pense que,
tu vois… son ex-mari, tu vois… elle monte dans
sa chambre, il la suit, tu vois, il va la tuer, tu vois,
et… heu… tu vois, elle regarde, elle se retourne et,
tu vois, ell dit… elle panique, tu vois, et heu… il
arrive pas, tu vois, en fait, tu vois, ç’est marrant…
el pañuelo, en fait, violets, anudado al cuello
con esmero. Pelo rubio como fuente a juego con
la voz incontinente en gárgaras silábicas.
Suavidad perturbada. Ojos forzados a salir
del paisaje para poner orden entre los cuerpos
y sus interrupciones.
La incontinencia verbal de los adolescentes.
Su risa defensiva elaborando límites, marcando
territorio. El verbo: la orina de los hombres.
4
Extraña coincidencia de los rostros con las
voces. Extraña concordancia de los gestos con
los sonidos que las bocas emiten. Bocas carno-
sas bajo cejas pálidas. Diente en proa.
Él puntuando con el índice. Ella renovando
postura, albergando pliegues impolutos en el
jersey.
Extraña coincidencia de los gestos con su in-
tención. O no hay intención, sólo gesto. Here-
dada la ancestral cualidad de serse sin saberse.
5
… ¿ser pájaro? Oler alimento
putrefacto. Bocas que engullen. Labios arti-
culando sílabas mientras el movimiento de arri-
ba abajo mentón regulando. Animal dentro de
otro animal penetrando. Lámina de músculo y
tendones sorbidos por carnosas mándibulas,
otros tendones estirándose igualmente, lengua
con lengua, otro animal tragando deglutiendo
células aspiradas por otras en mucosa ansiosa.
Placer de la semejanza. Especie protegida en el
delito universal. Naturaleza, la llaman. Luego,
pintarse los labios de rojo púrpura. Para su-
brayar el término de la deglución. O si inter-
valo. Ahora, pronunciar con los dientes. Con
impostada elegancia. Una palabra cualquiera.
En la nuca, la lengua antigua, el idioma in-
comprendido, la música de la infancia.
Chantall Maillard
De: «Bélgica»
Edit. Pre-Textos 2011©
ISBN: 978-84-15297-11-6
Chantall Maillard nació en Bruselas, Bélgica en 1951.
Premio Nacional de Poesía en 2004 por «Matar a Platón».
Premio Andalucía de la Crítica por «Hilos» en 2007.
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