[…] la primera golondrina
Vuela, vuela sobre los sembrados, en el sol claro de la infancia.
CM
Recordando al Premio Nobel polaco en el aniversario de su muerte.
«El viejo día»
El viejo día sin meta quiere que se le viva
Y se le llore. Quéjese con su lluvia y su viento.
Su bastón de mendigo amenaza a las horas.
¿Por qué dormir no quiere en el nocturno seno?
Es hospital la vida. En sus cuartos, luz tibia.
Sus paredes son blancas de amados pensamientos
Y la piedad, al ver que la dicha se hastía,
Sobre los pobres pájaros hace nevar el cielo.
No despiertes la lámpara, que es el ocaso amigo.
Jamás viene sin traernos un poco de otros tiempos,
Y si lo rechazases, de su gris capa triste
Se habrían de burlar los chubascos y el cierzo.
Ciertamente, si existe algo dulce aquí abajo.
No puede ser más que en los viejos cementerios
Donde ya no hay flaquezas ni orgullo ni esperanza
Que a los hombres cansados, sin cesar, den tormento.
Sí, allí, bajo las cruces, junto al mar impasible
Que sueña sólo con los lejanos recuerdos.
Hallarán, los que busquen, a sus almas que esperan
De las noches mejores el seguro consuelo.
Echa en el fuego alcohol y cierra bien la puerta.
Que los abandonados tiritan en mi pecho.
Y, verdaderamente, ¡son tan largas las horas!
Se diría que toda la música se ha muerto.
No, no; ya nunca quiero ver más en ti la amiga.
Sé sólo lo más dulce, lo más leve y sereno.
Como el humo que sube de una choza en la tarde.
Porque tienes el rostro de los días más bellos.
Pon tu otoñal cabeza en mis rodillas, cuéntame
De un gran barco muy solo, muy solo en el océano
Y no olvides decirme que su luz tiene frío
Y que su arboladura reír hace al invierno.
De los amigos háblame, muertos lejos, hace años.
En un país color de silencio y de tiempo.
¡Ay si ellos regresaran, cómo amarles sabríamos!
Pero duermen en tumbas que ya nunca veremos.
En tabernas del río viejos huérfanos cantan
Porque sus pobres almas tienen, miedo al silencio
Y sobre el pan y el vino hace una cruz la sombra
En el umbral de oro de las horas sin término.
Czeslaw Milosz
Traducción (del francés) de Dictinio de Castillo-ElejabEytia
Poema en francés:
«Le vieux jour»
Le vieux jour qui n’a pas de but veut que l’on vive
Et que l’on pleure et se plaigne avec sa pluie et son vent.
Pourquoi ne veut-il pas dormir toujours á Vaúberge des nuits
Le jour qui menace les heures de son báton de mendiant?
La lumiére est tiede aux dortoirs de l’hópital de la vie;
La blancheur patiente des murs est faite de chéres pensées.
Et la pitié qui voit que le bonheur s’ennuie
Fait neiger le ciel vide sur les pauvres oiseaux blessés.
Ne réveille pas la lampe, ce crépuscule est notre ami,
II ne vient jamáis sans nous apporter un peu de bou vieux temps.
Si tu le chassais de notre chambre, la pluie et le vent
Se moqueraient de son triste manteau gris.
Ah! certés, s’il existe une doticeur ici-bas
Ce ne peut étre qu’aux vieux cimetiéres graves et bons
Oú la faiblesse ne dit plus oui, oii l’orgueil ne dit plus non,
Oú l’espoir ne tourmente plus les hommes las.
Ah! certes, lá-bas sous les croix, prés de la mer indifférente,
Qui ne songe qu’au temps jadis, tous les chercheúrs
Trouveront enfin leurs ames aux sourires anxieux d’attente
Et les consolations sures des nuits meílleures.
Verse cet alcóol dans le feu, ferme bien la porte,
II y a dans mon coeur des abandonnés qui grelottent.
On dirait vraiment que toute la musique est morte
Et les heures sont si longues!
Non, je ne veux plus voir en toi l’amie:
Ne sois qu’une chose extrémement douce, crois-moi,
Une fumée au toit d’une chaumiére, dans le soir:
Tu as le visage de la bonne journée de la vie.
Pose ta tête d’automne sur mes genoux, raconte-moi
Qu’il y a un grand navire, tout seul, tout seul sur la mer;
N’oublie pas de me diré que ses lumiéres ont froid
Et que ses vétements de toile font rire l’hiver.
Parle-moi des amis qui sont morts il y a longtemps.
lis dorment dans des tombeaux que nous ne verrons jamáis,
Lá-has, bien loin, dans un- pays couleúr de silence et de temps.
S’ils revenaient, comme nous saurions les aimer!
Dans le cabaret prés du fleuve il y a de vieux orphelins
Qui chantent parce que le silence de leurs âmes leiir fait peur
Debout sur le seuil d’or de la maison des heures
L’ombre fait le signe de la croix sur le pain et le vin.
Czeslaw Milosz
Czeslaw Milosz nació en Szetejnie, Polonia, el 30 de junio 1911.
Fue abogado, poeta, novelista, ensayista, historiador de la literatura y traductor.
Trabajó en el servicio diplomático de la Polonia Popular, de 1945 a 1951, año que se exilió y fijo su residencia en Francia, tras su evolución ideológica que le llevó a rechazar al régimen comunista.
En 1960 marchó a Berkeley, Estados Unidos, invitado por la Universidad de California donde fue desde 1961 profesor de Lenguas y Literatura Eslavas. Durante su estancia estadounidense escribió, sobre todo, poesía.
En la República Popular Polaca fue oficialmente reconocido como un traidor de su patria y humillado por la Unión de Escritores Polacos.
Fue nombrado Doctor Honoris Causa en Letras por la Universidad de Míchigan en 1977.
Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1980.
Murió en Cracovia, el 14 de agosto 2004.
También de Czeslaw Milosz en este blog:
«Czeslaw Milosz: El viejo día»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: Cafetería»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: Regalo»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: La huida»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: Río Wilia»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: No este camino»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: Madurez tardía»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: La caída»: AQUÍ
«Czeslaw Milosz: Dedicatoria»: AQUÍ
Obra traducida al castellano:
Tierra inalcanzable – Antología poética – Traducción, selección y prólogo de Xavier Farré – Ed. Galaxia Gutenberg, 2005 (Reedición 2011) – ISBN: 978-84-8109-935-5
Poesía escogida – Selección, traducción e introducción de Isabel Sabogal Dunin-Borkowski. Edición bilingüe, en polaco y castellano; Ediciones del Hipocampo – 2012
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