Poesia

Diego Jesús Jiménez: Homenaje a Federico García Lorca

agosto 18, 2024


» ¿Dónde
están tus ojos,
que a todo respondían?…»

DJJ

88 años sin Federico, Diego Jesús Jiménez le recuerda con estos versos:

«Homenaje a Federico García Lorca»

I

Los lagartos dibujan en el tiempo
su muerte mineral. Hay mastines que sueñan con rocío en los ojos
y que entornan las noches ante el infortunio. No sé por qué
tras las últimas casas de los barrios extremos
imagina uno el mar. La luz es un estanque
que habita la memoria, un estanque con algas y secas humedades
donde los días yacen en sus salas de espera.
Los cementerios de automóviles
atraviesan urgentes madrugadas
de hospitales y de óxidos. Deja la claridad, entre las flores,
un mundo submarino abierto. Sueñan los dormitorios
enfermedades plateadas, y hay un temblor difuso en las paredes
y muñecas sin ojos arrastrando
su universo olvidado. Hay vacíos océanos
y animales pacientes que ahogan el insomnio.
La tortuga invernal, entre la lluvia,
avanza más aprisa que los trenes
que atraviesan los cielos. Nadie
recuerda nada aquí. Todo está aislado en su inseguridad; la luz es un naufragio
de hogueras apagadas. De humo estrellado
son las sombras, y hay navajas que brillan de incertidumbre
como un escalofrío. Hay testigos de espuma en los alrededores
y recodos de horas que no terminan nunca. Hierve la Historia
en una sola página. La ciudad a lo lejos, tiene un maduro resplandor
de palacio de invierno.

II

Oigo desde aquí los aljibes, los desagües
desde donde las ratas y los pobres comparten sus negocios
de cartón y de humo; ya los ejecutivos,
con la seguridad de los prestidigitadores,
ascender por el aire; ya los asentadores,
ya los intermediarios de todo cuanto un día en los campos fue bello; o a los que distribuyen
su mercancía invisible y, poco a poco, adquieren
esa pátina helada de los santos, en los ojos el frío
de los peces que han muerto.

Ved que el robo es defensa
y la piedad mentira; que en estas calles
donde es dolor la Historia y la vida pecado,
por las que se presume
tanto de libertad como de pobreza,
ya no se lucha a muerte. Baja del Guadarrama un viento
de rendición. Entre los árboles
deja la espuma de la noche sus párpados abiertos.

III

La ciudad
brilla como una ola de ceniza sobre la lejanía. Es agosto
y, desde aquí, ves tenderse
el fatigado cuerpo del silencio en las lomas, la quemadura
vegetal de los parques que, a lo lejos, encienden con sus llamas
lentas flores de sombra.

En las afueras
hay un olor portuario
de mercancía muerta; es un muelle la tarde
donde yace la lluvia en apagados trenes; y hay hélices y anclas
de barcos que no existen, y ruidos que se esconden
en las profundidades de las sombras como animales ciegos.
Lo mismo que en los puertos
ves frutos que se pudren como auroras calladas
y restos de periódicos que vuelan, sin razón,
por los aires.

No es el silencio aquí
como el de las murallas o como el de las frondas
de los ríos abiertos. Una edad medieval
discurre en los contornos, sueña en los alrededores de las cosas.
Hay una luz de atardecer entre las fábricas
que dura todo el día. Huele a fatiga ya cartón, a riesgo, a vida peligrosa
en estos barrios donde
no tiene el cielo crédito ni la infancia fortuna.

Abre la calma de la tarde sus puertas
de calor a la noche; y atraviesan
en vuelo errante, como cenizas de la luz, el silencio
los pájaros.

IV

De la noche desciende como un ángel huido de los cielos.
Desciende de sus pétalos grises y de sus manos muertas.
Sueña por los fríos sepulcros de los invernaderos
donde el rocío no existe y está el tiempo callado.

Llega desde la muerte,
desde negros océanos deshabitados, con veloces caballos purísimos y errantes;
sus caballos glaciares cuyo galope eterno pisotea las flores,
las flores que penetran ahogándose en las clínicas, donde
hay un llanto eléctrico por las enfermedades.

Regresa de las lágrimas de los amaneceres, perdida en la marea de sus ojos vacíos
donde eligen los árboles sus insectos dorados y los ricos sus pobres.
Desde sus sienes abrasadas por extraños arcángeles de ceniza y de niebla desciende,
regresa enfurecida a sus más bajos fondos.

¡Oh, altísima ciudad, flor de infortunio, luz disecada entre las páginas
donde llora la Historia arrepentida! ¡Altísimo pecado de cristal y silencio!
Dime que no es verdad la noche, ni la muerte ni el llanto
con los que te disfrazas de papeles y líquidos.

Hay un lóbrego viento de submarinos invisibles y manzanas podridas.
La soledad busca sus cuerpos destrozados por los rincones de los hospitales
donde ascienden heridos por las blancas paredes de sus habitaciones
solitarios difuntos que, de pronto, se nublan
y su duelo consiste en su propio cadáver.

Está en las madrugadas que abandonan los parques,
entre vómitos pálidos y cisternas amargas, donde hay pájaros muertos
y fermenta el sonido de sus viejas heridas
entre algodones y tijeras que han abierto los ojos.
Con su dolor se nutren los poetas; sus versos le traicionan entre las mariposas y las nubes.
¡Ay, dime que no son ciertos tus dioses con gusanos ni tus cuerpos de estiércol!
Dime tú que no existe el pan de cieno que no tiene memoria y has dejado mordido.
Llegas de las afueras y los túneles, de metales cerrados y fábricas en llamas.
Estás en la garganta de las larvas que oxidan a los años.
Dime que no es verdad el día de tus negros espejos
ni tus desheredados con asma interminable, ni el eterno silencio
de los que más humillas: a los que robas cada día, cuando los atardeceres
yacen en los suburbios, y navegan los pobres en barcas naufragadas
tu olvido.

Diego Jesús Jiménez

De: Itinerario para náufragos – Arcángel de ceniza, 1997
Ed. Visor, Col. Poesía 1997©
ISBN: 978-84-7522-351-6

Diego Jesús Jiménez nació en Madrid, el 24 de diciembre de 1942.
Poeta, pintor y periodista, encuadrado entre la generación del 50′, y en los Novísimos, sin embargo su obra se independiza de estos modelos.
Posee un cierto carácter visionario, aunque legible, que algunos críticos han definido como neorrománticismo cívico.
En la década de 1970 fundó la colección de poesía Alfa de Editora Nacional, de la que fue despedido en 1977 a causa de su defensa de las libertad durante la transición democrática.
Después de una intensa militancia política, a partir de 1982, se dedicó en exclusiva a la pintura y a la poesía.
Expuso por primera vez en junio de 1991, en la Galería Kreisler de Madrid.
Obtuvo entre otros muchos galardones:
El Premio Adonáis por: La ciudad, en 1964.
El Premio Fray Luis de León de Poesía, y el Premio Nacional de Poesía en 1997 por Itinerario para náufragos.
Como pintor realizó su primera exposición pública en junio de 1991 en la galería Kreisler de Madrid.
Murió en Madrid, el 13 de septiembre de 2009.

También de Diego Jesús Jiménez en este blog:

«Diego Jesús Jiménez: Oficio de verano»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: El lingüista»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Se ha plantado el invierno…»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Río Escabas»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: El silencio»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Nunca lo olvides…»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Jaula»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: El demonio»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: 11 de marzo»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Ronda del hombre (I)»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Ronda del hombre II»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Ronda de la noche (I)»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Ronda de las piedras»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Homenaje a Federico García Lorca»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: El temblor del silencio»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Sé que hago mal…»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Escombros de la luz»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Color solo»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Espacio para un sueño»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: La casa»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Arcángel de ceniza»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Ángel de la oscuridad»: AQUÍ

«Diego Jesús Jiménez: Coro de Ánimas»: AQUÍ

Bibliografía poética:

Grito con carne y lluvia, Cuenca, Imp. Minerva – 1961. Premio del Club Internacional de Poesía de Jerez de la Frontera, Cádiz.
Ámbitos de entonces, Palencia, Rocamador, 1963. Finalista del premio «Eduardo Alonso» – 1973
La valija, Bilbao, Alrededor de la mesa – 1963
La ciudad, M., Col. Adonáis – 1965 (Premio Adonáis 1964) – Reeditado en 2015 por Bartleby Editores
Coro de ánimas, M., Biblioteca Nueva, 1968 (Premio Nacional de Literatura)
Fiesta en la oscuridad, M. Dagur – 1976. Premio Bienal de Zamora
Sangre en el bajorrelieve, Premio Internacional El Olivo de Jaén – 1979
Bajorrelieve, Huelva, Diputación – 1990 (Premio Juan Ramón Jiménez 1990)
Poesía (1960-1990) – 1990
Interminable imagen – 1995, Premio de Poesía de Villafranca del Bierzo
Itinerario para náufragos, – Visor, 1996 – Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma de 1996, Premio de la Crítica 1997, y Premio Nacional de Literatura 1997

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