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José Camarón Bonanat
José Camarón Bonanat (o Boronat), nació en Segorbe, Castellón, el 18 de mayo de 1731.
Pintor y grabador, fue uno de los pintores valencianos más destacados de la segunda mitad del siglo XVIII.
Perteneció a una notable saga de artistas: su padre, Nicolás Camarón, fue escultor y sus hijos, Manuel y José Meliá, pintores; las pinturas osé Camarón y Meliá, cuyas pinturas se confundieron a menudo con las de Bonanat, al firmar ambos de la misma forma: «José C.».
Tuvo a su padre como primer maestro, y al morir éste, cuando José tenía dieciocho años de edad, continuó sus estudios con su tío el pintor de miniaturas Eliseu Bonanat, que le transmitió un virtuoso detallismo, y después, por un breve tiempo, con el pintor rococó Miguel Posadas.
En 1749 marchó a Valencia, ciudad en la que permaneció hasta que en 1752 se trasladó a Madrid para completar su formación. Es Probable que asitiera al taller del miniaturista valenciano Francisco Bonay y a las clases de estudio de la Academia de San Fernando, donde Corrado Giaquinto le dejaría una clara impronta.
Sus inicios fueron en el paisaje, la miniatura, a la vez que copiaba a los maestros del barroco, como Tiziano , Pedro Pablo Rubens, Anton Van Dick y Bartolomé Esteban Murillo .
En 1754 regresó a Valencia, siendo nombrado profesor de pintura en la recién creada Academia de Santa Bárbara.
En 1765 fue nombrado director de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.
La Academia de San Fernando de Madrid le aceptó en 1762 como miembro de mérito, y en 1768 figura entre los fundadores de la Academia de San Carlos, donde desempeñó la plaza de director de pintura, vacante desde el fallecimiento de Cristóbal Valero en 1790, y entre 1796 y 1801 el puesto de director general. (M. del Prado).
Fue un reconocido docente y un pintor prolífico que practicó todos los géneros: pinturas religiosa y profana, alegorías, retratos y paisajes; como técnicas: la pintura de caballete, la miniatura, el fresco y el pastel.
En pintura destacan los veinte retablos que realizó entre 1781 y 1783 para la catedral de Valencia, y en Madrid participó en los lienzos de la serie de San Francisco el Grande, entre 1788 y 1789, en los que colaboraron muchos de sus contemporáneos.
Pero sobre todo el conjunto de su obra destaca por las escenas de género, como la parte más lograda e innovadora de su obra, que se caracterizan por su carácter festivo y por sus figuras estilizadas, con un típico encanto rococó a la española, elaborada por medio de pinceladas cuidadas y tonos vivos y alegres, cercanas a las de Antonio Carnicero o de Luis Paret y Alcázar.
Realizó también un sinnúmero de dibujos para estampas, grabadas algunas por él mismo; entre ellas destacan veinticinco ilustraciones para Vida, excelencias y muerte del gloriosísimo Patriarca S. José, de José de Valdivieso, y las treinta y una láminas para la edición del Quijote de 1777; en 1797 realizó las ilustraciones correspondientes de la edición de lujo de Pellicer.
Su obra se caracteriza en general por el efecto claroscuro, la belleza del colorido, la armonía de la composición y la cuidada técnica, así como por su gama cromática de tonalidades suaves y en ocasiones nacaradas y por sus grandes composiciones resueltas con gran maestría.
Sus obras tal vez más notables, son las escenas de majos, al modo de Francisco de Goya, como «El bolero», en el Museo del Prado de Madrid.
De su obra religiosa, los frescos de la catedral de Segorbe, que inició en el año 1800. Tras su muerte, ocurrida tres años más tarde, la obra fue continuada por su hijo Manuel Camarón Meliá que la finalizó en 1806.
Recientemente se ha dado a conocer que el 3 de septiembre de 1790 se le encargaron nueve cuadros, por orden del conde de Campomanes, para la Audiencia de Extremadura, donde actualmente se encuentran.
Murió en Valencia, 14 de julio de 1803.
*Entrada actualizada y ampliada el 18 de mayo de 2024.
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