Mujeres pintoras: Gloria Torner, figuración y transvanguardia

Click en la imagen para ver más obras

Gloria Torner

Nació en Arija, Burgos en 1934.
Tras la muerte de su padre durante la Guerra Civil española, con sólo veinticinco años de edad, su madre se vio forzada a trasladarse a Santander, donde trabajó como maestra de escuela en diversos pueblos cántabros.

Se trasladó a Madrid en 1959 para ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que fue alumna de José Manaus Viglietti, que fuera a su vez discípulo de Joaquín Sorolla, estudios que finalizó en 1966.

Expuso por primera vez, de forma individual, en 1964 en el Ateneo de Santander.
A partir de la década de 1970, realizó numerosas exposiciones, exhibiendo por primera vez en Madrid, cuando en el Museo de Bellas Artes de Santander, contaba ya con un cuadro suyo, a la vez que organismos oficiales y otros museos, comenzaron a demandar sus cuadros; «La grua de piedra», lo adquiere la Diputación cántabra, como ejemplo.

En 1976 fue nombrada Presidenta del Ateneo de Santander, Sección Artes Plásticas, puesto que desempeñó hasta 1982.

A finales de la década de 1980, realizó obras de gran envergadura, como murales para grandes empresas o el conmemorativo del V Centenario de Juan de la Cosa, en Santoña.

En 1992 realizó el mural cerámico para el Pabellón de Cantabria de la Exposición Universal de Sevilla.
Ha expuesto en todas las ciudades importantes españolas, en varias de Europa, Estados Unidos y otros países del resto del mundo.
Su obra es en la actualidad muy cotizada entre los coleccionistas de arte de todo el mundo.

Es una de la pintoras con mayor proyección nacional e internacional que ha dado el arte cántabro en el último medio siglo, artista en una etapa de plenitud, consagrada como una de las grandes artistas plásticas de Cantabria y de España, y creadora de un lenguaje personal e intransferible.

El poeta José Hierro diría de ella en 1975: «En el fondo, lo que ocurre es que Gloria Torner es una pintora fauve sobre cuyos cuadros ha caído la niebla, los colores han perdido su condición salvaje al sumergirse en la atmósfera plateada, como de anís y agua, toda su tarea consiste en convertir la realidad en recuerdo, en melancolía.»

 *Entrada publicada en este blog el 3 de febrero de 2012. Ha sido actualizada y ampliada el 26 de febrero de 2016.