«Pálida de inquietud y casto asombro,
tu frente declinó sobre mi hombro,
uniéndome a tu ser, con suave impulso»
Bion y Lucina, émulos en fervoroso alarde,
permútanse fragantes uvas, de boca a boca;
y cuando Bion ladino la ebria fruta emboca
finge para que el juego lánguido se retarde…
«Cruzas las avenidas
leales de mi cuerpo,
desarmando la noche
con jazmines desnudos…»
No he de callar, por más que con el dedo
o con la mano prieta me amordaces.
Orgullosa estaré, aunque disfraces
los vaivenes certeros donde cedo.
No he de callar, y en tan airoso ruedo,
cuando cerques mi orgullo y atenaces
si fuste en altivez, cuando amenaces
no rendiré ni almena ni mi credo.
Y pues que en soledad luces mi arcilla
y te mantiene el deje de mi lumbre,
sigue frotando siempre, no hay mancilla.
(Fragmentos)
nazco al pie de un lecho oscuro
de la costilla de un ángel
una exposición
o bien una ejecución
desnuda al amor de su crimen
contra el ángel
pensar en ello
no puedo
sin morir
de un destello de alegría
sin morir de alegría
al instante
momento de nacer
alta
fusión
Desde un principio pinté como Goya
Rembrandt Picasso o Patinir
—¡Oh aquél azul y blanco africanos
Cuando estalló
Ante mí el Kilimanjaro! Y me creyeron mago
Tres Hermanos de Lascaux
Aquella vez que me hice Pájaro ¿O fue travestido de Reno
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«La historia es nuestra y la hacen los pueblos.»
SA
El cantautor cubano Pablo Milanés, escribió esta bellísima y a la vez dura canción, canción de esperanza no obstante, refiriéndose a aquellos terribles días de septiembre de 1973, en los que dictador Pinochet perpetró el golpe de estado que derrocaría a Salvador Allende.
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada, Continue Reading…
«…Sobre la tierra amarga, caminos tiene el sueño…»
AM
Quiero dedicarle esta entrada a alguien que ama tanto a nuestros poetas andaluces como yo, Pilar Távora.
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
