
Conocí a Don Luis hace ya muchos años, fue en 1983, en la Feria del libro del Retiro, en Madrid.
De aquel día guardo una dedicatoria entrañable escrita en su libro: «Diario de una resurrección»
«… a Concha que lee con los ojos atentos y al leer se le hacen mas claros todavía.»
Desde entonces cada año la caseta donde firmaba ejemplares era la primera visita que hacía el día que él estaba, no por buscar su firma, si no saludarle, como por desgracia los poetas no tenían cola esperando, siempre podía disfrutar durante un buen ratito de su charla, siempre me reconocía cuando llegaba, me decía al verme aparecer: «mi lectora de los ojos guapos».
El último año que él pudo estar, me firmó «La carta entera», esta vez con una letra mucho mas temblorosa, presentí que era el último año que le veía.
Siempre me había despedido de él dándole la mano, ese año le di un beso, era 1990.
Sus libros son algunos de mis tesoros
«Nadie es profeta en su espejo»
Dime, ¿sientes aún la antigua herida
cuando el amor te baña en su oleaje
y el beso es luz como el amor es traje
y el labio es sed como la noche es vida?




