«…No te dije nada.
Nunca sabrás
qué puertas se cerraron
con sigilo.»
«Rescoldos»
Cuando no deja ya vivir el dolor
y se arrancan los filos de las heridas,
arrojarlos lejos, no basta.
Es necesario detenerse.
Al mirar hacia atrás
la luz de la mirada traspasa
los cristales coloridos de la memoria,
los baña y se precipitan
lampos, fulguraciones, reverberos.
Lo vivido se torna vívido
y es preciso cernir y discernir,
rescatando el oro de los días.