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Pintura o escenas de género del siglo XIX
Son en la pintura, habitualmente representaciones de la vida cotidiana de personas normales, bien en interiores, o al aire libre, en el campo o en la ciudad, como lugares de trabajo, mercados, bares y tabernas o en la calle.
La mayor parte de ellas, en lo que se refiere a las que solemos ver en las del siglo XIX, son escenas realistas, a veces imaginarias y muchas veces idealizadas por el pintor.
En España, se ha utilizado también el genero costumbrista o temas de costumbres.
Se la ha llamado de forma habitual «género pequeño», oponiéndose al tradicionalmente llamado «gran género», adjudicado a la pintura histórica.
Durante el Renacimiento y el Barroco, no era habitual el plasmar este tipo de escenas, se entendía al pintor como transmisor de temas cultos e importantes, la vida cotidiana era irrelevante y no merecedora de ser inmortalizada.
El arte debía ensalzar a personajes notables, de clases altas, de nobles o histórico, religioso o mitológico.
Es por eso que la pintura histórica, se consideraba un género superior, y representar a campesinos y demás población modesta sin que hubiera un argumento consistente o una moraleja resultaba «irreverente» para los artistas.
En sus inicios, los pintores que realizaban algunas de estas obras, lo hacían como mera distracción, para de alguna forma retratar a su propia familia o amigos, o en muchos casos como denuncia social, algo muy frecuente en los años difíciles socialmente hablando del siglo XIX en Europa.
Pero no cabe duda, de qué ya en la pintura de género del siglo XVIII, estaban presentes la intención satírica o moralizante en obras como las de Hogarth o Greuze.
«Aunque en el sur de Europa se realizó pintura de género a partir de Caravaggio, lo cierto es que se cultivó y apreció principalmente en los países nórdicos. Los grandes comitentes (la nobleza, el clero) no estaban interesados en este tipo de obras, normalmente de pequeño formato, que tuvieron en cambio, una gran fortuna y difusión entre la burguesía, la clase media y los comerciantes, debido a su tema familiar y frecuentemente sentimental. « (Wikipedia)
En España, Francisco de Goya usó la pintura de género para hacer un estudio oscuro sobre la condición humana. Como pintura de género, de este artista, se pueden considerar sus numerosos cartones para tapices, y algunos cuadros de pequeño tamaño en los que plasmó escenas de la vida española, fundamentalmente de la madrileña, como «La ermita de San Isidro», «La Cucaña», «La corrida de toros» o «La gallina ciega»
Del Reino Unido sobresalen: William Holman Hunt y Dante Gabriel Rossetti realizaron escenas de género.
Bien adentrado el siglo XX, llegó el declive de la pintura histórica y la religiosa, los artistas encontraron cada vez más sus temas én la vida que los rodeaba.
Gustave Courbet usó temas de la vida cotidiana en pinturas a gran escala, formato qué tradicionalmente estaba reservado para temas «importantes», cosa que no gustó a la crítica ni al gran público, borrando de esta forma los límites que sirvieron para establecer a la pintura de género como una categoría «menor»».
«La misma pintura de historia sufrió un cambio desde la exclusiva representación de acontecimientos de gran importancia pública a la representación de escenas de género en tiempos históricos, tanto en los momentos privados de las grandes figuras como en la vida cotidiana de personas comunes.»
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