«… Feliz a quien meces.
Mentira en tus sueños …»
JE
«El ángel y el poeta»
Angel:
¿Osas trepar, poeta, a la montaña
de oro del cenit?
Poeta:
¡Quienquiera seas,
ángel sublime, del empíreo cielo
radiante aparición, o del profundo
príncipe condenado a eterno duelo
y a llanto eterno, dame que del mundo
rompa mi alma la prisión sombría,
mis pies desprende de su lodo inmundo,
y en alas de Aquilón álzame y guía!
Ángel:
¡Oh, hijo de Caín! Sobre tu frente
tu orgullo irreverente
grabado está, y tu loco desatino:
do tus negros informes pensamientos,
las nubes que en oscuro remolino
sobre ella apiñan encontrados vientos,
y el raudo surco de amarilla lumbre,
que en pálida vislumbre,
ráfaga incierta de la luz divina,
sus sombras ilumina,
muéstrame en ti al poeta,
¡el alma en guerra con su cuerpo inquieta
muéstrame en ti la descendencia, en fin,
rebelde y generosa de Caín!
¡Tú más alto, poeta, que los reyes,
tú, cuyas santas leyes
son las de tu conciencia y sentimiento;
que a penetrar el pensamiento arcano
osas alzar tu noble pensamiento,
del mismo Dios, en tu delirio insano!
¡Y sientes en tu espíritu la grave,
maravillosa música suave,
y del mundo sonoro la armonía!
¡Qué ineficiente y fría
sientes vil la palabra a tu deseo,
y en vértigo perpetuo y devaneo,
y en insomnio te agitas
y en pos de tu ansiedad te precipitas!
¡Que ora tras la esperanza,
que acaso finges, tu ilusión se lanza,
ora piedad imploras
y con la hiel de los recuerdos lloras,
ora desesperado desafías
rebelde a Dios y en tu rencor porfías!!
¡Álzate, en fin, y rompe tu cadena,
y el alma noble y de despecho llena
a las regiones célicas levanta
y rueden en montón bajo tu planta
los cetros, las tiaras, las coronas,
la hermosura y el oro, el barro inmundo,
cuanto es escoria y resplandor del mundo
y en tu mente magnífica eslabonas!
Poeta
¡Sí, levántame, sí; sobre las alas
cabalgue yo del huracán sombrío,
cruce mi mente las etéreas salas,
llene mi alma al seno del vacío!
Sobre mi frente el rayo se desprenda,
mi frente en Dios, mi planta en el profundo,
y al contemplar al hacedor del mundo
¡mi espíritu en su espíritu se encienda!
¡Oh, ángel! ¡Yo he vivido
en la inmensa baraja confundido
de los hombres; y títulos y honores
mi orgullo desdeñó: sobre mi frente
reflejaba tal vez ricos colores
la luz de la esplendente poesía,
y esta marca divina que llevaba
de los hombres tal vez me distinguía
y sobre ellos tal vez me levantaba!
¡Un vago indefinible sentimiento,
como el sutil aliento
del aura leve del abril florido,
en mi espíritu insomne se agitaba,
y en doliente gemido
sólo del triste corazón sentido,
pasando por mi alma suspiraba!
¡Ni palabra, ni grito, ni lamento
hallé a expresar bastante
esta secreta voz del pensamiento,
este vertiginoso e incesante
movimiento del ánimo y trastorno!
Yo apostrofaba al mundo en su carrera,
giraba el mundo indiferente en torno,
y vano y débil mi lamento era.
¡Oh! ¡Mi triste lamento
era un leve sonido en la armonía
del eterno tormento
del mundo y su agonía!
Cada grano de arena, cada planta,
el vil insecto, la indomable fiera
que con rugidos el desierto espanta,
el águila altanera,
que el sol a mirar sube
sobre el vellón de la remota nube,
¡oí lanzaban la doliente queja
de su eterno dolor y su amargura!
¡Marañada madeja
este mundo de duelo y desventura!
¡Las aguas de las fuentes suspiraban,
las copas de los árboles gemían,
las olas de la mar se querellaban,
los aquilones de dolor rugían!…
José de Espronceda
Fragmento inédito del Diablo Mundo, en El Iris, Madrid, 1841.
Nació el 25 de marzo de 1808, en un lugar situado cerca de Almendralejo, Badajoz, llamado Pajares de la Vega.
Poeta de una vida turbulenta, espíritu revolucionario y romántico hasta el infinito.
Su obra está marcada por el desasosiego en el que los acontecimientos de su país lo sumergen de forma vertiginosa.
A los quince años creó con sus amigos Ventura de la Vega, y Patricio de la Escosura una sociedad secreta a la que llamaron los Numantinos (1823-1825), según decían, para vengar la muerte de Rafael del Riego. Denunciado por ello en 1825 fue desterrado a un monasterio de Guadalajara durante cinco años.
Se enroló en la Milicia Nacional llegando a ser Primer Teniente de la Compañía de Cazadores de Madrid. En 1841 es nombrado secretario de la Legación española en La Haya y poco después es elegido diputado progresista en Almería.
Fue elegido parlamentario ante las Cortes Generales, en 1842 por el Partido Progresista. Murió a los treinta y cuatro años de difteria; en ese mismo año de 1842, cuando se iba a casar con Bernarda de Beruete.
Se considera a Espronceda el poeta romántico español por excelencia a causa de su talante byroniano. En efecto, su poesía presenta ecos de la de Lord Byron, sobre todo en sus dos poemas narrativos más extensos: El estudiante de Salamanca, sobre el tema del seductor donjuanesco, que se puede considerar como un acabado exponente del género romántico leyenda, considerado el mejor poema en su género del siglo XIX
Sus obras más conocidas: La canción del pirata; El reo de muerte, El canto del cosaco, y Canto a Teresa.
Murió en Madrid, el 23 de mayo de 1842.
También de José de Espronceda en este blog:
José de Espronceda: La canción del pirata»: AQUÍ
«José de Espronceda: Canción de la muerte»: AQUÍ
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