Refranero y Frases.

Jean-Jacques Rousseau: Prerromanticismo e Ilustración

julio 2, 2022


«El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado.»
JJR

Mi recuerdo al pensador y fílosofo suizo en el aniversario de su muerte.

Jean-Jacques Rousseau

Algunas de sus mejores frases:

¡Desgraciado de aquel que no tiene deseos! Puede decirse que pierde cuanto posee.
El abuso de los libros mata a la ciencia; porque muchos hombres, creyendo que saben lo que han leído, se creen dispensados de aprenderlo.
El amigo verdadero da su corazón sin reserva, sin condición y únicamente porque ama.
El amor queda privado de su mayor encanto cuando le abandona la honestidad.
El amor propio es un instrumento útil pero peligroso: con frecuencia hiere la mano que lo maneja; y raras veces aprovecha sin dañar.
El gusto del juego, fruto de la ambición y del aburrimiento, es hijo de un espíritu y de un corazón vacío.
El hombre padece pocos males, si se exceptuan los que él mismo se atrae por el abuso de sus facultades.
El hombre que más ha vivido no es aquél que más años ha cumplido, sino aquel que más ha experimentado la vida.
El lujo no es excusable más que en un país donde nadie se puede morir de hambre, o de frío.
El matrimonio es una alianza muy general y la más extendida de la sociedad; pero falta mucho para que sea siempre aquella que une más sinceramente a un hombre con una mujer.
El perder con la inocencia el sentimiento que la hace amar es el último grado de oprobio.
El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurrió decir esto es mío, y halló gentes bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso: ¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!
El primer paso hacia el bien es no hacer mal.
El primer valor de la justicia es conocer que se administra.
El reconocimiento es un deber que es necesario llenar; pero no un derecho que se puede exigir.
El sentimiento de la compasión duerme en el hombre, hasta que el grito del dolor viene a despertarle.
El tener demasiado amor propio es una pequeñez vergonzosa, que tarde o temprano le hace a uno desgraciado.
El verdadero misántropo es un mónstruo en la sociedad: si pudiera existir causaría horror.
El vicio rara vez se insinuó oponiéndose a la honradez; casi siempre toma el disfraz de ésta.
Es muy difícil pensar con nobleza cuando no se piensa más que para ganarse la vida.

Hay un libro abierto siempre para todos los ojos; la naturaleza.

La buena reputación, bien merecida, es el sepulcro más magnífico que se puede tener.
La conciencia es la voz del alma; las pasiones son la voz del cuerpo.
La cortesía frecuentemente no es más que la demostración exterior de una benevolencia que no está en el corazón.
La esperanza es el sueño de un hombre despierto; es el narcótico que adormece nuestras penas.
La esposa de un carbonero es más respetable que la querida de un príncipe.
La florida jerigonza de la galantería está mucho más distante del sentimiento que el tono más simple.
La frecuencia de los suplicios es siempre señal de debilidad o de pereza en el gobierno.
La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla.
La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.
La presencia de ánimo, la penetración y las observaciones sutiles, son la ciencia de las mujeres.
La primera, la más importante y más agradable cualidad de una mujer, es la dulzura.
Las ideas generales y las abstractas son la fuente de los más grandes errores humanos.
Los artesonados dorados, el lujo y la magnificencia, solo anuncian la vanidad del que los ostenta.
Los grandes hombres no abusan nunca de su superioridad: aun cuando tengan la conciencia de ella, no por eso son menos modestos.
Los pobres gimen bajo el yugo de los ricos; y los ricos bajo el yugo de las preocupaciones.

Ninguno puede ser feliz si no se aprecia a sí mismo.
No hay bastante con la mitad de la vida para escribir un buen libro, y de la otra mitad para corregirlo.
No hay nada más peligroso que la autoridad en manos que no saben usarla.
No se puede reflexionar sobre las costumbres, sin complacerse uno en recordar la sencillez de los tiempos primitivos.
No solo des limosna, sino también caridad.

Para evitar la desdicha se necesita prudencia, y para soportarla, valor.

Se mejoran las plantas por el cultivo, los hombres por la educación.
Siempre falta a las leyes de los hombres lo que pertenece a las de la naturaleza: la inflexibilidad.
Si hay alguno a quien la vanidad haya hecho dichoso, de seguro que este tal es un tonto.
Si la indolente ociosidad no engendra más que pereza y aburrimiento, el encanto de dulces momentos es el fruto de una vida laboriosa.

Todas las criaturas que el hombre hace servir a sus placeres, llegan a ser el instrumento de sus penas.
Todos los sentimientos que dominamos son legítimos; todos los que nos dominan son criminales.
Trabajar es un deber indispensable para todo hombre social. Rico o pobre, fuerte o débil, todo ciudadano ocioso es un bribón.

Un corazón enfermo solo puede escuchar a la razón por el órgano del sentimiento.
Uno de los escollos en que la justicia naufraga frecuentemente, es la prevención.
Los hombres son malvados; una triste y continua experiencia nos dispensa de probarlo; sin embargo, el hombre es naturalmente bueno, creo haberlo demostrado […]. Que admiren cuanto quieran la sociedad humana, no será por ello menos cierto que necesariamente conduce a los hombres a odiarse entre sí en la medida en que sus intereses se cruzan, a prestarse mutuamente servicios aparentes y a hacerse en la práctica todos los males imaginables […].

Virtud significa fuerza. No hay virtud sin combate, ni la hay tampoco sin victoria.

Jean-Jacques Rousseau

Jean-Jacques Rousseau nació en Ginebra, Suiza, el 28 de junio de 1712.
Fue a la vez escritor, pedagogo, filósofo, músico, botánico y naturalista, aunque fue definido como un ilustrado, presentó profundas contradicciones que lo separaron de los principales representantes de la Ilustración, hecho que le ganó la feroz inquina de Voltaire. Está considerado así mismo uno de los primeros escritores del prerromanticismo.
Sus ideas le dieron un giro copernicano a la pedagogía, centrándola en la evolución natural del niño y en materias directas y prácticas; sus ideas políticas influyeron en gran medida en la Revolución francesa y en el desarrollo de las teorías republicanas.
Fue crítico con el pensamiento político y filosófico desarrollado por Hobbes y Locke. Para él, los sistemas políticos basados en la interdependencia económica y el interés propio conducen a la desigualdad, el egoísmo y, en última instancia, a la sociedad burguesa (término que fue uno de los primeros en utilizar).
Incorporó a la filosofía política conceptos incipientes como el de voluntad general (que Kant transformaría en su imperativo categórico) y alienación. Su herencia de pensador radical y revolucionario está probablemente mejor expresada en sus dos frases más célebres, una contenida en El contrato social: «El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado», la otra, presente en su Emilio, o De la educación, «El hombre es bueno por naturaleza».
Hizo amistad con Denis Diderot en 1742, y más tarde escribiría sobre los problemas románticos de éste en sus Confesiones.
Durante el período de la Revolución Francesa, fue el más popular de los filósofos entre los miembros jacobinos.
Murió en Ermenonville, el 2 de julio de 1778.
Sus restos descansan en el Panteón de París a pocos metros de Voltaire, al que fueron trasladsos en 1794, 16 años después de su muerte, y el sitio exacto está marcado claramente por un busto conmemorativo.

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