Alonso Cano o Diego Velázquez
La Inmaculada de Alonso Cano, está desde hoy en el Centro Velázquez, en el Hospital de los Venerables de Sevilla.
Entre excepcionales medidas de seguridad, hoy llega a Sevilla el lienzo La Inmaculada, adquirido tras largas negociaciones por la Fundación Focus-Abengoa para integrar la colección del Centro de Investigación Diego Velázquez. La directora general de la Fundación, Anabel Morillo León, y el asesor científico del Centro Velázquez, Benito Navarrete Prieto, desvelarán esta tarde a los medios los secretos que rodean la compra de la pintura.
Algunos la atribuyen a Velázquez. Otros, a Alonso Cano. En lo que los expertos no se dividen es en valorar la belleza y la importancia de La Inmaculada, un lienzo de 142 x 98,5 centímetros recién rescatada por la Fundación Focus-Abengoa de Sevilla de una peripecia histórica de proporciones épicas. Se trata, apuntan esos entendidos, de una obra clave para entender la pintura del autor de Las meninas y como tal se ha incorporado a la colección del Centro de Investigación Diego Velázquez de la capital andaluza.
Está pintada en Sevilla entre 1618 y 1620, parece ser en el obrador de Francisco Pacheco y en el seno del debate en torno a la Inmaculada Concepción.
Tras siglos de idas y venidas, el lienzo adquirió protagonismo en el mundo del arte cuando Sotheby’s no consiguió venderlo en una subasta celebrada en 1994 en Londres. La puja más alta, cuatro millones de libras (unos 800 millones de pesetas de entonces) quedó muy lejos del precio acordado -y no desvelado- entre la casa de subastas y el dueño de la obra, el marchante de arte francés Charles Bailly.
Dos grandes especialistas han estado en el centro del debate sobre esta obra. La Inmaculada ha sido atribuida a Alonso Cano por el profesor y ex director del Museo del Prado Alfonso Pérez Sánchez y a Velázquez, por el profesor estadounidense Jonathan Brown. Pérez Sánchez es también asesor de la Fundación Focus-Abengoa, que prefiere no dar ninguna cifra sobre el coste económico de la adquisición.
Pese a todos estos datos, existe aún una línea de investigación que defiende que el autor del cuadro sería Velázquez. Es la asumida por el investigador norteamericano Jonathan Brown, para quien esta Inmaculada que perteneció a la colección del deán López Cepero, de la Catedral de Sevilla, es una obra de enorme valor que resume la experiencia adquirida por Velázquez mientras era discípulo de Pacheco.
Sea como sea, nadie niega su «indudable cercanía» a Velázquez (1599-1660) en el uso de los pigmentos y en su técnica. Focus-Abengoa señala, además, la carencia de «obras representativas de Alonso Cano (1601-1667) de este momento» como otro factor para su adquisición. Finalmente, destaca que La Inmaculada representa «un testimonio de la interacción entre pintura y escultura, al comprobarse en ella la influencia de la escultura del momento. Tanto la de Juan Martínez Montañés como la del propio Alonso Cano».
Una joven virgen rodeada de un halo de luz solar, en actitud de oración, con la cabeza cubierta de doce estrellas y la luna a sus pies. Se trata de un cuadro único, una rareza, una obra maestra de la etapa sevillana de Diego de Silva y Velázquez
Descubrimiento:
La historia del descubrimiento de esta Inmaculada Concepción, según contaba el diario El País en 1994, tuvo «algo de curiosa y de rocambolesca porque, tal como explicó el propio Bailly, el Velázquez llevaba años encerrado en una miserable chambre de bonne en París. Cuando los dueños decidieron venderlo en subasta pública, en 1990, a un precio inicial de 400.000 francos, no se atrevieron a atribuírselo al pintor sevillano, limitándose a catalogarlo como un lienzo producido en el «círculo de Velázquez»; pero Bailly, que según sus palabras entonces, quedó deslumbrado por la visión de esta Inmaculada, de belleza casi sensual, no tuvo dudas. «Desde el primer momento en que mi hermano y yo vimos el cuadro supimos que estábamos ante una obra de arte de categoría suprema», dijo entonces el marchante.
También fue tajante la restauradora Zahira Veliz: «La utilización de los tonos marrón tierra, no sólo en el cielo, sino en la propia túnica de la Virgen, además del recurso al esmalte en el firmamento, mezclado probablemente con azurita, son técnicas muy velazqueñas, en esa primera etapa de juventud del pintor».
Con esas credenciales, pues, aunque con la sombra de Alonso Cano pisándole los talones, llega mañana esta Inmaculada a la ciudad mariana por excelencia.
El cuadro se presentará hoy en la fundación y se expondrá al público en el Centro de Investigación Diego Velázquez a partir de mañana. Una y otra institución están ubicadas en el Hospital de los Venerables, en el Barrio de Santa Cruz de Sevilla, pleno centro histórico
Fuentes: Diario de Sevilla, El Correo de Andalucía y El País.
No Comments
Información Bitacoras.com…
Si lo deseas, puedes hacer click para valorar este post en Bitacoras.com. Gracias….
Triana, es curioso como el ojo manda y la censura condena. Desde que subiste la Inmaculada,y la vi,ya pasaron dos días y no consigo verla con beatitud o espiritualidad, veo una Inmaculada plena de carnalidad, rodeda de un cielo apasionado, podrás decirme, que toda mística, sobre todo española, es apasionada, sensual, basta leer a San Juan de la Cruz, Santa Teresa o la traducción del «Cantar de los Cantares» de Fray Luisde León para drse cuenta. Más esta Inmaculada, QUE LA BLASFEMIA ME LA ENSEÑÓ MUY BIEN LEÓN FELIPE, me parece, poco recatada.
Sería interesante relizar una investigación con la suerte de lazarillo que muchos cuadros tienen y que va de castillos a masmorras como cualquier ciudadano.
Un abrazo casto.
Sergio Astorga.
Último post en la Web de…sergio Astorga…Recuerdos del Mar Egeo III
Sergio, en efecto, no es una «inmaculada» al uso, ya se apunta que es una obra que interactua la pintura y la escultura, es desde luego muy diferente a todas las Inmaculadas más conocidas, muy lejos de las de Murillo, no, no inspira devoción como imagen religiosa, porqué se la ve muy mundana.
En cuanto a la mística, muchos debates ha habido y he leído, en el que se interpretan todos esos arrobamientos y trances espirituales como experiencias que entran más en el mundo de la sensualida/sexualidad que en extasis espirituales. El tema da para hablar… y hablar… y discutir… discutir…
Un abrazo sin arrobo.