«Ved un campo de jaras, nieve siempre reciente.
Sentid la soledad de las viejas encinas.
Empapaos de un cielo añil hasta la aurora.
Contemplad las estrellas como oro olvidado.
Y sentid los colores de esta tierra de luna…»
«Aquí canta el principio»
En mi conciencia guardo el oro de los reyes:
los vidrios de la tarde, los éxtasis de un fuego
que habrá de conducirme por collados en sombra.