Poesia

Virgilio: Bucólica II

octubre 15, 2023


[…] Por sí sola tu cuna derramará para ti bellísimas flores.
Morirá la serpiente y morirá la yerba de insidioso veneno.
Por doquier brotará el amomo asirio.
Luego, apenas puedas leer las hazañas de los héroes.

Virgilio

Recordando al poeta romano, en el aniversario de su nacimiento, hace más de 2000 años.

«Bucólica II»

El pastor Coridón ardía de amor, sin ninguna esperanza,
por el hermoso Alexis, amado por su patrón.
Se dedicaba solo a ir a un bosque tupido de hayas,
de copas umbrosas. Allí, solitario, con inútil esfuerzo,
profería a los montes y bosques estos desconsolados lamentos:
“Oh cruel Alexis, ¿no te importan nada mis cantos?
¿No te apiadas en nada de mí? Acabarás por hacerme morir.
Aesta hora los mismos rebaños buscan sombra y frescor.
Aesta hora las mismas zarzas protegen a los verdes lagartos
y Testilís muele ajo y tomillo, aromáticas yerbas,
para los segadores cansados bajo el violento calor.
Mas yo, mientras persigo tus huellas, hago resonar los huertos
junto con las roncas cigarras bajo el ardiente sol.
¿No habría sido mejor para mí soportar las iras sombrías
y el orgulloso desdén de Amarilis o a Menalcas,
tan moreno como él es, tan blanco como tú eres?
Oh niño hermoso, no confíes mucho en tu color:
las blancas alheñas se dejan caer, los negros arándanos se recogen…
Me desprecias, Alexis, y no buscas saber quién soy,
cuál es mi caudal en ganados, cuánta nívea leche poseo:
mis mil ovejas vagabundean en los montes sicilianos
y ni en verano ni en invierno carezco de leche fresca.
Canto las mismas canciones de Anfión, el dirceo,
cuando en el acteo Aracinto, convocaba a su rebaño.
Y no soy tan feo: hace poco me contemplé en las orillas del mar,
mantenido en calma por los vientos; si las imágenes no mienten,
no temeré a Dafnis, incluso si tú fueras el juez.

¡Ah, si por lo menos te gustara vivir conmigo en el campo polvoriento
y en mis rústicas cabañas, flechar a los ciervos
y empujar el rebaño de cabras hacia las hojas de malva!
Junto conmigo imitarías a Pan, cantando en los bosques:
Pan fue el primero en enseñar a soldar con cera varios caramillos;
Pan vela sobre las ovejas y sobre sus pastores.
No te disguste apretar el caramillo con tus bellos labios:
para aprender a tocarlo, ¿qué no hacía Amintas?
Tengo una flauta compuesta de siete canutos desiguales,
que Dametas me dio en regalo hace un tiempo,
y, al morir, me dijo: “Ahora tú eres su segundo dueño”.
Así dijo Dametas, y el necio Amintas me tuvo envidia.
Y además tengo dos cabritas encontradas en una insegura quebrada;
su lana aún está jaspeada de blanco;
secan dos ubres de oveja cada día: para ti las conservo.
Ya hace tiempo que Testilís me ruega dejarle llevarlos consigo,
y lo conseguirá porque mis regalos te repugnan.
Ven aquí, niño hermoso: mira a las Ninfas
traerte canastas repletas de lirios; la blanca Náyade
para ti corta alelíes y tallos de amapola
y junta narcisos y flores de oloroso hinojo;
luego los entrelaza al mezereón y a otras perfumadas plantas
y pinta los tiernos arándanos con la amarilla caléndula.
Yo mismo cogeré membrillos canosos de tierna pelusa
y castañas, que mi querida Amarilis amaba;
añadiré cerosas ciruelas: esta fruta será también honrada.
¡Oh laureles y mirtos vecinos!, también os voy a cortar
porque, juntos, soléis mezclar vuestros suaves olores.
Coridón, eres un palurdo: a Alexis no le importan tus dones
ni Iolas perderá si compites en regalos con él.

¡Ay desgraciado de mí! ¿Qué estoy queriendo? En mi extravío he soltado
al Austro sobre mis flores y a los jabalíes en las límpidas fuentes.
Ah, demente, ¿de quién huyes? También los dioses y el dardanio Paris
habitaron los bosques. ¡Sea Palas quien habite en las ciudadelas
por ella fundadas! ¡ Anosotros, que nos gusten ante todo los bosques!
La torva leona al lobo persigue; el lobo, a la cabrita;
la retozona cabrita persigue a los codesos en flor;
a ti, oh Alexis, yo, Coridón: su propia pasión a todos arrastra.
Mira: los toros devuelven los arados colgados al yugo
y el sol declinante aumenta dos veces las sombras,
pero a mí el amor me consume: ¿qué límites tiene el amor?”.
¡Ah, Coridón, Coridón! ¿Qué locura se ha apoderado de ti?
Entre los olmos tu viña está mal podada, aún con excesivo follaje.
¿Por qué, más bien, no te alistas a tejer algo que te urja,
con mimbres y juncos flexibles?
Encontrarás otro Alexis, si este te desdeña.

Virgilio

Recogido en: Bucólicas y Geórgicas
Traducción de Julio Picasso Miron

Publio Virgilio Marón nació en Andes, actual Virgilio, cerca de Mantua, región de Venetia, hoy Lombardía italiana, el 15 de octubre de 70 a. C.
Uno de los más grandes poetas romanos, de toda la antigüedad y de la literatura universal, fue el autor, entre otras obras, de La Eneida ( consta con XII libros), Las Bucólicas y las Geórgicas.
Formado en las escuelas de Mantua, Cremona, Milán, Roma y Nápoles, se mantuvo siempre en contacto con los círculos culturales más notables. Estudió filosofía, matemáticas y retórica, y se interesó por la astrología, medicina, zoología y botánica. De una primera etapa influido por el epicureísmo, evolucionó hacia un platonismo místico, por lo que su producción se considera una de las más perfectas síntesis de las corrientes espirituales de Roma.
Fue el creador de una grandiosa obra en la que se muestra como un fiel reflejo del hombre de su época, con sus ilusiones y sus sufrimientos, a través de una forma de gran perfección estilística.
Para Dante Alighieri, fue su guía a través del Infierno y del Purgatorio en La Divina Comedia.
Murió en Brundisium, actual Brindisi, el 21 de septiembre de 19 a. C.

También de Virgilio en este blog:

«Virgilio: Bucólica II»: AQUÍ

«Virgilio: La tempestad»: AQUÍ

«Virgilio: La Eneida, Libro II»: AQUÍ 

«Virgilio: Sus frases»: AQUÍ

«Virgilio: Sicelides Musae»: AQUÍ

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