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Eduardo Vicente
Nació en Madrid, en 1909.
Se formó en la Real Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Hasta el estallido de la Guerra Civil Española, había trabajado como copista para el Museo Ambulante de Misiones Pedagógicas, creado para divulgar por los pequeños pueblos de España, copias de las obras más importantes de la pintura española, entre otras, realizó las copias de las pinturas negras de Goya.
Se supo rodear de un ambiente de intelectuales, entre los que se encontraban Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Cristina Mallo, Eugenio D´Ors y Ortega y Gasset, entre otros.
Durante la contienda española, luchó en el bando republicano, por lo que tras la victoria franquista, se vio condenado al ostracismo, era uno de los perdedores… y tuvo que ganarse la vida, trabajando como pintor industrial de brocha gorda.
Solo tenía 30 años, en 1939, una magnifica formación y experiencia artística, a pesar de ello, supo salir adelante; hizo amistad con José María de Cossio, que le logró en Espasa Calpe un puesto de trabajo, y que Eugenio Dor’s, conociera su pintura y se sintiera admirado por ella; le puso en contacto con un galerista, Aurelio Biosca, que le encargó realizar un cartel para el Salón de los Once, la buena crítica que recibió, le hizo posible retomar su carrera.
Muy rápidamente consiguió una gran reputación e introducirse en los ambientes culturales más selectos de Madrid, asistía a las tertulias del Café Gijón, al que eran asiduos, escritores, libreros e intelectuales de la época.
Perteneciente a la que se llamó «Escuela de Madrid», ocupó un puesto preferente, junto a Benjamín Palencia, Rafael Zabaleta, Godofredo Ortega Muñoz, Pancho Cossío y Díaz Caneja.
En 1951 fue miembro del Jurado de la «I Bienal Hispanoamericana de Arte» y así mismo invitado a participar en la Bienal de Venecia.
Sin embargo, a pesar de todo esto, hacía 1957, las vanguardias que aparecían, le postergaron, pasando a estar su arte, totalmente obsoleto.
Murió cuando no había cumplido los 60 años, de forma repentina, en plenas fiestas de san Isidro, cuando iba a inaugurar, una exposición en la Galería Quixote de Madrid, el 9 de Mayo de 1968, pero su cuerpo no fue descubierto hasta 3 días más tarde, cuando sus amigos al extrañar su presencia, acudieron a su domicilio y le encontraron en un rincón de su estudio.
«Su estilo de trazos ágiles y limpios, que interpretó con un sentido poético y con una gran delicadeza cromática las esencias de Madrid. Los escenarios que poblaron sus cuadros fueron esencialmente la Puerta del Sol, el Rastro, los descampados de las afueras de la ciudad, y los lugares próximos al Manzanares En estos paisajes urbanos, en los que aparecen figuras anónimas de la calle, plasmó sus grandes dotes para reproducir los ambientes de la ciudad, con una gran sensibilidad, un toque que resulta nostálgico, y una cierta carga expresionista».
«Es un pintor muy dúctil, de una facilidad portentosa para el dibujo y una gran finura cromática. Lo que más le gustaba era observar y mirar a la gente, en los barrios de Madrid o de Nueva York. Recoge un Madrid de la posguerra y los años cincuenta que ha desaparecido, con unos paisajes tristes, llenos de frío, en las afueras, donde al final sólo había un árbol. En este sentido es testimonial y refleja una labor de etnógrafo». Natacha Seseña
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Valora en Bitacoras.com: Click en la imagen para ver más obras Esta entrada quiero dedicársela a mis amigos Adolfo y Marta, se que les va a gustar Eduardo Vicente Nació en Madrid en 1909. Se formó en la Real Escuela de Bellas Artes de San Ferna……
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[…] muy cercana a la obra de Benjamín Palencia, Miguel Prieto, Arturo Souto, Rodríguez Luna y Eduardo Vicente, entre […]