Poesia

Pedro Salinas: De La voz a ti debida

noviembre 27, 2009

«La Voz a ti debida»

¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
«¡si me llamaras, sí, si me llamaras!»
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: No te vayas.

(Versos 102 a 126)

«Mañana». La palabra
iba suelta, vacante,
ingrávida, en el aire,
tan sin alma y sin cuerpo,
tan sin color ni beso,
que la dejé pasar
por mi lado, en mi hoy.
Pero de pronto tú
dijiste: «Yo, mañana…»
Y todo se pobló
de carne y de banderas.
Se me precipitaban
encima las promesas
de seiscientos colores,
con vestidos de moda,
desnudas, pero todas
cargadas de caricias.
En trenes o en gacelas
me llegaban —agudas,
sones de violines—
esperanzas delgadas
de bocas virginales.
O veloces y grandes
como buques, de lejos,
como ballenas
desde mares distantes,
inmensas esperanzas
de un amor sin final.
¡Mañana! Qué palabra
toda vibrante, tensa
de alma y carne rosada,
cuerda del arco donde
tú pusiste, agudísima,
arma de veinte años,
la flecha más segura
cuando dijiste: «Yo…»

(Versos 201 a 236)

Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.

(Versos 388 a 424)

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo»

(Versos 494 a 521)

Todo dice que sí.
Sí del cielo, lo azul,
y sí, lo azul del mar;
mares, cielos, azules
con espumas y brisas,
júbilos monosílabos
repiten sin parar.
Un sí contesta sí
a otro sí. Grandes diálogos
repetidos se oyen
por encima del mar
de mundo a mundo: sí.
Se leen por el aire
largos síes, relámpagos
de plumas de cigüeña,
tan de nieve, que caen,
copo a copo, cubriendo
la tierra de un enorme,
blanco sí. Es el gran día.
Podemos acercarnos
hoy a lo que no habla:
a la peña, al amor,
al hueso tras la frente:
son esclavos del sí.
Es la sola palabra
que hoy les concede el mundo.
Alma, pronto, a pedir,
a aprovechar la máxima
locura momentánea,
a pedir esas cosas
imposibles, pedidas,
calladas, tantas veces,
tanto tiempo, y que hoy
pediremos a gritos.
Seguros por un día
—hoy, nada más que hoy—
de que los «no» eran falsos,
apariencias, retrasos,
cortezas inocentes.
Y que estaba detrás,
despacio, madurándose,
al compás de este ansia
que lo pedía en vano,
la gran delicia: el sí.

(Versos 567 a 610)

¡Sí, todo con exceso:
la luz, la vida, el mar!
Plural todo, plural,
luces, vidas y mares.
A subir, a ascender
de docenas a cientos,
de cientos a millar,
en una jubilosa
repetición sin fin,
de tu amor, unidad.
Tablas, plumas y máquinas,
todo a multiplicar,
caricia por caricia,
abrazo por volcán.
Hay que cansar los números.
Que cuenten sin parar,
que se embriaguen contando,
y que no sepan ya
cuál de ellos será el último:
¡qué vivir sin final!
Que un gran tropel de ceros
asalte nuestras dichas
esbeltas, al pasar,
y las lleve a su cima.
Que se rompan las cifras,
sin poder calcular
ni el tiempo ni los besos.
Y al otro lado ya
de cómputos, de sinos,
entregamos a ciegas
—¡exceso, qué penúltimo!—
a un gran fondo azaroso
que irresistiblemente
está
cantándonos a gritos
fúlgidos de futuro:
«do no es nada, aún.
Buscaos bien, hay más»

(Versos 702 a 739)

Pedro Salinas

De: «La voz a ti debida», 1933
Recogido en «Pedro Salinas – Poesías completas»
Ed. Seix-Barral 1982©
ISBN: 978-84-3229-7014

Pedro Salinas Serrano, nació en Madrid, el 27 de noviembre de 1891
Fue poeta, ensayista, dramaturgo, novelista y traductor, labor en la que contribuyó al conocimiento de la obra del novelista francés, Marcel Proust, y uno de los representantes más notables de la “Generación del 27″.
La primera parte de su obra, está influenciada sobre todo la poesía pura de Juan Ramón Jiménez y así mismo por las vanguardias futurista y ultraísta.
Su etapa más madura, está formada por la trilogía amorosa:«La voz a ti debida», de 1933 (título tomado de un verso de Garcilaso de la Vega), en la que desarrolla la historia de una pasión amorosa, desde su inicio hasta el final; «Razón de amor, de 1936, en la que examina lo que queda del amor cuando éste acaba. Y en la misma linea que las dos anteriores:»Largo lamento», de 1939, en la que evoca un verso de Gustavo Adolfo Bécquer.
De su etapa en el exilio, de 1940 a 1951: «El contemplado, de 1946; «Todo más claro y otros poemas», de 1949, y su obra póstuma «Confianza», de 1955.
Al finalizar la Guerra Civil Española, hubo de huir a Francia, desde donde marchó al exilio Estados Unidos, donde residiría hasta su muerte.
Murió en Boston, el 4 de diciembre de 1951.

También de Pedro Salinas en este blog:

«Pedro Salinas: Amiga»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Cómo me vas a explicar»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Dame tu libertad…»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Ruptura sin palabras»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Perdóname por ir así buscándote…»: AQUÍ 

«Pedro Salinas: La memoria en las manos»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Don de la materia»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Confianza»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Anoche se me ha perdido…»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Cómo me vas a explicar»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Luz de la noche»: AQUÍ

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«Pedro Salinas: Pensarte es tenerte»: AQUÍ 

«Pedro Salinas: Pensar en ti esta noche..»: AQUÍ

«Pedro Salinas: La voz a ti debida (Fragmentos)»: AQUÍ 

«Pedro Salinas: ¿Las oyes como piden realidades?»: AQUÍ

«Pedro Salinas – Día Mundial de la Poesía: Mis Poetas – Yo no quiero más luz…»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Dame tu libertad…»: AQUÍ

«Pedro Salinas: Serás, amor»: AQUÍ

Bibliografía poética:

Presagio – 19234
Seguro azar – 1924-1928
Fábula y signo – 1931.
La voz a ti debida – 1933.
Razón de amor – 1936.
Largo Lamento – 1936-1939
Error de cálculo – 1938.
Lost Angel and Other Poems – 1938 (antología bilingüe con poemas inéditos. Trad. de Eleanor L. Thurnbull).
Poesía junta – 1942.
El contemplado  – 1946.
Todo más claro y otros poemas – 1949.
Poesías completas – 1955 (incluye el libro inédito Confianza).
Poesías completas – 1956
Volverse y otros poemas – 1957.
Poesía completas – Barral – 1971.

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No Comments

  • Reply Bitacoras.com noviembre 27, 2009 at 10:09 pm

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Pedro Salinas Serrano, nació en Madrid el 27 de noviembre de 1891 Murió en Boston, 4 de diciembre de 19 Estudió la carrera de Filosofía y Letras y dedicó toda su vida a la docencía en la Universidad, actividad que comenzó com…..

  • Reply Recordando a Pedro Salinas: Confianza | Trianarts diciembre 4, 2013 at 1:16 am

    […] “Pedro Salinas, nació en Madrid el 27 de noviembre de 1891″: AQUÍ  […]

  • Reply Pedro Salinas: Luz de la noche | Trianarts marzo 1, 2014 at 3:04 pm

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