«… ¡Despertad! Una luna redonda gime o canta
entre velos, sin sombra, sin destino…»
VA
«Mar del Paraíso»
Heme aquí frente a ti, mar, todavía…
Con el polvo de la tierra en mis hombros,
impregnado todavía del efímero deseo apagado del hombre,
heme aquí, luz eterna,
vasto mar sin cansancio,
última expresión de un amor que no acaba,
rosa del mundo ardiente.
Eras tú, cuando niño,
la sandalia fresquísima para mi pie desnudo.
Un albo crecimiento de espumas por mi pierna
me engañara en aquella remota infancia de delicias.
Un sol, una promesa
de dicha, una felicidad humana, una cándida correlación de luz
con mis ojos nativos, de ti, mar, de ti, cielo,
imperaba generosa sobre mi frente deslumbrada
y extendía sobre mis ojos su inmaterial palma alcanzable,
abanico de amor o resplandor continuo
que imitaba unos labios para mi piel sin nubes.
Lejos el rumor pedregoso de los caminos oscuros
donde hombres ignoraban tu fulgor aún virgíneo.
Niño grácil, para mí la sombra de la nube en la playa
no era el torvo presentimiento de mi vida en su polvo,
no era el contorno bien preciso donde la sangre un día
acabaría coagulada, sin destello y sin numen.
Más bien, con mi dedo pequeño, mientras la nube detenía su paso,
yo tracé sobre la fina arena dorada su perfil estremecido,
y apliqué mi mejilla sobre su tierna luz transitoria,
mientras mis labios decían los primeros nombres amorosos:
cielo, arena, mar…
El lejano crujir de los aceros, el eco al fondo de los bosques partidos por los hombres,
era allí para mí un monte oscuro, pero también hermoso.
Y mis oídos confundían el contacto heridor del labio crudo
del hacha en las encinas
con un beso implacable, cierto de amor, en ramas.
La presencia de peces por las orillas, su plata núbil,
el oro no manchado por los dedos de nadie,
la resbalosa escama de la luz, era un brillo en los míos.
No apresé nunca esa forma huidiza de un pez en su hermosura,
la esplendente libertad de los seres,
ni amenacé una vida, porque amé mucho: amaba
sin conocer el amor; sólo vivía…
Las barcas que a lo lejos
confundían sus velas con las crujientes alas
de las gaviotas 0 dejaban espuma como suspiros leves,
hallaban en mi pecho confiado un envío,
un grito, un nombre de amor, un deseo para mis labios húmedos,
y si las vi pasar, mis manos menudas se alzaron
y gimieron de dicha a su secreta presencia,
ante el azul telón que mis ojos adivinaron,
viaje hacia un mundo prometido, entrevisto,
al que mi destino me convocaba con muy dulce certeza.
Por mis labios de niño cantó la tierra; el mar
cantaba dulcemente azotado por mis manos inocentes.
La luz, tenuemente mordida por mis dientes blanquísimos,
cantó; cantó la sangre de la aurora en mi lengua.
Tiernamente en mi boca, la luz del mundo me iluminaba por dentro.
Toda la asunción de la vida embriagó mis sentidos.
Y los rumorosos bosques me desearon entre sus verdes frondas,
porque la luz rosada era en mi cuerpo dicha.
Por eso hoy, mar,
con el polvo de la tierra en mis hombros,
impregnado todavía del efímero deseo apagado del hombre,
heme aquí, luz eterna,
vasto mar sin cansancio,
rosa del mundo ardiente.
Heme aquí frente a ti, mar, todavía…
Vicente Aleixandre
De: «Sombra del paraíso» 1939-1943
Primera edición 1944.
Reedición Ed. Castalia 1990©
ISBN: 978-84-70392-28-3
Recogido en «Vicente Aleixandre – Poesías completas»
Visor Libros 2010
ISBN: 978-84-75229-57-7
Vicente Aleixandre y Merlo nació en Sevilla, el 26 de abril de 1898.
Poeta perteneciente a la Generación del 27′.
Académico de la Real Academia de la Lengua desde 1950, con el sillón de la letra O.
Premio Nacional de Literatura en 1933 por “La destrucción o el amor”.
Premio de la Crítica en 1963 por “En un vasto dominio”, y en 1969, por “Poemas de la consumación”.
Premio Nobel de Literatura en 1977.
Murió en Madrid, el 13 de diciembre de 1984.
También de Vicente Aleixandre en este blog:
«Vicente Aleixandre: Permanencia»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: La palabra»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Tristeza o pájaro»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Arcángel de las tinieblas»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: En la muerte de Miguel Hernández»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Mar del paraíso»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: La selva y el mar»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Nocturno miedo»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: La luna es ausencia»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: El muerto»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Corazón negro»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: A ti viva»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Acaba»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: En el mundo»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: La noche»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: El niño raro»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Emilio Prados (Retrato en redondo)»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Ven siempre ven»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Como la mar, los besos»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Se querían»: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Humana voz: AQUÍ
«Vicente Aleixandre: El olvido» AQUÍ
«Vicente Aleixandre: Vivirnos»: AQUÍ
Bibliografía:
Ámbito – 1928.
Espadas como labios – 1932.
La destrucción o el amor – 1935 (Premio Nacional de Literatura 1933).
Pasión de la tierra – 1935 (2ª edición aumentada – 1946).
Sombra del Paraíso – 1944.
En la muerte de Miguel Hernández – 1948.
Mundo a solas – 1950.
Poemas paradisiacos – 1952.
Nacimiento último – 1953.
Historia del corazón – 1954.
Ciudad del Paraíso – 1960.
Poesías completas – 1960.
En un vasto dominio – 1962 (Premio de la Crítica).
Retratos con nombre – 1965.
Obras completas – 1968 (2º edición aumentada: 1977).
Poemas de la consumación – 1968 (Premio de la Crítica).
Poesía surrealista. Antología – 1971.
Sonido de la guerra – 1971.
Diálogos del conocimiento – 1974.
Tres poemas seudónimos – 1984.
Nuevos poemas varios – 1987.
Prosas recobradas – 1987.
En gran noche. Últimos poemas – 1991.
Álbum. Versos de juventud (con Dámaso Alonso y otros) – 1993.
Los encuentros. Evocaciones y pareceres. Otros apuntes para una poética – (Prosa) 1998.
Poesías completas – 2001.
Prosas completas – 2002.
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