«Caminante son tus huellas el camino, y nada más
Caminante no hay camino, se hace camino al andar,
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás,
se ve la senda que nunca, se ha de volver a pisar»
Antonio Machado
Sevilla, 26 de Julio de 1875.
Colliure (Francia), 22 de Febrero de 1939
Tal día como hoy, hace 70 años, murió en el destierro de Collioure (Francia) el poeta Antonio Machado. Salía desde Cataluña hacia Francia junto con miles de republicanos derrotados que formaban aquella inmensa columna, todavía hostigada por la aviación alemana al servicio de Franco. Iba con su anciana madre, con su hermano José y la compañera de este. En un cuaderno de notas poco conocido y apenas difundido, José, que era pintor, relata los últimos días del poeta.
Cuenta José las penalidades del camino hasta llegar a la localidad de Cerbera, donde se refugiaron en la cantina de la estación. «Allí el espectáculo que se ofrecía a los ojos era desolador. Los españoles caídos y deshechos, sin dinero, éramos tratados por los mozos de aquel establecimiento con tan innoble y repugnante desprecio, que lo primero que preguntaban era si teníamos dinero con que pagar. En caso negativo, no daban ni un vaso de agua. Esto sucedía en la cantina.
En los andenes de la estación, todavía peor, porque se sufría el acoso de los gendarmes, que no se ocupaban más que de formar las levas para los campos de concentración, separando a los hijos de los padres y a las mujeres de los maridos. Y todo esto de la manera más bárbara y brutal».
Tras su muerte, su hermano José encontró un papel con las últimas anotaciones del poeta
En el cuaderno de notas que escribió, ya en Chile, para sus hijas y su hermano Manuel, añade José que «fue un verdadero milagro que escapásemos a las garras de estos esbirros, verdadera vergüenza de la especie humana». Se refugiaron en un vagón arrumbado en vía muerta. «Así fue la entrada del poeta Antonio Machado y la madre, en Francia, gravemente enfermos y sin un solo franco en el bolsillo: casi desnudos, como los hijos de la mar».
Con el horizonte cerrado
Al atardecer del día siguiente, cambió su suerte. «Corpus Barga, uno de los mejores amigos que nos acompañaron en el éxodo, logró llegar aPerpigñan, y regresó (con posibles) para llevarnos al cercano pueblo de Colliore.
El comportamiento de este generoso amigo llegó hasta el punto de coger en brazos a nuestra madre y llevarla desde la estación al pueblo por la ancha calle que lo cruzaba y que terminaba en el mar. Por allí marchamos todos con ellos. Siguiendo este camino, llegamos a la plaza principal, donde, ante un pequeño arroyuelo, se levanta el pequeño hotel Bougnol-Quintana, en el que quedamos alojados».
El último verso de Machado decía así: «Estos días azules y este sol de la infancia»
Era la noche del 28 de enero y aquella sería la ultima morada del poeta. Recibió, del secretario de la embajada española en París, los medios para hacer frente a las necesidades más apremiantes. «Transcurrieron unos días añade José en los que el reposo material pareció aliviarle la afección del corazón. No obstante veía claramente que se aproximaba el final de su vida. Pensándolo decía: Cuando ya no hay porvenir, por estar cerrado el horizonte a toda esperanza, es ya la muerte lo que llega».
«No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco, sobreponerse a la angustia del destierro. Este fue el estado de su espíritu el tiempo que aún vivió en Collioure. Sin embargo, unos días antes de su muerte, me dijo ante el espejo, mientras trataba en vano de arreglar sus desordenados cabellos: Vamos a ver el mar.
Esta fue su primera y última salida. Nos encaminamos a la playa. Allí nos sentamos en una de las barcas que reposaban sobre la arena. El sol de mediodía no daba casi calor. Era en ese momento único en que se diría que el cuerpo entierra su sombrabajo los pies».
Al cabo de un largo rato, el poeta, señalando una de las humildes casitas de pescadores, le dijo a su hermano: «¿Quién pudiera vivir tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación». Después se levantó trabajosamente y, en silencio, regresaron al hotel. Dos días antes de su muerte, escribió una carta a su querido amigo Luis Santullano. Ya inmóvil, en la cama, la muerte le sobrevino la tarde del 22 de febrero, miércoles de ceniza.
«No podía sobrevivir a la pérdida de España ni sobreponerse a la angustia del destierro»
«La noticia se propagó rapidísimamente añade José, y en las primeras horas de la mañana siguiente recibí una emocionada carta del insigne escritor Jean Cassou, solicitando en su nombre y en el de los escritores franceses, que el entierro se verificase en París. Pero, agradeciendo infinito este homenaje de la Francia inmortal, decliné tan grande honor, pues, aunque en esos momentos estaba lejos de los demás hermanos, creí interpretar así los sentimientos de todos, mirando más que nada la sencilla y austera manera de ser del poeta. Y así preferimos que durmiese el último sueño en el sencillo pueblo de pescadores de Collioure».
Y añade José que al entierro se sumó todo el pueblo, con su alcalde a la cabeza. «Pero lo más emocionante fue que seis milicianos, envolviendo el féretro con la bandera de la República española, lo llevaron en hombros hasta el cementerio. Y téngase en cuenta que para realizarlo tuvieron que escapar de la implacable vigilancia del tristemente famoso castillo de Collioure, donde con tan injusto rigor se les trataba».
Madre y niña
Quedó el poeta en la tumba de la familia de una buena señora, amiga íntima de la dueña del hotel. La madre, muy enferma y agotada, yacía en la cama. «Volviendo por un momento a la realidad, me preguntó llena de angustia, mirando al lecho que había quedado vacío: ¿Qué ha sucedido? Traté de ocultárselo. Pero a una madre no se la engaña y rompió a llorar como una pobre niña. Dos días después, sus bellos dulces ojos se nublaron para siempre».
Algunos días después, José halló un papel arrugado en el gabán del poeta. En él había escrito a lápiz tres anotaciones. «La primera reproducía en inglés las palabras con las que comienza el famoso diálogo de Hamlet: «Ser o no ser». La segunda tenía sólo un renglón. Pero en este renglón se veía escrito el último verso que escribió en su vida. Dice así: «Estos días azules y estesol de la infancia».
Y en la tercera y última, Antonio Machado reproducía completos estos versos suyos, ya publicados, pero en los que introducía unacorrección:
«Y te daré mi canción:
Se canta lo que se pierde
con un papagayo verde
que la diga en tu balcón»
La corrección consistía en decir «te daré» en vez de «te enviaré o te mandaré mi canción».
Hasta el nicho que ocupó Don Antonio, era prestado, alguien, minutos despues de poner la lápida entregó al sepulturero un cofre con tierra de España enviada por republicanos españoles.
Fuente: rtve (Del especial en los 50 años de su muerte)
Joan Manuel Serrat hizo para el disco con poemas de Machado que musicó, esta bella letra:
«En Colliure»
Soplaban vientos del sur
y el hombre emprendió viaje.
Su orgullo, un poco de fe
y un regusto amargo fue
su equipaje.
Miró hacia atrás y no vio
más que cadáveres sobre
unos campos sin color.
Su jardín sin una flor
y sus bosques sin un roble.
Y viejo,
y cansado,
a orillas del mar
bebióse sorbo a sorbo su pasado.
Profeta
ni mártir
quiso Antonio ser.
Y un poco de todo lo fue sin querer.
Una gruesa losa gris
vela el sueño del hermano.
La yerba crece a sus pies
y le da sombra un ciprés
en verano.
El jarrón que alguien llenó
de flores artificiales,
unos versos y un clavel
y unas ramas de laurel
son las prendas personales,
del viejo,
y cansado,
que a orillas del mar
bebióse sorbo a sorbo su pasado.
Profeta
ni mártir
quiso Antonio ser.
Y un poco de todo lo fue sin querer.
Joan Manuel Serrat
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Información Bitacoras.com…
Si lo deseas, puedes hacer click para valorar este post en Bitacoras.com. Gracias….
Triana, trepidante recuerdo del su hermano José.
He quedado mudo.
Exelente homenaje.
Un abrazo sinfala.
Sergio Astorga
Último post en la Web de…sergio Astorga…Recuerdos del Mar Egeo X
Sergio, recuperé un fragmento, todo sería interminable de la narración que se hizo en un magnifico documental conmemorando los 50 años de su muerte mucho sufrió Don Antonio a causa de las dos Españas, y decía bien…
«La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristia,
ha de tener su marmol y su día, su infalible mañana, y su poeta».
Un abrazo de naranjo y limonero.
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