Poesia

Dámaso Alonso: La madre

enero 25, 2024


El viento es un can sin dueño,
que lame la noche inmensa…

DA

Mi recuerdo al escritor de la Generación del 27′, en el aniversario de su muerte.

«La madre»

No me digas
que estás llena de arrugas, que estás llena de sueño,
que se te han caído los dientes,
que ya no puedes con tus pobres remos hinchados,
deformados por el veneno del reuma.

No importa, madre, no importa.
Tú eres siempre joven,
eres una niña,
tienes once años.
Oh, sí, tú eres para mí eso: una candorosa niña.

Y verás que es verdad si te sumerges en esas lentas aguas, en esas aguas poderosas,
que te han traído a esta ribera desolada.
Sumérgete, nada a contracorriente, cierra los ojos,
y cuando llegues, espera allí a tu hijo.
Porque yo también voy a sumergirme en mi niñez antigua,
pero las aguas que tengo que remontar hasta casi la fuente,
son mucho más poderosas, son aguas turbias, como teñidas de sangre.
Óyelas, desde tu sueño, cómo rugen,
cómo quieren llevarse al pobre nadador.
¡Pobre del nadador que somorguja y bucea en ese mar salobre de la memoria!

…Ya ves: ya hemos llegado.
¿No es una maravilla que los dos hayamos arribado a esta prodigiosa ribera de nuestra infancia?
Si, así es como a veces fondean un mismo día en el puerto de Singapur dos naves,
y la una viene de Nueva Zelanda, la otra de Brest.
Así hemos llegado los dos, ahora, juntos.
Y ésta es la única realidad, la única maravillosa realidad:
que tú eres una niña y que yo soy un niño.

¿Lo ves, madre?
No se te olvide nunca que todo lo demás es mentira, que esto solo es verdad, la única verdad.
Verdad, tu trenza muy apretada, como la de esas niñas acabaditas de peinar ahora,
tu trenza, en la que se marcan tan bien los brillantes lóbulos del trenzado,
tu trenza, en cuyo extremo pende, inverosímil, un pequeño lacito rojo;
verdad, tus medias azules, anilladas de blanco, y las puntillas de los pantalones que te asoman por debajo de la falda;
verdad, tu carita alegre, un poco enrojecida, y la tristeza de tus ojos.
(Ah, ¿por qué está siempre la tristeza en el fondo de la alegría?)
¿Y adónde vas ahora? ¿Vas camino del colegio?

Ah, niña mía, madre,
yo, niño también, un poco mayor, iré a tu lado,
te serviré de guía,
te defenderé galantemente de todas las brutalidades de mis compañeros,
te buscaré flores,
me subiré a las tapias para cogerte las moras más negras, las más llenas de jugo,
te buscaré grillos reales, de esos cuyo cri-crí es como un choque de campanitas de plata.
¡Qué felices los dos, a orillas del río, ahora que va a ser el verano!

A nuestro paso van saltando las ranas verdes,
van saltando, van saltando al agua las ranas verdes:
es como un hilo continuo de ranas verdes,
que fuera repulgando la orilla, hilvanando la orilla con el río.
¡Oh qué felices los dos juntos, solos en esta mañana!
Ves: todavía hay rocío de la noche; llevamos los zapatos llenos de deslumbrantes gotitas.

¿O es que prefieres que yo sea tu hermanito menor?
Sí, lo prefieres.
Seré tu hermanito menor, niña mía, hermana mía, madre mía.
¡Es tan fácil!
Nos pararemos un momento en medio del camino,
para que tú me subas los pantalones,
y para que me suenes las narices, que me hace mucha falta
(porque estoy llorando; sí, porque ahora estoy llorando).

No. No debo llorar, porque estamos en un bosque.
Tú ya conoces las delicias del bosque (las conoces por los cuentos,
porque tú nunca has debido estar en un bosque,
o por lo menos no has estado nunca en esta deliciosa soledad, con tu hermanito).
Mira, esa llama rubia que velocísimamente repiquetea las ramas de los pinos,
esa llama que como un rayo se deja caer al suelo, y que ahora de un bote salta a mi hombro,
no es fuego, no es llama, es una ardilla.
¡No toques, no toques ese joyel, no toques esos diamantes!
¡Qué luces de fuego dan, del verde más puro, del tristísimo y virginal
amarillo, del blanco creador, del más hiriente blanco!
¡No, no lo toques!: es una tela de araña, cuajada de gotas de rocío.
Y esa sensación que ahora tienes de una ausencia invisible, como una
bella tristeza, ese acompasado y ligerísimo rumor de pies lejanos,
ese vacío, ese presentimiento súbito del bosque,
es la fuga de los corzos. ¿No has visto nunca corzas en huida?
¡Las maravillas del bosque! Ah, son innumerables; nunca te las podría
enseñar todas, tendríamos para toda una vida…

… para toda una vida. He mirado, de pronto, y he visto tu bello rostro lleno de arrugas,
el torpor de tus queridas manos deformadas,
y tus cansados ojos llenos de lágrimas que tiemblan.
Madre mía, no llores: víveme siempre en sueño.
Vive, víveme siempre ausente de tus años, del sucio mundo hostil,
de mi egoísmo de hombre, de mis palabras duras.
Duerme ligeramente en ese bosque prodigioso de tu inocencia,
en ese bosque que crearon al par tu inocencia y mi llanto.
Oye, oye allí siempre cómo te silba las tonadas nuevas tu hijo, tu hermanito, para arrullarte el sueño.
No tengas miedo, madre. Mira, un día ese tu sueño cándido se te hará
de repente más profundo y más nítido.
Siempre en el bosque de la primer mañana, siempre en el bosque
nuestro.
Pero ahora ya serán las ardillas, lindas, veloces llamas, llamitas de verdad;
y las telas de araña, celestes pedrerías;
y la huida de corzas, la fuga secular de las estrellas a la busca de Dios.
Y yo te seguiré arrullando el sueño oscuro, te seguiré cantando.
Tú oirás la oculta música, la música que rige el universo.
Y allá en tu sueño, madre, tú creerás que es tu hijo quien la envía.
Tal vez sea verdad: que un corazón es lo que mueve el mundo.
Madre, no temas. Dulcemente arrullada, dormirás en el bosque el más profundo sueño.
Espérame en tu sueño. Espera allí a tu hijo, madre mía.

Dámaso Alonso

De: Los hijos de la ira, 1944

Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas nació en Madrid, el 22 de octubre 1898.
Escritor, poeta, y filólogo, encuadrado dentro de la Generación del 27′, también se le relaciona dentro de la primera generación poética de la posguerra.
Ejerció como profesor en Oxford dos años. A partir de 1933, lo hizo como catedrático de Lengua y Literatura Españolas en la Universidad de Valencia.
Junto a Ortega y Gasset, entre otros intelectuales, estuvo refugiado durante las primeras semanas de la guerra civil en la Residencia de Estudiantes de Madrid, temeroso de ser represaliado, ya que sus cuñados eran conocidos simpatizantes del bando sublevado. El resto de la guerra estuvo en Valencia.
Tras la guerra civil fue depurado sin sanción y en 1941 obtuvo la cátedra de Filología Románica en la Universidad Complutense de Madrid; en la que tuvo entre otros alumnos a Fernando Lázaro Carreter.
En 1948 fue elegido miembro de la Real Academia Española y en 1959 de la Real Academia de la Historia.
Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en 1973.1
Fue director de la Real Academia Española sucediendo a Ramón Menéndez Pidal.
Obtuvo el Premio Nacional de Literatura 1927, y el Premio Miguel de Cervantes 1978.
Murió en Madrid, el 25 de enero 1990.

También de Dámaso Alonso en este blog:

«Dámaso Alonso: La madre»: AQUÍ

«Dámaso Alonso: Calle del arrabal»: AQUÍ

«Dámaso Alonso: La injusticia»: AQUÍ

«Dámaso Alonso: De Profundis»: AQUÍ

«Dámaso Alonso: Insomnio»: AQUÍ

«Dámaso Alonso: Mujer con alcuza»: AQUÍ

Bibliografía:

Poemas puros. Poemillas de la ciudad, M., Galatea, 1921.
El viento y el verso, M., Sí. Boletín Bello Español del Andaluz Universal, 1925.
Hijos de la ira. Diario íntimo, M., Revista de Occidente, 1944 (2.ª edic. ampliada, Bs. As., Espasa-Calpe, 1946).
Oscura noticia, M., Col. Adonais, 1944.
Hombre y Dios, Málaga, El Arroyo de los Ángeles, 1955.
Tres sonetos sobre la lengua castellana, M., Gredos, 1958.
Poemas escogidos, M., Gredos, 1969 (Contiene poemas no recogidos en libro).
Antología poética. Esplugas de Llobregat: Plaza & Janés, 1980.
Gozos de la vista. Poemas puros. Poemillas de la ciudad. Otros poemas, M., Espasa-Calpe, 1981.
Antología de nuestro monstruoso mundo. Duda y amor sobre el Ser Supremo, M., Cátedra, 1985.
Aquel día en Jerusalén: auto de la Pasión, para emisión radiofónica: (en un prólogo y tres cuadros). Madrid: Cóndor, 1986.
Álbum. Versos de juventud, B., Tusquets, 1993 (Edición de Alejandro Duque Amusco y María-Jesús Velo. Con Vicente Aleixandre y otros).
Verso y prosa literaria, Madrid, Gredos, 1993 (Obras completas, volumen X).
Antología poética. Madrid: Alianza Editorial, 1989.
Antología personal. Madrid: Visor Libros, 2001.
A un río le llamaban Dámaso: antología poética. Madrid: Vitruvio, 2002.

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