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Anton van Dyck
Nació en Amberes, Bélgica, el 22 de marzo de 1599.
Fue uno de los grandes maestros del barroco flamenco y uno de los de más renombre.
Fue alumno y gran amigo de Pedro Pablo Rubens, con el que colaboró en varias obras.
Alcanzó en su tiempo gran fama internacional, por eso qué su nombre lo podemos leer escrito, según los idiomas de diferentes formas, Sir Anthony van Dyck; Antonio o Antón van Dick.
La elegancia de su pintura, influyo enormemente en los retratistas ingleses, como se puede comprobar en la obra de Peter Lely.
Pero no solo fueron magníficos sus retratos, sus cuadros religiosos y sus temas mitológicos, son de una calidad muy notable.
Con sólo diez años entró como aprendiz en el taller de Hendrick van Balen, uno de los principales pintores de su ciudad natal que había pasado algunos años en Italia como era entonces la costumbre de los jóvenes artistas flamencos.
Cuando Anton se instruía en el taller de van Balen, Pedro Pablo Rubens regresó de Italia, creando en esa época una serie cuadros de altar deslumbrantes para las iglesias de Amberes.
El lenguaje visual nuevo que Rubens, de factura ambiciosa y dramática, así como su colorido encajó bien con la religiosidad contrarreformista de ese momento en los Países Bajos españoles.
No es extraño por tanto que el joven van Dyck pasara pronto a formar parte del círculo de Rubens, en cuyo taller es mencionado por primera vez en 1618.
En 1620 era ya su ayudante principal, aunque antes de eso y tras ingresar como maestro en el Gremio en 1618, tuvo su propio taller independiente en Amberes, época en la que pintó sobre todo cuadros religiosos y escenas bíblicas y retratos.
Ya junto a Rubens trabajó en la decoración de la iglesia de los jesuitas, en el que se realizaron treinta y nueve techos, y una serie de cartones para tapices sobre la historia del cónsul romano Decio Mus.
En 1620 aceptó una invitación para viajar a Londres, donde trabajó para el rey Jacobo I y otros miembros de la corte, en especial para los dos coleccionistas y mecenas rivales, el duque de Buckingham y el conde de Arundel.
Permanecería en Londres sólo unos meses, en febrero de 1621 volvió a Amberes, donde permaneció hasta su marcha a Italia en el mes de octubre de 1622, etapa fue muy productiva, pintó los magníficos retratos de Frans Snyders y su esposa, actualmente en la Frick Collection de Nueva York, y el de Isabella Brant, esposa de Rubens, albergada en la National Gallery de Washington.
Como decíamos en 1922 inició su estancia en Italia, su primer destino fue Génova, su base durante los seis años que pasó en el país. De Génova marchó a Roma, donde pasó la mayor parte de 1622 y 1623, tiempo en el que retrató, entre otros, al Cardenal Bentivoglio, hoy en el Palazzo Pitti de Florencia; en el invierno de 1622 estuvo en Venecia.
En aquellos años utilizó un cuaderno de dibujos que se conserva en el British Museum de Londres, y que contiene dibujos a pluma de las pinturas que estudió, la mayoría venecianas, y entre éstas, casi todas de Tiziano. De los años italianos data la devoción por este maestro que fue una constante e influencia en su carrera.
En 1624 estuvo en Sicilia, con toda probabilidad invitado por el virrey Manuel Filiberto de Saboya.
Un brote de peste le obligó a volver a Génova, aunque antes realizó un cuadro de altar para el Oratorio del Rosario anejo a la iglesia de Santo Domingo, sin duda la mejor pintura religiosa su etapa italiana, obra que finalizó en Génova en 1627, siendo instalada al año siguiente en el Oratorio, donde aún permanece.
Se convirtió en el retratista favorito de le élite de la sociedad genovesa, retratos que ejecutaba sobre fondos de la vistosa arquitectura de sus palacios de la Strada Nuova, en los que realzaba el lujo de sus ropas, con colgaduras que se derraman en cascada y crean una sensación de movimiento dentro del cuadro.
En 1627 regresó a Amberes ya con una sólida reputación, siendo nombrado pintor de la archiduquesa Isabel, en cuya austera corte, siendo igualmente muy solicitados sus retratos. Pintó también a varios de sus amigos, entre ellos, el pintor Martin Ryckaert, actualmente en el Museo del Prado, y el del músico Nicholas Lanier, en Kunsthistorisches Museum de Viena.
Estuvo muy activo en cuanto a la pintura religiosa durante la ausencia de Rubens de Amberes, entre 1628 y 1630, pintando escenas de honda carga espiritual, entre ellos al menos seis crucificados de gran tamaño, e incontables versiones de la Piedad y la Pasión de Cristo, impregnadas todas ellas de una emocionada devoción, del tipo de obras identificables en el momento de la renovación católica de la Contrarreforma, estando impregnadas de un intenso y místico fervor religioso, elemento característico de la obra de Van Dyck.
En los inicios de 1632, volvió a Londres llamado por el rey Carlos I, el mayor mecenas de las artes y coleccionista que haya tenido la corona británica.
Van Dyck fue tratado con gran generosidad sin precedentes con otros artistas por parte de la corona inglesa,fue ennoblecido y distinguido con una cadena de oro, se le asignaron un taller a orillas del Támesis en Blackfriars y habitaciones en el palacio real de Eltham. Recibió continuos encargos de la familia real y pintó soberbios retratos del rey Carlos, de su esposa francesa Enriqueta María y sus hijos.
Trabajó también para toda la nobleza inglesa que seguía los gustos de la familia real, es por esto que la imagen que actualmente tenemos de la exquisita corte de Carlos I es la que recreó Van Dyck.
Residió en Inglaterra hasta su muerte, aunque viajó con frecuencia, pasó en Flandes los años 1634 y 1635 casi completos, donde pintó el impresionante retrato de cuerpo entero de El abate Scaglia, actualmente en la National Gallery de Londres, y un gran retrato de grupo de los regidores de Bruselas para la casa consistorial de la ciudad, pintura que fue destruida en 1695, y de la que solo queda un boceto y un grupo de estudios preparatorios.
Tras la muerte de Rubens en 1640 y ante el deterioro de la situación política en Inglaterra, pensó en volver a su Amberes natal; realizó ese año un viaje a París, con el vano intento de conseguir el encargo de la decoración del Museo del Louvre, hecho que denota su frustración por la falta de trabajos importantes en Inglaterra.
Al poco después de regresar de París a Londres cayó enfermo, muriendo el 9 de diciembre de 1641, cuando contaba sólo con cuarenta y dos años de edad.
Fue sepultado en la catedral de San Pablo, y el rey erigió un monumento sobre su tumba a la memoria de su pintor favorito.
En el Museo del Prado de Madrid podemos ver una buena e importante parte de la obra de van Dyck de todas las fases de su carrera; de sus primeros años en Amberes, se conservan sus portentosos temas religiosos, como «La Coronación de espinas», «El Prendimiento de Cristo» y «La serpiente de metal»
Así como «Los Desposorios místicos de santa Catalina»; el estudio de San Jerónimo penitente de 1618-1620 y la conmovedora «Piedad» de 1620; «Santa Rosalía», que fue pintada en Palermo.
Los retratos: el de cuerpo entero de Policena Spínola, marquesa de Leganés, hija de Ambrosio Spínola; el del comandante en jefe de las fuerzas españolas en los Países Bajos, que fue pintado hacia 1626 en Génova. Los retratos El pintor Martin Ryckaert, El músico Enrique Liberti, El grabador Paul du Pont, y el «Joven con un archilaúd», que datan de alrededor de 1630, tras el regreso de Van Dyck de Italia a Amberes; el del príncipe Federico Enrique de Nassau, de su breve paso por La Haya en 1631.
El conde Enrique de Bergh era uno de los generales flamencos al servicio de España, y que el pintor retrató poco antes de partir para Inglaterra en 1632. El cardenal-infante don Fernando de Austria, que posó para él durante la estancia en Flandes entre 1634 y 1635.
En Londres están realizados el notable retrato doble del propio pintor con su buen amigo el cortesano católico Endymion Porter, el de Diana Cecil, condesa de Oxford, y la imagen, de soberbia vivacidad, de la mujer del pintor, María Ruthven, y dama de compañía de la reina.
El Museo Thyssen Bornemisza de Madrid posee dos magníficas obras, un crucificado y un retrato de de Jacques Le Roy.
*Esta entrada fue publicada el 8 de agosto de 2011. Ha sido actualizada y ampliada el 9 de diciembre de 2024.
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[…] pintura estuvo influenciada por el francés Antoine Watteau y por pintores flamencos, entre ellos Anton Van Dyck. De 1745 a 1774, pintó numerosos paisajes y retratos que le dieron fama y […]
[…] y el cubismo, sin embargo, Sargent practicaba el realismo, que toma como referencia a Velázquez, Van Dyck, y Gainsborough, es por esto que fue despreciado como un anacronismo en el momento de su muerte, […]
[…] puede observar la influencia de los maestros españoles, Velazquez y José de Ribera y de Tiziano y Van Dyck, cuya obra había conocido en el Museo del Prado. Retrató a la elite política y empresarial […]
[…] que por supuesto no le satisfacían; en ese tiempo Pedro Moya trajo a Sevilla unas pinturas de Anton Van Dyck que le maravillaron y motivaron para perfeccionar su técnica. Estudió y llegó a conocer muy bien […]
[…] Jordaens fue el último gran maestro del barroco flamenco, después de morir Rubens en 1640 y Van Dyck en 1641, pintores que habían ejercido en él gran influencia, y causa de que su pintura no brillara […]
[…] los que se encontraban Gaspar de Crayer, Jacob Jordaens, Theodor van Thulden, Cornelis de Vos, y Anton van Dyck; trabajaron en y para la Corte Española en Madrid, así mismo fue diplomático en diferentes […]
[…] Su estilo se acercó con mucho al de Alonso Cano, logrando un gran encanto en sus imágenes religiosas, que representó con suma delicadeza. El dibujo no era su fuerte, debilidad que compensó con un notable dominio de su paleta de colores, en los que podemos observar la influencia del arte flamenco, sobre todo de Anton Van Dyck. […]
[…] Con sólo trece años de edad impresionó a su padre con sus habilidades para el dibujo, que en 1740 lo envió a Londres para estudiar arte; tuvo como maestros al grabador francés Hubert Gravelot: a través de este que había sido alumno del pintor francés Antoine Watteau, recibió la influencia del último y posteriormente de los artistas flamencos y del barroco Antón van Dyck. […]
[…] como de ejecución y los bocetos de rico cromatismo hechos por Pedro Pablo Rubens, la obra de Anton Van Dyck y de otros artistas […]
[…] Practicó en un principio un estilo naturalista, que evoluciono hacia el tenebrismo de Caravaggio. Posteriormente sus sus pinturas son escenas más coloristas y luminosas, tras conocer la obra del holandés Van Dyck. […]
[…] En 1638 viaja a Madrid, donde el válido de Felipe IV, el poderoso Conde-Duque de Olivares, le nombra pintor de cámara. Gracias su cercanía con la corte, pudo conocer de cerca la colección real, que poseía numerosas pinturas venecianas del siglo XVI y las obras recientes de su colega y amigo Velázquez. Lo que explica explicar su evolución, del tenebrismo derivado de Caravaggio de su primera época a un estilo más colorista y de figuras más elegantes que en ocasiones pueden evidenciar la obra de Anton Van Dyck. […]
[…] instalados, entre los que estaban: Hans Holbein “el Joven”, Pedro Pablo Rubens, Anton Van Dyck, Orazio Gentileschi, Sebastiano Ricci y […]
[…] En la década de 1640, su pintura evolucionó haciéndose más vivaz y agitada, tras dedicarse a estudiar en profundidad a Pedro Pablo Rubens y Anton Van Dyck. […]
[…] la influencia de Anton van Dyck y de Godfrey Kneller, varió la forma tradicional de los retratos británicos de la época, […]
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