Mi recuerdo al Premio Nobel de la Paz estadounidense, que fue asesinado un día como hoy de hace 56 años.
Martin Luther King
«Tengo un sueño»
(Discurso de Martin Luther King ante el Monumento a Lincoln en 1963)
«Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.
Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación.
Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro
todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.
Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de «fondos insuficientes». Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.
Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.
1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.
Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.
Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, «¿Cuándo quedarán satisfechos?»
Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que «la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente».
Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.
Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño «americano».
Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: «Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales».
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.
Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.
Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, «Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad». Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.
Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! «De cada costado de la montaña, que repique la libertad».
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: «¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!»
Washington, DC – 28 de agosto de 1963
Algunas de sus más conocidas frases:
«Yo tengo un sueño»
«Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol».
«Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano».
«Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda».
«El brazo del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia».
«Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir».
«Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien».
«El error es una planta resistente, crece en cualquier terreno».
«Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos».
«Da tu primer paso con fe, no es necesario que veas toda la escalera completa, sólo da tu primer paso».
«De mi formación cristiana he obtenido mis ideales y de Gandhi la técnica de la acción».
«Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda».
«Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada más rápido que un favor».
«La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve».
«Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, lo que hace falta es transformarlo».
«La enfermedad es una experiencia de la llamada mente mortal. Es miedo que se manifiesta en el cuerpo».
«Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual».
«Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos».
«El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro».
«La injusticia, allí donde se halle, es una amenaza para la Justicia en su conjunto».
«Sostengo que quien infringe una ley porque su conciencia la considera injusta, y acepta voluntariamente una pena de prisión, a fin de que se levante la conciencia social contra esa injusticia, hace gala, en realidad, de un respeto superior por el derecho».
«La discriminación de los negros está presente en cada momento de sus vidas para recordarles que la inferioridad es una mentira que sólo acepta como verdadera la sociedad que los domina».
«De mi formación cristiana he obtenido mis ideales y de Gandhi la técnica de la acción».
«Quizás el sufrimiento y el amor tienen una capacidad de redención que los hombres han olvidado o, al menos, descuidado».
Martín Luther King
Martín Luther King nació el día 15 de enero de 1929, en Atlanta, Estados Unidos.
Desde su actividad como pastor en la Iglesia Bautista, dedicó toda su vida al frente del Movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos, participando además como activista en contra de la Guerra de Vietnam.
Desde muy joven, organizó y realizó actividades pacíficas reclamando el derecho al voto, la no discriminación y otros derechos civiles básicos para la gente de raza negra de los Estados Unidos; además, participó como activista en numerosas protestas contra la Guerra de Vietnam y la pobreza en general.
Fue condecorado con el «Premio Nobel de la Paz» en 1964, «por esa actividad encaminada a terminar con la segregación y discriminación racial a través de medios no violentos», cuatro años más tarde, cuando se disponía a encabezar una manifestación fue asesinado en Menphis, el 4 de abril de 1968.
Es recordado como uno de los mayores líderes y héroes de la historia de Estados Unidos de America, y en la moderna «historia de la no violencia». Se le concedió a título póstumo la «Medalla Presidencial de la Libertad» en 1977 y «la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos» en 2004.
La mayor parte de lo derechos largamente reclamados por el movimiento serían promulgados legalmente con la aprobación de la Ley de los derechos civiles y la Ley del derecho al voto.
Entre sus acciones más recordadas están el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955, su apoyo a la fundación de la Southern Christian Leadership Conference, en 1957 (de la que sería su primer presidente) y el liderazgo de la marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad, en 1963, al final de la cual pronunciaría su famoso discurso «I Have a Dream», («Tengo un sueño»), gracias al cual se extendería por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles y se consolidaría como uno de los más grandes oradores de la historia estadounidense»..
Se le concedió a título póstumo la Medalla Presidencial de la Libertad por Jimmy Carter en 1977 y la Medalla de oro del congreso de los Estados Unidos en 2004. Desde 1986, el Día de Martin Luther King Jr. es día festivo en los Estados Unidos.
*Entrada publicada en este blog el 4 de abril de 2010. Ha sido actualizada y ampliada el 4 de abril de 2024.
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[…] malas noticias para ustedes. Esta misma noche Martin Luther King ha sido asesinado a quemarropa. Para aquellos de vosotros que sois negros y que os sentís tentados […]