«En el miembro desnudo de una rama,
se le ve al ave el trino
recóndito, desnudo.»
Quiero dedicarles esta entrada en el blog a dos personas a las que quiero mucho y que aman tanto como yo la poesía, y todo lo que Miguel Hernández significa: Nuria Soriano y Pedro Luis Angosto.
Miguel siempre con nosotros, pero especialmente recordado en el 70 aniversario de su muerte, víctima de la brutal represión de la dictadura franquista.
«Huerto mio»
Paraíso local, creación postrera,
si breve de mi casa;
sitiado abril, tapiada primavera,
donde mi vida pasa
calmándole la sed cuando le abrasa.
Yo, dios y adan, que lo cultivo y riego
por mi mano y conducto
de frescor artesiano, su sosiego
recojo, su producto,
sus dadivas de miel en unsufructo.
De su interior de hojas, por sorpresa
bienlogre esta mañana
el chorro de la luz primavera y tiesa
de la cigarra hispana,
y una breva a lo bolsa, luto y grana.
Adan por aficion, aunque sin eva,
hojeo aquimis horas,
viendo al verde limon como releva
de amarillo sus proras,
y al higo verde hacer obras medoras.
Aquí los venosos perejiles
extranan sus carieles
parejas al azul de los astiles
de los altos claveles,
espigas injertadas en pinceles.
Mi carne, contra el tronco, se apodera,
en la siesta del día
de la vida, del peso de la higuera,
¡tanto!, que se diría,
al divorciarlas, que es de carne mía.
Propositos de canticos y aves
celan las frondas nidos
Entre las hojas brotan nubes, nave
espacios reducidos
que a ¡Cuánto amor! el evan mis sentidos
La hoja bien detallada por el cielo
y el cielo por la hoja
surten de gracia y paz el aire encelo,
que cuando se le antoja
arrecia ramos, luz de cielo afloja
Para acallar el grito del deseo
del sitio donde yerra,
el fruto chino, el arabe y guineo
da suicidado en tierra,
creciendo en paz y mandurano en guerra
Oigo como se azuzan los corrales
los cantos de sus grillos.
Geranios, por los rojo, criminales,
de querer levantarme, y esta gana,
se tornaran terrena corbardia
Mi ilustre soledad de esquila y lana
de hoy, ha de hacer viciosas amistad
con el higo, la pruna y la manzana
¡Adios, secreto de mis soledades!
¡Adios mi voluntad y continencia!
¡Adios miguel de las tempestades
con tu carne, tu alma y tu conciencia!
Evitare, señor, tu azul persona,
que dolecencia quito quien puso ausencia.
Miguel Hernández
Miguel Hernández Gilabert nació el 30 de octubre de 1910, en Orihuela, Alicante.
Murió en la cárcel de Alicante, el 28 de marzo de 1942.
*La fotografía es de Eduardo Manchón
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