«…el puente de hierro.
Cielo azul, verde tierra;
el puente ¡qué negro!…»
PS
Mi recuerdo al poeta madrileño, en el 70º aniversario de su muerte.
«La memoria en las manos»
Hoy son las manos la memoria.
El alma no se acuerda, está dolida
de tanto recordar. Pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han tenido.
Recuerdo de una piedra
que hubo junto a un arroyo
y que cogimos distraídamente
sin darnos cuenta de nuestra ventura.
Pero su peso áspero,
sentir nos hace que por fin cogimos
el fruto más hermoso de los tiempos.
A tiempo sabe
el peso de una piedra entre las manos.
En una piedra está
la paciencia del mundo, madurada despacio.
Incalculable suma
de días y de noches, sol y agua
la que costó esta forma torpe y dura
que acariciar no sabe y acompaña
tan sólo con su peso, oscuramente.
Se estuvo siempre quieta,
sin buscar, encerrada,
en una voluntad densa y constante
de no volar como la mariposa,
de no ser bella, como el lirio,
para salvar de envidias su pureza.
¡Cuántos esbeltos lirios, cuántas gráciles
libélulas se han muerto, allí, a su lado
por correr tanto hacia la primavera!
Ella supo esperar sin pedir nada
más que la eternidad de su ser puro.
Por renunciar al pétalo, y al vuelo,
está viva y me enseña
que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto,
soltar las falsas alas de la prisa,
y derrotar así su propia muerte.
También recuerdan ellas, mis manos,
haber tenido una cabeza amada entre sus palmas.
Nada más misterioso en este mundo.
Los dedos reconocen los cabellos
lentamente, uno a uno, como hojas
de calendario: son recuerdos
de otros tantos, también innumerables
días felices
dóciles al amor que los revive.
Pero al palpar la forma inexorable
que detrás de la carne nos resiste
las palmas ya se quedan ciegas.
No son caricias, no, lo que repiten
pasando y repasando sobre el hueso:
son preguntas sin fin, son infinitas
angustias hechas tactos ardorosos.
Y nada les contesta: una sospecha
de que todo se escapa y se nos huye
cuando entre nuestras manos lo oprimimos
nos sube del calor de aquella frente.
La cabeza se entrega. ¿Es la entrega absoluta?
El peso en nuestras manos lo insinúa,
los dedos se lo creen,
y quieren convencerse: palpan, palpan.
Pero una voz oscura tras la frente,
-¿nuestra frente o la suya?-
nos dice que el misterio más lejano,
porque está allí tan cerca, no se toca
con la carne mortal con que buscamos
allí, en la punta de los dedos,
la presencia invisible.
Teniendo una cabeza así cogida
nada se sabe, nada
sino que está el futuro decidiendo
o nuestra vida o nuestra muerte
tras esas pobres manos engañadas
por la hermosura de lo que sostienen.
Entre unas manos ciegas
que no pueden saber. Cuya fe única
está en ser buenas, en hacer caricias
sin cansarse, por ver si así se ganan
cuando ya la cabeza amada vuelva
a vivir otra vez sobre sus hombros,
y parezca que nada les queda entre las palmas,
el triunfo de no estar nunca vacías.
Pedro Salinas
De: Largo lamento, 1936 -1939
Recogido en Pedro Salinas – Poesías completas
Ed. Seix-Barral 1982©
ISBN: 9788432297014
Pedro Salinas Serrano, nació en Madrid, el 27 de noviembre de 1891.
Fue poeta, ensayista, dramaturgo, novelista y traductor, labor en la que contribuyó al conocimiento de la obra del novelista francés, Marcel Proust, y uno de los representantes más notables de la “Generación del 27″.
La primera parte de su obra, está influenciada sobre todo la poesía pura de Juan Ramón Jiménez y así mismo por las vanguardias futurista y ultraísta.
Su etapa más madura, está formada por la trilogía amorosa:»La voz a ti debida», de 1933 (título tomado de un verso de Garcilaso de la Vega), en la que desarrolla la historia de una pasión amorosa, desde su inicio hasta el final; «Razón de amor, de 1936, en la que examina lo que queda del amor cuando éste acaba. Y en la misma linea que las dos anteriores:»Largo lamento»,de 1939, en la que evoca un verso de Gustavo Adolfo Bécquer.
De su etapa en el exilio, de 1940 a 1951: «El contemplado, de 1946; «Todo más claro y otros poemas», de 1949, y su obra póstuma «Confianza», de 1955.
Al finalizar la Guerra Civil Española, hubo de huir a Francia, desde donde marchó al exilio Estados Unidos, donde residiría hasta su muerte.
Murió en Boston, el 4 de diciembre de 1951.
También de Pedro Salinas en este blog:
«Pedro Salinas: Los cielos son iguales…»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Anoche se me ha perdido…»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Cómo me vas a explicar»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Dame tu libertad…»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Ruptura sin palabras»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Perdóname por ir así buscándote…»: AQUÍ
«Pedro Salinas: La memoria en las manos»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Don de la materia»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Confianza»: AQUÍ
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«Pedro Salinas: Luz de la noche»: AQUÍ
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«Pedro Salinas: A esa, a la que yo quiero…»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Pensarte es tenerte»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Pensar en ti esta noche..»: AQUÍ
«Pedro Salinas: La voz a ti debida (Fragmentos)»: AQUÍ
«Pedro Salinas: ¿Las oyes como piden realidades?»: AQUÍ
«Pedro Salinas – Día Mundial de la Poesía: Mis Poetas – Yo no quiero más luz…»: AQUÍ
«Pedro Salinas: Serás, amor»: AQUÍ
Bibliografía poética:
Presagio – 19234
Seguro azar – 1924-1928
Fábula y signo – 1931.
La voz a ti debida – 1933.
Razón de amor – 1936.
Largo Lamento – 1936-1939
Error de cálculo – 1938.
Lost Angel and Other Poems – 1938 (antología bilingüe con poemas inéditos. Trad. de Eleanor L. Thurnbull).
Poesía junta – 1942.
El contemplado – 1946.
Todo más claro y otros poemas – 1949.
Poesías completas – 1955 (incluye el libro inédito Confianza).
Poesías completas – 1956
Volverse y otros poemas – 1957.
Poesía completas – Barral – 1971.
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