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Francisco de Zurbarán
Nació en Fuente de Cantos, Badajoz, el 7 de noviembre de 1598.
Fue uno de los más importantes representantes del barroco en el siglo de oro español.
Sobresalió fundamentalmente en la pintura religiosa, pintura de dotada de una enorme fuerza y misticismo.
Lejos del realismo velazqueño, su obra se caracteriza por sus claroscuros y tonos más ácidos.
En sus primeras obras, se aprecia la profunda influencia de Caravaggio, sin embargo su estilo caminó hacía el manierismo italiano.
Posiblemente tuvo como primer maestro en Sevilla a Juan de Roelas, antes de entrar en el taller de Pedro Díaz de Villanueva, donde permaneció entre de 1614 a 1617, en él que conoció a Francisco Pacheco y a Herrera, maestros muy famosos en la capital hispalense y coincidió con Alonso Cano, y Diego Rodríguez de Silva Velázquez, del que sería gran amigo.
Tras unos años, en los que probablemente recibió una amplia formación, volvió a Badajoz, abriendo un taller en la localidad de Llerena, donde se casó dos veces, siendo padre muy joven. En ese tiempo realizó numerosos encargos sobre todo de distintos conventos e iglesias extremeñas, la mayoría, perdidas.
En 1626 los dominicos sevillanos de San Pablo le encargaron una serie importante de cuadros, aunque fue muy mal pagado.
Más tarde los mercedarios calzados de la Casa Grande de Sevilla le contrataron con un sueldo tres veces superior para un trabajo de parecida magnitud.
Del conjunto de San Pablo se conservan el espléndido Crucificado, actualmente en Instituto de Arte de Chicago, su primera obra fechada, en 1627, y tres magníficas figuras completas de los padres de la Iglesia, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, que alberga una importante muestra de la obra del de Fuente de Cantos.
En dos escenas sobre la vida de Santo Domingo para la iglesia de la Magdalena de Sevilla, en varios de los que hizo para los mercedarios, se puede apreciar la mano de ayudantes de su taller, en contraposición, el magnifico San Serapio, pintado en 1628, en el dsworth Atheneum, Hartford, es indudable su ejecución total por parte del pintor, en este óleo podemos ver las amplias dotes del aún joven pintor, en las que sorprende la plasticidad en las formas, la armonía del color y la magistral aplicación de la luz.
También de ese tiempo son algunas de sus mejores obras, entre ellas una serie bellas escenas de la vida de san Pedro Nolasco, dos de las cuales se encuentran en la colección del Museo del Prado, las otras está dispersas por museos de todo el mundo.
En 1629, a propuesta del Consejo Municipal, se instaló definitivamente en Sevilla. En esos años pintacuatro lienzos importantes para el colegio franciscano de San Buenaventura, actualmente en el Museo del Louvre de París, y en la Gemäldegalerie Alte Meister, de Dresde.
La década de 1630 es la época más prestigiosa de su carrera, convirtiéndose en el mejor intérprete de la Reforma católica del siglo de oro español.
Recibió encargos de todas las órdenes religiosas que en ese momento había en Andalucía y Extremadura. Para los jesuitas pintó la «Visión del beato Alonso Rodríguez» en 1630, en la Real Academia de San Fernando de Madrid; para los dominicos: «Apoteosis de santo Tomás de Aquino, en 1631, en Museo de Bellas Artes de Sevilla, y también para los conventos sevillanos de los carmelitas, los trinitarios y los mercedarios descalzos.
Su éxito culminó en 1634 con una invitación de la corte, posiblemente auspiciada por Velázquez que ya se encontraba en la corte, para participar en la decoración del salón grande del Buen Retiro. En él realizó los diez «Trabajos de Hércules» para las sobreventanas y dos grandes lienzos de batallas; once de estas pinturas se conservan actualmente en el Museo del Prado.
De vuelta a Sevilla continuó trabajando para las órdenes religiosas que le solicitaban constantemente. Casi todas las pinturas de dos impresionantes series que ejecutó en este tiempo, son probablemente las mejores de su producción, y se conservan, algunas en España y otros en los más importantes museos de todo el mundo.
El cromatismo resplandeciente de la indumentaria y la perfección técnica de estos lienzos pertenecen a lo más notable de su obra.
Hay que añadir a esta excelente serie la que pintó para el monasterio de Guadalupe, única del pintor que se conserva in situ.
Los ocho grandes cuadros de la sacristía, pintados en Sevilla entre 1638 y 1639, representan episodios poco conocidos de la vida de los monjes jerónimos, «Misa del padre Cabañuelas», «Aparición del Cristo al padre Salmerón», y «Fray Gonzalo de Illescas escribiendo», entre otros. En la capilla adyacente, tres episodios de la vida de San Jerónimo, pintados hacia 1645, con un estilo tenebrista, en la que podemos apreciar la fuerte influencia de Ribera.
Desde 1640 los grandes encargos disminuyeron, mientras que se evolucionaba el mercado americano.
En 1644 en colaboración con su taller, un retablo para la colegiata de Zafra, y en 1655, los tres célebres lienzos apaisados de la sacristía de la cartuja sevillana de «Santa María de las Cuevas», en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
En la década de 1650 Sevilla padeció una profunda depresión económica, tras una gran epidemia de peste que golpeó la ciudad en, 1649, reduciendo considerablemente su población, ella perdió su hijo y colaborador Juan. Zurbarán aumentó entonces la producción de taller con series de fundadores de órdenes, de santas vírgenes o de césares que fueron enviadas al Nuevo Mundo.
En 1658, al parecer, a que las dificultades económicas por falta de trabajo en Sevilla no se solucionaban, se trasladó a Madrid donde al poco tiempo vinieron con él, su mujer y la única hija sobreviviente de este tercer matrimonio.
En su última época pintó algunas obras aisladas, que no pertenecen sin que formen parte de ningún conjunto, lienzos la mayor parte de devoción privada de pequeño formato y ejecución refinada. En estos se puede observar una evolución en su estilo, de modelado más suave y aterciopelado.
Al parecer, el ya viejo pintor, tuvo una buena clientela privada, sin embargo su salud se debilitó casi de forma repentina, su última obra firmada es de 1662.
Su obra está representada en la colecciones de los más grandes museos de España y de todo el mundo. En España, entre otros, en Museo del Prado, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, Museo de Bellas Artes de Badajoz, Museo de Bellas Artes de Valencia, Museo Carmen Thyssen de Málaga, el Museo del Louvre, de París,el Museo de L’Hermitage de San Petersburgo, el Metropolitan Museum de Nueva York y en la National Gallery de Londres.
Murió en Madrid, el 27 de agosto de 1664, después de una larga enfermedad que empobreció a su familia.
También sobre Francisco de Zurbarán en este blog:
Francisco de Zurbaran: Fuente de Cantos (Badajoz) – 1598-1664
«Francisco de Zurbarán: Nacio el 7 de Noviembre de 1598»: AQUÍ
*Esta entrada fue publicada en este blog el 24 de septiembre de 2011. Ha sido actualizada y ampliada el 7 de noviembre de 2024.
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