«Ya es hora. Para este fuego
ya soy vieja…»
MT
«La carta»
Así no se esperan cartas,
así se espera la carta.
Un trozo de tela
con un borde encolado.
Dentro, una palabra.
Y la felicidad, nada más.
Así no se espera la alegría,
así se espera el fin:
un saludo militar,
tres mínimos trozos de plomo
en el corazón. Niebla roja.
Sólo eso. Y nada más.
Para la dicha soy vieja.
La flor se la llevó el viento.
Rectángulo del patio
y boca negra los fusiles.
(El rectángulo de una carta:
tinta y encantamiento.)
Para el sueño de la muerte
nadie es demasiado viejo.
El rectángulo de esta carta.
11 de agosto de 1923
Marina Tsvietáieva
De: Otros poemas
Recogido en la antología: «El canto y la ceniza» (Anna Ajmátova -Marina Tsvietáieva)
Selección y traducción de Monika Zgustova y Olvido García Valdés
Ed. Galaxia Gutenberg 2018©
ISBN: 978-84-17355-64-7
Marina Ivánovna Tsvetáyeva nació el 26 de septiembre de 1892.
Hija del fundador del Museo Pushkin de Moscú Iván Tsvetáiev, hubo de exiliarse en Praga en 1922) y más tarde a Francia en 1925, tras la revolución rusa.
Vivió durante catorce años en Francia, desdichada y sumida en una gran depresión. Tenía tres hijos Irina y Ariadna, y Gueorgui. En 1939 volvió a la Unión Soviética para reunirse con su marido Serguéi Efrón, quien había regresado a Rusia, con su hija Ariadna poco antes, pero ese mismo año su marido y Ariadna fueron arrestados, Serguéi fue fusilado en 1941; Ariadna fue liberada en 1955.
Marina padeció la tiranía soviética, no logró encontrar vivienda ni trabajo, padeció en una pobreza extrema, tuvo que ingresar a su hija Irina en un orfanato, donde las condiciones precarias en las que este estaba, murió de hambre. Cuando comenzó la Gran Guerra Patria, Marina fue evacuada a Yelábuga, Tartaristán, allí se suicidó el 31 de agosto de 1941.
Pese a todas esas desdichas, dejó una obra viva, de impresionante calor, intransigente y llena de valentía, que fue salvada de la destrucción y del olvido por su hija Ariadna. En la Unión Soviética permaneció practicamente inédita hasta pasada de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó a ser conocida a través de la publicación de algunos de sus poemas en hojas clandestinas.
Nabókov rectificó sus prejuicios sobre la «difícil Tsvietáyeva», de ella decía «leerla sólo causa estupor y dolor de cabeza», pero se negó a permitir su rehabilitación, que no ha llegado del todo hasta hace unos pocos años con la publicación en Rusia de su obra completa», según escribe Enrique Vila-Matas, «Su lírica es un gran tesoro de literatura rusa»
También de Marina Tsvetáyeva en este blog:
«Marina Tsvetaeva: A ti, dentro de un siglo»: AQUÍ
«Marina Tsvetáyeva: Poema del fin»: AQUÍ
«Marina Tsvetáyeva: Es sencilla mi ropa…»: AQUÍ
«Marina Tsvetaeva: Regreso del líder»: AQUÍ
«Marina Tsvetáeva: Cabello gris»: AQUÍ
**Ilyá Kamínsky en su libro «Bailando en Odesa” le dedicó este poema: «Marina Tsvietáieva»: AQUÍ
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