Adolph von Menzel: El Realismo alemán del siglo XIX

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Adolph von Menzel

Adolph Friedrich Erdmann , posteriormente Adolph von Menzel, nació en Breslau, Alemania, el 8 de diciembre de 1815.

Aunque practicó otros géneros, le debe su  fama a sus cuadros de temas históricos y de propaganda política.

Está reconocido junto a Caspar David Friedrich, uno de los más importantes artistas alemanes del siglo XIX, y el de más éxito en su época.

Su popularidad en su país natal, debida especialmente a obras de propaganda política, fue tal que pocas de sus grandes pinturas abandonaron Alemania, donde fueron rápidamente adquiridas por museos en Berlín.

Triunfó no sólo en Alemania, también fue muy reconocido por los vanguardistas franceses, Edgar Degas admiró y copió su obra, y le llamaba: «el mayor maestro vivo».

Estudió, aunque poco tiempo, en la Academia de Arte de Berlín, donde aprendió moldes de escayola y antiguas esculturas, pero se puede decir que fue autodidacta.

Contempló la realidad sin ninguna visión idílica, fue un pintor distinguido y reconocido que plasmaba en su arte el panorama general de la sociedad guillermina, desde la suntuosa sociedad cortesana hasta los íntimos interiores burgueses, pasando por las grandes naves de las fábricas.

Le concedió una importancia extraordinaria a la luz. El contraste de claroscuros que podemos observar en su obra «El taller de laminados» trasmite con insistencia la atmósfera caliente, sucia e insalubre de la nave industrial llena del ruido de las máquinas.

La composición aglomerada hace palpable el duro y sudorífico trabajo de la fundición del hierro. Este cuadro retrata sin piedad la historia de los albores de la era industrial, mirando fríamente la realidad.

Realizó numerosos viajes para asistir a exposiciones y con el fin de encontrar temas que pintar, aunque vivió la mayor parte de su vida en Berlín, y a pesar de que contaba con muchas amistades, estuvo de alguna forma excluido socialmente por su físico, tenía una enorme cabeza y era de muy baja estatura, medía sólo 1.33 metros.

El crítico Louis Edmond Duranty escribió sobre él:
«En una palabra, el hombre es por todos lados independiente, sincero, con visión segura, una nota decisiva que a veces puede ser un poco brutal… Mientras que está perfectamente sano, tiene la neurosis de la sinceridad… El hombre que ha medido con un compás los botones de un uniforme de la época de Federico, cuando es un asunto de representar un zapato moderno, chaleco o peinado no los hace por aproximación sino totalmente, en su forma absoluta y sin escasez de medios. Pone allí todo lo que se exige por el carácter (del objeto). Es libre, grande y rápido en su dibujo, no hay dibujante tan definitivo como él».

A pesar de su alejamiento social que él mismo admitía, su fama le exigía cumplir con ciertas  e ineludibles obligaciones.

En la década de 1880 el poeta Jules Laforgue dijo de él: «No es más alto que la bota de un coracero, engalanado con colgantes y órdenes, no falta a una sola de las fiestas, moviéndose entre todos estos personajes como un gnomo y como el mayor «enfant terrible» para el cronista.»

En Alemania recibió muchos honores,  en 1898 se convirtió en el primer pintor miembro de la Orden del Águila Negra, gracias a lo que  pasó a formar parte de la nobleza, convirtiéndose desde entonces en Adolph von Menzel.

Fue así mismo nombrado miembro de la Académie des Beaux-Arts en París y de la Royal Academy  de Londres.

Murió en Berlín, el 9 de febrero de 1905.
Tras su muerte sus funerales fueron presididos por el Kaiser, quien caminó detrás de su ataúd.

*Esta entrada fue publicada en este blog el 9 de febrero de 2011. Ha sido actualizada y ampliada, el 9 de febrero de 2024.