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Mariano de Cossío
Nació en Valladolid en 1890.
Encuadrado en la figuración renovada que tuvo su auge en Europa en el periodo entre las dos guerras mundiales que se alejaba del academicismo. Fue Cossio uno de los más notables representantes en España de las influencias del movimiento Nueva Objetividad alemán.
Su pintura está en la línea de la que practicaron entre otros Josep de Togores, Ponce de León, Rosario de Velasco, Jorge Oramas y Ángeles Santos.
Se formó en Madrid inicialmente, pero comenzó a pintar de forma regular cuando conoció al pintor inglés Cristóbal Hall, que había llegado a Valladolid atraído por el Museo de Escultura; el estudio de éste, se convirtió en la mitad de la década de 1920 en lugar de reunión de los artistas e intelectuales más inquietos y vanguardistas de la época en la ciudad castellana.
Así mismo, Cossio, tuvo una estrecha relación con varios de los miembros de la Generación del 27′ y con el grupo vanguardista que residía en la Residencia de Estudiantes de Madrid, grupo en el que se encontraban entre otros: Rafael Alberti, Luís Cernuda, José Maria Hinojosa, Pedro Salinas, y el mismo García Lorca, entre otros. Sin duda que aproximarse a la literatura de este grupo le valió a Cossio el despliegue de imágenes y la multipluralidad de estilos y enunciados, cercanos al surrealismo en algunos casos como también el lenguaje onírico posibilito que su poder creativo fuera a mas allá y su arte tomara los impulsos de esa vertiente, sin embargo también le trajo consigo la peor de las condenas el exilio de Cernuda en México, el de Salinas, en puerto Rico, el de Alberti en Argentina e Italia, el fusilamiento de Lorca…
Comenzó a exponer en 1928 con gran interés de crítica y público en el Museo de Arte Moderno, de Madrid; especialmente entusiasta fue la acogida de sus retratos y sus naturalezas muertas. Sin embargo el estallido de la Guerra Civil española, rompió su carrera, iniciándose una etapa muy dura para el pintor. Unos meses antes del comienzo de la contienda había opositado para la Cátedra de Dibujo de institutos, actividad docente que desde entonces, excluyendo los años de de depuración política, compaginó con su pintura en la isla de Tenerife.
Apartado de los ambientes centrales y oficiales, su figura se fue diluyendo y cayendo prácticamente en el olvido.
En sus cuadros, destacan los de temas captados de su entorno más cercano, su mujer, sus hijos, sus hermanos y amigos, que fueron sus primeros modelos. De estos, su obra más importante es quizá «Mi mujer y mis hijos».
En sus retratos, huyó siempre del convencionalismo, siendo de notable originalidad sus composiciones y su precisión en el dibujo, como también sus contrastes y juegos de luces, ejemplos de lo que fueron los nuevos realismos. Durante su primera etapa, el pintor vallisoletano realizó una serie de bodegones, naturalezas muertas y floreros de una exultante modernidad, para a partir de la década de 1930, decaer en esta actividad para dedicarse más al retrato.
Además del retrato y el bodegón, pintó varias escenas de género, paisajes y decoraciones murales. Entre otros, le fue encargado a comienzos de la década de 1920, la reconstrucción del magnifico Retablo del Monasterio de San Benito de Alonso de Berruguete, obra que Cossio realizó tras un minucioso y exhaustivo estudio de todas las fuentes que pudo consultar; y la reconstrucción, tras un incendio, de la iglesia de Santa María de Villada, ciudad palentina en la residió durante esa década.
Gran aficionado a la tauromaquia, realizó varias obras de tema taurino.
Posteriormente y ya residiendo en las Islas Canarias, decoró con pintura mural al fresco, la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, el Paraninfo de la Universidad de La Laguna y el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma.
Condenado al ostracismo y el aislamiento al que fue condenado por defender la libertad de sus ideas, murió en Valladolid, en 1960.
*Entrada actualizada el 19 de febrero de 2014.
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